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Los combates por la posesión y el dominio de Hungría en los meses finales de 1944 y principios de 1945 se cuentan entre las batallas más duras y encarnizadas de la Segunda Guerra Mundial, aunque no sean muy conocidos a nivel del gran público. Pero la gesta defensiva del pueblo húngaro en alianza con el ejército alemán, contra la invasión soviética estalinista merece ser recordada.

En el verano de 1944 el agotado y exhausto Tercer Reich había sufrido una catástrofe militar mortal, no tanto en el desembarco aliado de Normandía como Hollywood y la poderosa propaganda anglosajona nos han explicado (aunque fuese evidentemente un golpe duro para el ejército alemán) sino en el Este, en el frente ruso.  Entre finales de junio y julio de 1944 se produjo el hundimiento del Grupo de Ejércitos Centro alemán, en la zona de Bielorrusia, ante la gran ofensiva soviética conocida como “Operación Bagration”.

 El dispositivo alemán se hundió finalmente como resultado del irreversible agotamiento de llevar años defendiendo frentes muy extensos ante fuerzas soviéticas muy superiores. Fue la mayor derrota del ejército alemán en la II Guerra Mundial, por encima de Stalingrado. Alemania perdió 33 divisiones y 450.000 hombres y el ejército soviético avanzó de golpe cerca de 400 kms hacia el oeste, irrumpiendo en Polonia, hasta llegar a finales de agosto casi a las fronteras de Alemania. Mientras en el Oeste la Wehrmacht alemana lograba contener la cabeza de puente aliada en Normandía, frenando el avance aliado durante más de un mes ante la ciudad de Caen (esto no nos lo explican en las películas), en el Este todo se venía abajo ante el incontenible avance ruso. Parecía que los rusos iban a llegar a Berlín a finales de 1944. En este ambiente que parecía de hundimiento inminente se produjo el famoso atentado contra Hitler el 20 de julio de 1944.

Sólo el hundimiento del frente oriental que motivó el desesperado traslado de muchas unidades alemanas desde Francia al este de Europa hizo posible que los Aliados continuaran su avance y tomaran París a finales de agosto.  Nuevas ofensivas rusas hicieron retroceder a las fuerzas alemanas en Ucrania y en el norte y sur de Rusia. En agosto el ejército soviético invadió Rumanía cuyo rey Miguel llevó a cabo un gran acto de traición no sólo ante Alemania sino sobre todo hacia su propia patria: Rumanía, hasta entonces uno de los aliados más fieles de Hitler, cambió de bando. El rey destituyó al jefe del Estado, mariscal Antonescu, y abrió su país al ejército ruso. El resultado serían 45 años de comunismo en Rumanía (y por supuesto la caída del rey felón) En septiembre los rusos conquistaron Bulgaria y ya sólo quedaba Hungría como último bastión en la Europa central y oriental antes de que el Ejército Rojo llegara a Alemania.

En septiembre y octubre los rusos lanzaron grandes ataques para penetrar en Eslovaquia (estado independiente y aliado o satélite según se mire, de Alemania), donde se había producido una importante sublevación comunista y en Hungría, pero fueron frenados por los ejércitos alemán y húngaro tras feroces batallas. La sublevación comunista de Eslovaquia fue sofocada por los alemanes

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En octubre los soviéticos se lanzaron por primera vez a la conquista de territorio alemán e invadieron Prusia Oriental, pero fueron rechazados por los tanques alemanes después de duras batallas. A partir de entonces Hungría se iba a convertir en el escenario de las batallas más duras de la Segunda Guerra Mundial en Europa. En octubre Stalin envió 5 ejércitos con 600 tanques para invadir el este de Hungría, aniquilar a las fuerzas alemanas y húngaras y tomar Budapest rápidamente, pero 4 divisiones Panzer alemanas junto con fuerzas húngaras frenaron la ofensiva roja y destruyeron 200 tanques rusos causando fuertes bajas a los soviéticos en duros combates en torno a la ciudad de Debrecen.

En esas fechas, el 16 de octubre, el Mando alemán llevó a cabo una jugada audaz y arriesgada pero saldada con éxito. El jefe de los comandos de las SS, el coronel Otto Skorzeny (mítico personaje que más tarde viviría en España el resto de su vida y moriría en Madrid en 1975) y sus hombres, capturaron por sorpresa en Budapest al jefe del Estado húngaro y oficialmente aliado de Alemania desde hacía años, el almirante Miklos Horthy, y a todo su gobierno. Horthy (que fue llevado prisionero a Alemania) y su gobierno estaban negociando en secreto con Stalin para repetir la jugada de Rumanía, pero Hitler se adelantó esta vez. Se formó un nuevo gobierno húngaro controlado por el fascista Partido de la Cruz Flechada y su líder Ferenc Szalasi. Los Cruz flechados eran partidarios de la resistencia a ultranza contra la invasión soviética en alianza con Alemania (y también de proseguir con la deportación de los judíos, que Horthy obstaculizaba).

