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Retrato: José de Carvajal y Lancaster (Cáceres, 16.III.1698 – Madrid, 8.IV.1754) Grande de España, estadista, diplomático y ministro.
Tordesillas, 4 de junio de 1494. Han pasado dos años desde el descubrimiento del Nuevo Mundo. Isabel y Fernando, reyes de Castilla y Aragón por una parte y Juan II de Portugal por la otra, firman un acuerdo según el cual se establece el reparto de las tierras descubiertas, a fin de evitar conflictos de intereses entre ambas monarquías.
Aguja náutica con anillo astronómico. Siglo XVIII
El 13 de enero de 1750, 256 años después de la firma del Tratado de Tordesillas, los ministros plenipotenciarios designados por los reyes de España y de Portugal, José de Carvajal y Tomás Silva Téllez, firman un nuevo tratado, conocido como Tratado de Madrid, que anula el anterior Tratado de Tordesillas.
El nuevo acuerdo firmado entre ambas potencias fue una auténtica novedad diplomática y científica. No sólo se legalizó la ocupación de los territorios, sino que además se sumaron novedades que procedían del método científico, pues las nuevas disciplinas científicas (astronomía, matemáticas, etc.) ayudaron a afrontar la negociación de una forma más racional y fijar unos límites visibles e inalterables en el Nuevo Mundo.
Además de reconocer la posesión española de las Islas Filipinas, el Tratado de Madrid repartió las zonas de influencia de las dos naciones ibéricas en América. El Amazonas para Portugal y el Río de la Plata para España. La línea divisoria entre los dominios de ambas monarquías se describió con gran detalle en varios artículos del tratado.
Así pues, la expedición de Límites al Orinoco tenía como principal objetivo trazar las fronteras entre los dominios españoles y portugueses en América.
Los componentes de la expedición también tenían la misión de estudiar y valorar los recursos naturales de la región. El ministro José de Carvajal añadió a los componentes de la expedición otras instrucciones específicas para la organización del territorio fronterizo. Por una parte, en el plano político, les encomendó la misión de obtener información sobre el territorio recorrido, el acoso a establecimientos holandeses y franceses en Guayana y un cierto acercamiento a los negros “huidos” y a los indios caribe.
El reinado de Fernando VI se caracterizó por un programa de renovación de la técnica y en el que también el mundo natural empieza a ser estudiado en profundidad. Simultáneamente se crean instituciones para completar ese estudio, como el Gabinete de Historia Natural, promovido por Antonio de Ulloa, en 1752, y en 1755 el Real Jardín Botánico del Soto de Migas Calientes en Madrid, que desempeñó un notable protagonismo y control de las expediciones científicas del Nuevo Mundo. Este afán de investigación se plasmó en la expedición encomendada para obtener información sobre la historia natural de los extensos territorios comprendidos entre el Orinoco y el Amazonas y el estudio del cacao en las misiones de Mojos. Pero el objetivo científico más importante fue la investigación de la canela y los beneficios económicos que podría traer a España.
Theobroma; mazorca de cacao. Acuarela sobre preparación a grafito (24 X 16 cm). R.J.B. Archivo Div. II, lám. 45.
La expedición tuvo un marcado carácter militar, dado la formación de sus integrantes, a la que se le agregó una comisión científica. El jefe de la expedición y primer comisario fue José de Iturriaga, que había ingresado en la Armada como guardiamarina en el año 1718 y con gran experiencia en misiones militares en América. En 1751 el Secretario de Estado José de Carvajal le llamó para que se ocupara del mando de la Expedición de Límites al Orinoco. El segundo comisario, Eugenio Alvarado, era militar criollo nacido en Popayán. El tercer comisario, Antonio de Urrutia, era marino experto en dotación de buques y navegación. El cuarto comisario, José Solano, marino colaborador y discípulo de Jorge Juan, era astrónomo y cartógrafo. En la expedición también formaron parte miembros especializados en diferentes disciplinas científicas que provenían de la Armada y del Ejército, así como el jesuita Francisco Javier Aller, que era astrónomo, y al que, por su carácter de religioso, se le consideró como un buen interlocutor con los misioneros del Orinoco.
La expedición incluía también un equipo de naturalistas bajo la dirección del sueco Pehr Löfling, discípulo de Carlos Linneo, con la inclusión de los médicos Benito Paltor y Antonio Condal y los dibujantes Bruno Salvador Carmona y Juan de Dios Castell. Si bien Löfling había venido a España en 1751 para recolectar plantas y difundir el modelo de clasificación botánica de Linneo, siempre mostró interés por el Nuevo Mundo, influido por su maestro. El propio Linneo le escribió al conocer su designación “Toda la maravillosa América será descrita por usted, ese destino le ha reservado los siglos a usted y a su época. ¡Quién pudiera estar con usted un solo día, en el más maravilloso de los paraísos!”
Después de 3 años de preparativos, el 15 de febrero de 1754 partió la expedición del puerto de Cádiz rumbo al Nuevo Mundo en la fragata “Inmaculada Concepción” junto con otro navío, el “Santa Ana”. Arribaron a Cumaná (capital de la Nueva Andalucía) y después de una serie de vicisitudes se dividieron en grupos con distintos destinos, cuyo destino final sería Ciudad Guayana. Se dirigirían por mar o tierra hasta el Orinoco para remontarlo y cruzar al Amazonas por el Caño Casiquiare, recientemente descubierto. Tras desembocar al río Negro, se reunirían en la aldea de Mariuá con la expedición portuguesa. Iturriaga y el grupo de botánicos y dibujantes permanecieron en la provincia de Cumaná.
La Comisión de Límites dirigida por J. Iturriaga se dio por finalizada en junio de 1760, sin que apenas se produjera contacto con la comisión portuguesa encargada de las mismas misiones. El Tratado de El Pardo, firmado el 12 de febrero de 1761 anulaba todas las decisiones firmadas en el Tratado de Madrid. La división territorial fue aplazada, aunque la presencia española quedaba consolidada tras la firma de acuerdos con los nativos del Alto Orinoco.
Las descripciones botánicas realizadas por Pehr Löfling durante su estancia en tierras americanas quedaron manuscritas en su «Flora Cumanensis«, 375 hojas con cerca de 300 descripciones de plantas y la obra “Quina de la Guayana”.
Con las descripciones a las que tuvo acceso Carlos Linneo, tanto del trabajo de su discípulo en tierras peninsulares como americanas, compuso el denominado “Iter Hispanicum” (Estocolmo: Lars Salvi, 1758). Otro de los manuscritos generados por esta expedición, «Ichtyologia orinocensis«, recoge medio centenar de descripciones de peces y algunos reptiles y aves.
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