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El marxismo, en sus orígenes, estimó como poco relevantes los aspectos definitorios de la especificidad cultural de cada grupo étnico, ya que según Marx y Engels la base real que determina el ser y la conciencia humanas se enraíza en lo material-económico y en las relaciones de producción que se derivan de él. Por tanto, los aspectos nacionales y étnicos de los problemas sociales tenían una importancia teórica y práctica totalmente secundarios. Engels citó a los «vascos» en «La lucha magiar» como ejemplo de «basura de pueblos» que se oponen al desarrollo revolucionario de la historia; Lowy, discípulo reconocido de Marx-Engels, afirmará siglo y medio más tarde, que los vascos «figuran ahora en cabeza del combate revolucionario en España».

Hasta la aparición de ETA Vª Asamblea las proposiciones marxistas-leninistas y las de construcción nacional en Vascongadas han corrido vías paralelas.

Pero desde esa fecha, en las cuestiones relativas a la construcción nacional existe un modelo que, en su contenido ético y social, nada tiene que ver con el que se enraíza en la tradición de Arana-Goiri o Aranzadi o Antonio Agirre. Además, a partir del año 1991, año en que se disolvió HASI, el Partido Comunista vasco, que tenía la misión de marcar la línea política en el conjunto del MLNV, ha habido nuevas formulaciones en la línea seguida por este Movimiento, siendo representativa la definición que el colectivo J. Agirre hace de la contradicción principal en nuestros días. (Egin, 1992/02/18)

«Nosotros postulamos que, en el contexto general mundial, y especialmente en Euskal Herria, la contradicción principal de nuestros días es la que enfrenta a las Naciones contra los Estados. Ello se manifiesta de diversas maneras, según el espacio geográfico y político.

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Desde nuestro punto de vista, la contradicción principal aparece bajo los dos aspectos siguientes:

Como relación Estado-Nación que se expresa en el plano de la mera oposición (…) Es la expresión débil de la contradicción.

Como Sociedad estatal/Pueblo. Contradicción antagónica. Aspecto fuerte de la contradicción principal. (…)

Entendemos por Nación el conjunto de relaciones, tradiciones y saberes económicos, lingüísticos, culturales, educativos, familiares, jurídicos, profesionales, etcétera, existentes en un espacio geográfico dado, que le confieren a éste una marcada especificidad, unas señas de identidad. (…). Parafraseando a Marx, decimos que la Nación es el pueblo en sí. Esta idea se formularía a través de la conocida frase: Los vascos somos diferentes.

(…) En resumen, la figura del Pueblo Trabajador Vasco, en un sentido marxista, sería el Pueblo para sí. El nuevo fantasma que recorre el mundo. Los vascos queremos ser independientes, condensa esta aspiración.

(…) Definimos al Estado, en sentido estricto, como el conjunto articulado de aparatos y estructuras organizativas, a través de las cuales ejerce, en una sociedad concreta, la gestión administrativa y el poder político de clase.

En contraposición con las formulaciones marxistas de las denominadas fases (Revolución social, Dictadura del proletariado, Comunismo), nosotros consideramos que la lucha contra el Estado Español y la lucha contra el Estado son dos luchas simultáneas. Dos aspectos distintos de un único proceso. La soberanía nacional, no solamente jurídica, no puede formularse sino en clave anti-aparato de Estado. A su vez, la lucha contra el Estado es la lucha contra el Estado opresor existente en cada momento: en nuestro caso, el Estado español».

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Estas citas resumen algunas claves del discurso revolucionario en relación a la cuestión vasca. En este discurso se asumen y se redefinen los factores vascos en cuanto elementos capaces de generar la negación revolucionaria tanto del estado de cosas vigentes como de las cosas del estado vigente, español ó francés, y emergente, vasco, p.e en sus instituciones como la Ertzaintza.

La división entre demócratas y violentos, entre los que se encuentran los que violentan las leyes como también se violentan en Cataluña, da ventaja a los antidemócratas. La democracia solo es posible distinguiendo la violencia democrática frente a la violencia antidemocrática, porque no existe experiencia democrática sin que se ejerza violencia contra quienes quieren sabotearla.

Autor

REDACCIÓN