22/11/2024 10:33
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Desde la izquierda se viene afirmando, a modo de justificación, que la represión contra los religiosos en la retaguardia republicana durante la Guerra Civil fue cosa de unos pocos incontrolados en los primeros momentos de la contienda. Es una justificación, una exculpación y una falsificación flagrante de los hechos que ocurrieron realmente.

Durante los casi tres años de guerra fueron asesinados en España casi 12.000 religiosos y cristianos en esa persecución que la izquierda justifica y oculta -hasta el punto de sacarla de la Ley de Memoria Histórica-. De ellos, apenas 3.000 fueron asesinados durante los tres primeros meses de guerra, el resto, el 75%, se reparte a lo largo del conflicto con una regularidad calculada.

 

Los números totales de mártires por la persecución religiosa entre julio de 1936 y abril de 1939 fue de 11.743 víctimas. Fueron asesinados 6.832 religiosos, además de 3.911 seglares y al menos 1.000 seminaristas.

Es más, por porcentajes, en las localidades que más tiempo pasaron baja control del Frente Popular cometieron más crímenes que las que fueron consquistadas durante esos primeros meses en los que los defensores del régimen implantado por el Frente Popular dicen que se cometieron los excesos.

 

Los datos no engañan en este sentido. En diócesis como Madrid y Valencia se mataron a 334 y 327 religiosos, que suponen en ambos casos más del 30% del total existente cuando empezó la guerra. Las diócesis catalanas fueron duramente castigadas. Lérida vivió el asesinato del 65% de sus religiosos, Tortosa el 62% y el resto de las demarcaciones religiosas catalanas tuvieron porcentajes próximos al 30% -Vic 177 víctimas, Barcelona 279, Gerona 194 y Urgel 109- la única excepción fue Solsona, donde el porcentaje de religiosos asesinados fue del 13% y 60 víctimas.

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Málaga y Menorca sufrieron el asesinato de la mitad del clero que ejercía en esas zonas y Toledo, con números similares a estas dos anteriores, presenta una clara confirmación de que la persecución se mantuvo durante toda la guerra. En la capital, de la que los republicanos fueron desalojados tras la liberación del Alcázar el 27 de septiembre de 1936, se asesinó a poco menos del 20%, mientras que en la zona de la provincia controlada por el Frente Popular hasta pocos meses antes del final de la guerra se superó el 50% del clero asesinado con 317 religiosos martirizados.

El patrimonio religioso también fue duramente dañado por los milicianos a lo largo de toda la Guerra Civil. 20.000 edificios religiosos fueron destruidos. Pero la izquierda no se conformó con esto, tallas, cuadros y obras de arte de valor incalculable fueron destruidas o robadas. También bibliotecas y centros de enseñanza. Además, fueron frecuentes las profanaciones de tumbas de religiosos enterrados en las iglesias que fueron asaltadas y monumentos, como el Sagrado Corazón del Cerro de los Ángeles en Getafe (Madrid) fueron dinamitados después de haber sido simbólicamente fusilados.

 

Autor

REDACCIÓN