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La ley Orgánica que regula los estados de alarma, excepción y sitio se aprobó el 4 de octubre de 1981. Ese dato cronológico, por sí solo ya explica muchas cosas. En pleno periodo de «los años del plomo» de ETA, el dato indica bien a las claras que en España los estados de alarma, excepción y sitio se pensaron como herramienta para la lucha contra el terrorismo.
 
Contrariamente a los que nos suelen explicar, inmediatamente después del 23 F no se produjo una apacible consolidación de la democracia. Más bien lo que se produjo fue una nueva oleada terrorista de ETA.
 
Bajo el impacto psicológico que había supuesto el 23 F, el día 28 de febrero, apenas 5 días después, una de las dos facciones terroristas vascas, la llamada ETA político militar (p-m) anunció una » tregua indefinida y un alto el fuego sin condiciones». «Ha llegado uno de esos momentos en que la acción armada debe replegarse y dar paso a otras vías» dijo su comunicado.
 
«Lo decidimos en pocas horas. Al principio, como todo el mundo, estábamos muy asustados» llegaron a admitir, refiriéndose al 23 F, los miembros de la cúpula de ETA p-m en una entrevista posterior. (El haber acabado, pues, con una de las facciones del terrorismo vasco es mérito de los implicados en el 23 F, aunque raramente se les haya agradecido).
 
Pero la facción principal, la más sangrienta, la llamada «ETA militar» no solo no manifestó ninguna voluntad de dejar las armas sino que redobló su ofensiva terrorista.  En marzo de 1981 ETA «militar» asesinó al comisario de policía José Luis de Raimundo, al Teniente Coronel Ramón Romeo Rotaeche en Bilbao y al Teniente Coronel José Luis Prieto, en Pamplona. En abril otros dos Teniente Coroneles, Oswaldo Rodríguez y Luis Cadarso, además de dos agentes de la Policía Nacional, cayeron asesinados en las provincias vascas.
 
Pero el 7 de mayo se produjo el atentado más espectacular, al ser asesinados en pleno centro de Madrid, el Teniente Coronel Guillermo Tevar, el suboficial de la Guardia del Rey Antonio Nogueira y el soldado del mismo cuerpo Manuel Rodríguez. Los terroristas etarras franceses Henri Parot y Jacques Esnal habían colocado,  desde una moto, una bomba sobre el coche oficial en el que viajaban los militares.
 
Se vivieron momentos de inmensa conmoción en España. Un nuevo golpe de estado militar parecía probable, según la prensa de la época, ante la impotencia de la democracia para frenar el terrorismo. El  8 de mayo, a iniciativa de los partidos políticos decenas de millones de españoles pararon sus actividades durante 2 minutos, y los coches dejaron de circular durante casi media hora en lo que se consideró una importante protesta simbólica de los españoles contra el terrorismo.
 
Ese mismo 8 de mayo el gobierno de Leopoldo Calvo Sotelo se reunió en Consejo de Ministros extraordinario. Muy poco antes se habían aprobado medidas de emergencia contra el terrorismo, como el despliegue del Ejército en la frontera de Navarra con Francia, la creación de un Mando Único de la Lucha Contraterrorista y el aumento de los controles de la Guardia Civil en las carreteras vascas.
 
El 8 de mayo, el Consejo de Ministros extraordinario se reunió para  declarar el  estado de excepción en toda España con posibilidad de toque de queda y despliegue militar en las provincias vascas y Navarra. No obstante, como recuerda Alejandro Muñoz Alonso en su libro «El terrorismo en España» (que tiene el mérito de ser contemporáneo a los hechos, ya que se editó en 1982) al final no lo hizo ya que a la Ley Orgánica para los Estados de Alarma, Excepción y Sitio, aún le faltaba el trámite del Senado. Finalmente esta ley se aprobó el 4 de octubre.

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El momento crítico en la lucha contra ETA que se vivió en mayo de 1981 fue parcialmente superado finalmente ya que a lo largo del verano y principios de otoño de 1981 las Fuerzas de Seguridad del Estado consiguieron asestar duros golpes a ETA con desarticulación de numerosos «comandos» terroristas y muerte de algunos de sus activistas, lo cual produjo una considerable reducción en el número de atentados, aún cuando el problema terrorista siguiese siendo muy grave.
 
Pero queda claro que en España los estados de Alarma, Excepción y Sitio son inseparables de la lucha contra el terrorismo separatista.

Autor

Rafael María Molina