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Muchos teflisenses conocedores de la historia de su ciudad no pueden evitar sentir un ligero estremecimiento cuando pasan junto a un viejo edificio situado en la céntrica calle Pavle Ingorokva, hogar actualmente de unas cuarenta familias y cuyo tétrico pasado hiela la sangre.

Y es que el número 22 de la Pavle Ingorokva fue durante más de un decenio un centro de tortura y fusilamiento en los tiempos de la dictadura bolchevique de Iósif Stalin, un georgiano que castigó con dureza encarnizada a su propio pueblo.

En esos aciagos años la calle se llamaba Félix Dzerzhinsky, en honor al fundador de la Cheká, la policía política del régimen soviético.

Iósif Stalin (izq) junto a Nikolai Bukharin, el 21 de noviembre de 1930 (AP).

La ubicación de inmueble no podía ser más apropiada para acoger la «Casa del terror» como llegaron a llamarla abiertamente los georgianos mucho después, cuando la Unión Soviética ya no se sostenía en sus cimientos.

En el inmueble, que otrora infundía pavor y que los viandantes trataban de eludir, viven ahora decenas de personas, algunas de las cuales no conocen o procuran no pensar en las atrocidades que se cometieron en su interior y en los años 20 y 30 del siglo pasado.

Al parecer, y durante aquellos primeros terribles años de la Revolución, “la casa del terror” de Tiflis sirvió de escuela para ensayar las nuevas técnicas psicológicas y físicas de tortura que para acabar con los enemigos del pueblo había aprobado el mismísimo Stalin. Las experiencias de “la casa del terror” de Tiflis sirvieron para las “torturas” a las que fueron sometidas el más del millón de víctimas de las tres Purgas llevadas a cabo entre 1937 y 1939.

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Describir cómo eran aquellas torturas que hacían cambiar a los condenados hasta reconocer que habían sido incluso terroristas y posibles autores de atentados contra Stalin o las autoridades del Régimen… es cosa que repugna, al menos a mí que me he leído la “tortura”, me repugna, con la que le obligaron a los dos compañeros de Lenin y figuras importantísimas del triunfo de la Revolución:  Grigori Zinóviev y Lev Kámenev.

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.
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