Viendo que había fallado en apoderarse rápidamente de Hungría mediante las armas o mediante la intriga, Stalin envió de nuevo grandes ejércitos para apoderarse de este estratégico país, que incluía en torno el lago Balaton los últimos yacimientos petrolíferos a los que podían acceder los ejércitos de Hitler. A finales de octubre 2 cuerpos blindados y 4 ejércitos rusos penetraron las líneas del Tercer Ejército húngaro y llegaron a las inmediaciones de Budapest, pero allí fueron frenados por enérgicos contraataques de 5 divisiones Panzer alemanas y por el ejército húngaro.

Nuevos asaltos soviéticos contra Budapest fueron frenados por los ejércitos alemanes y húngaros en sangrientas y durísimas batallas a finales de noviembre y principios de diciembre de 1944. A pesar de contar con una superioridad de 3 contra 1 en hombres, 5 contra 1 en tanques y 10 contra 1 en artillería y aviones, los rusos se estrellaron ante lo que el historiador militar norteamericano David Glantz define como las “impresionantes defensas de la llamada Línea Margarethe” construidas por los alemanes entre Budapest y el Danubio.

Hitler envió entonces a Hungría las últimas grandes reservas de tropas que le quedaban (más de 200.000 hombres), aún a riesgo de debilitar las defensas de Berlín, convencido de que la clave de la defensa de todo el este de Europa y de la misma Alemania, estaba en Hungría. Entre enero y febrero de 1945 tendrían lugar terribles batallas en Hungría. Más de 100.000 soldados húngaros participaron en ellas. Los alemanes lanzaron 5 ofensivas para liberar Budapest, una de las cuales llegó a 25 kms de la capital húngara y estuvo a punto de hacer saltar el cerco, pero finalmente se vieron obligadas a desistir ante fuerzas soviéticas muy superiores. A partir de entonces los rusos comenzaron demoledores bombardeos de Budapest y el asalto de la ciudad casa por casa. La capital húngara se convirtió en un nuevo Stalingrado, mientras morían decenas de miles de combatientes y civiles.

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Los alemanes y sobre todo los defensores húngaros, incluidos los civiles, se lanzaron a una defensa frenética de los barrios y calles de Budapest. Finalmente, el 12 de febrero cayó Budapest o mejor dicho, sus ruinas en manos del ejército soviético. Los soldados alemanes y húngaros sufrieron más de 120.000 bajas, sin contar a decenas de miles de civiles, en la batalla por Budapest.  Los rusos admitieron casi 40.000 muertos y cerca de 100.000 heridos entre enero y febrero de 1945 en la lucha por la capital húngara.

Todavía Hitler ordenó una nueva contraofensiva en Hungría en la zona del lago Balaton, con sus últimas fuerzas de tanques, en marzo de 1945, en lo que fue la última ofensiva alemana importante de la guerra. Este último contraataque incluyó 6 divisiones  Panzer alemanas y una división Panzer húngara pero quedó frenado finalmente ante la magnitud abrumadora de las fuerzas rusas. Poco después, conquistada Hungría, los rusos invadieron Austria que cayó fácilmente en su poder, en contraste con las duras batallas de Hungría. La suerte del Reich quedó sellada. En marzo y abril los rusos se lanzaron al asalto de Berlín, y se abrieron paso, en parte debido a que Alemania había mandado sus últimas reservas, como vimos, a las batallas de Hungría, convencido erróneamente el Mando alemán de que los rusos lanzarían su ofensiva decisiva contra Alemania a través de Hungría y Austria. Berlín quedó cercada a mediados de abril y Hitler se suicidó el día 30 de ese mes.

También quedó sellada la suerte de Hungría y de toda la Europa Central y del Este, que quedaron bajo ocupación soviética y dominio comunista durante más de 40 años. Hoy Hungría se enfrenta a enemigos diferentes. Ya no es la URSS, pero sí un globalismo mundialista anticristiano. Pero vemos como este nuevo enemigo de momento se estrella ante la resistencia del combativo pueblo húngaro, que lucha hoy como antaño lo hiciera conta los turcos y en 1944-45 y 1956 contra los soviéticos.

Autor

Rafael María Molina