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En 1650 tuvieron lugar importantes sublevaciones y revueltas populares de carácter españolista en Cataluña, que dejaron claro a los ocupantes franceses y a sus seguidores catalanes separatistas profranceses que la mayoría de los catalanes deseaban volver a la soberanía hispánica, después de 10 años de anexión de Cataluña a Francia, tras la traición de Pau Claris.

En diciembre de 1650 se registran considerables incidentes y motines prohispanicos en Barcelona. El 23 de diciembre un grupo de jóvenes catalanes patriotas hispanos empezaron a lanzar gritos de «Visca Espanya» en la plaza del Born, mientras otros lanzaban gritos antifranceses.
 
El motín fue creciendo y duró varias horas hasta que finalmente los soldados franceses lograron sofocarlo.

Pero al día siguiente aparecieron carteles de protesta en catalán arcaico en diferentes partes de la ciudad. Uno se fijó en los muros del palacio del virrey francés de Cataluña, Duque de Morceur y en él se veía una gran gallina con un letrero que decía «Si no matan al Mercuri i a Margarit el Regent, morirá tota la gent». Se referían al Duque de Morceur y a Josep Margarit, gobernador de Cataluña al servicio de Francia.
 
El segundo estaba en la muralla de Barcelona, donde ahora empieza la Avenida del Paralelo y en él se veía un dibujo con los Consellers de Barcelona lujosamente vestidos mientras detrás de ellos se veía un soldado francés de aspecto miserable con una espada en la mano. Era una manera de señalar obviamente que las autoridades catalanas eran títeres de Francia.
 
Otro cartel estaba en los muros del palacio del marqués de Aytona, noble catalán que había huído para servir al rey de España, Felipe IV. En ese cartel se leía «Bon Senyor vam tindre, Deu vulgui tornarlo, Visca lo Rei d Espanya i mori el mal govern»
 
Quizá el más importante de los carteles era el que estaba en la fachada de la Universidad de Barcelona cuyo edificio estaba entonces en lo que hoy son las Ramblas. En este cartel, colocado por los estudiantes, se veía un gran león con una espada en la garra derecha y en la izquierda un escudo. Y de la boca le salía un letrero (como en un moderno cómic) que decía «Per divuit personas ens perdem, degollantlos a tots viurem». Esto lo decían por Margarit y sus consejeros de confianza. Además los estudiantes derribaron una gran flor de lis de piedra, símbolo de la monarquía francesa, que los franceses habían grabado en la fachada.
 
Además en el año 1650 se habían producido otras 3 revueltas populares en Barcelona contra los franceses, según reconocía el Duque de Morceur en carta al Cardenal Mazarino, primer ministro francés, también como protesta contra el hambre y la explotación a la que sometían los comerciantes franceses a la población catalana. 
 
Ya el prestigioso historiador John Elliott señala que «a todos los efectos el ejército francés se había convertido en una tropa de ocupación en Cataluña, tanto más necesaria por cuanto se sucedían las  revueltas antifrancesas en un punto y otro del país». 
 
En esa época comarcas enteras catalanas volvieron a la obediencia hispánica y muchos jóvenes catalanes pasaron a servir en el ejército español.
 
RAFAEL MARÍA MOLINA.
 
Fuente «La Guerra dels Segadors a través de la premsa de l época» Vol 3. Henry Ettinghausen. Editorial Curial. 1993.

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Rafael María Molina
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