22/11/2024 02:26
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La izquierda presume de “agallas” y acusa al resto de carecer de ellas. Lo cierto es que uno no sabe muy bien que pensar y lo que la izquierda debe entender por tener “agallas”. Si tener “agallas” es lo mismo que lo que ellos entienden por ser un demócrata ejemplar, la cosa empieza a clarificarse. La pasada semana, los socialistas del PSOE, calificaban a Largo Caballero como un ejemplo de demócrata, y presumían de su lucha anti fascista. Largo Caballero, podría ser calificado de casi todo, pero nunca de demócrata, al no ser que el concepto que tenga la izquierda del ideal de democracia, coincida con el que tenia Largo Caballero. Si esto es así, podríamos afirmar sin temor a equivocarnos, que ni Largo Caballero era demócrata, como tampoco la izquierda española en general y muy particularmente el PSOE lo son. Siempre orgullosos de una historia de terror, odio y crimen que da pavor, siempre orgullosos de unos líderes y dirigentes, que o bien eran criminales y asesinos o en el mejor de los casos, vulgares ladrones.

Pablo Iglesias, tiene entre sus amistades a grandes hombres de paz como Arnaldo Otegui, ex dirigente de la banda marxista y asesina ETA y como progenitor a otro gran hombre de paz, militante de otra organización terrorista como lo era el FRAP. El modelo de democracia ideal para ETA, era la existente en Cuba, Nicaragua, Argelia y algunos países africanos o del bloque de este, todos ellos dentro de la órbita soviética. Lo del FRAP era algo más “pintoresco”, y su modelo ideal a imitar era la China de Mao o la Albania de Hoxha. Pablo Iglesias presume de tener “agallas”, no sé si tantas como las que tienen sus amigos de ETA, esos que mataban por la espalda, los del tiro en la nuca o los del mando a distancia para hacer explotar un vehículo con sus ocupantes dentro, pero que una vez eran detenidos, cantaban como canarios,  llamaban a mama y tenían que ser asistidos con unos grandes pañales, toda vez que se hacían sus necesidades encima, pero debemos de reconocer que valientes sí que eran, “valientes hijos de puta”.

Otro dirigente socialista sobrado de “agallas”, sobre todo para robar, y que tanto gusta a la izquierda de este país, es Indalecio Prieto, el ladrón, el que se fugo a México con el dinero robado en España, dinero que en principio debía servir para mantener al exilio, pero que una vez cayó este en su poder, se lo pensó mejor y decidió no repartirlo con nadie, total, él también estaba en el exilio. Indalecio Prieto no tuvo el valor, y parece ser que tampoco las “agallas” de asesinar a José Calvo Sotelo, para eso estaba su escolta personal, que acompañados por guardias de asalto y guardia civiles, fueron a casa del dirigente conservador, lo sacaron con engaños y artimañas y le pegaron un tiro en la nuca. Después dejaron su cadáver en la tapia del cementerio. Los asesinos materiales del crimen de Calvo Sotelo, se refugiaron en casa de otros diputados socialistas, todos ellos buenos y ejemplares demócratas de los que el PSOE del siglo XXI se siente orgulloso.

Efectivamente, a la izquierda le sobran “agallas” para matar, robar, asesinar y violar, sobre todo en la retaguardia o por la espalda. Lo vimos con anterioridad, lo vimos con el crimen de Víctor Laínez y lo seguimos viendo a diario, cuando lejos de recapacitar y hacer examen de conciencia, reivindican y se muestran orgullo de lo peor de su pasado. A uno le cuesta entender la defensa acérrima que hacen de sus criminales, la falta de remordimiento y humanidad, la frialdad con la que mienten y tergiversan, la falta de respeto hacia las víctimas. Exigen que todos pidamos perdón, sobre todo por no habernos dejado matar y ellos no muestran una pizca de piedad, una mínima reflexión, una leve aceptación de que algo hicieron mal, de que en algo se equivocaron. No creen en ningún tipo de reconciliación, solo de imposición de su mentira sobre la verdad. Pablo Iglesias parece tener muchas “agallas”, cuando es vitoreado por una chusma vociferante que ataca en manada a sus dictados y alarmas, pero no tengo yo muy claro que mantenga esa gallardía frente a frente con nadie. 

Autor

REDACCIÓN