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Natural de Ceuta, Villeval entró a formar parte de la Legión a los 30 años de edad, donde fue rápidamente fue ascendiendo de mando por méritos de guerra. Así, “habiendo alcanzado el más alto grado en la escala de suboficiales, el brigada Villeval tomó parte en el desembarco de Alhucemas, la operación que supondría la victoria final en la Guerra de Africa”, recogen desde ‘Voz Pópuli’. Una historia que se truncaría el 23 de septiembre de 1925 cuando solo habían transcurrido 5 años del alistamiento de este primer legionario. 

 

Una historia la de Marcelo Villeval marcada por la disciplina, el cumplimiento del deber y la capacidad de sacrificio llegando a dar su vida en combarte. Un relato que poco o nada tiene que ver con la historia del primer legionario que se alistó en la península, concretamente en Albacete.

Aníbal Calero fue un truhán que fue dando bandazos por el mundo y que en su juventud coqueteó con el anarquismo catalán y valenciano”, así define Moisés Dominguez en su obra ‘Aníbal Calero, primer legionario’ a este personaje histórico. Además señala que Calero “ha llegado a nuestra memoria histórica no por lo que hizo, sino por lo que fue”, y es que se trata del “primer caballero legionario llegado a Ceuta que se había filiado en la península, concretamente en el banderín de enganche de Albacete”.

 

Su vida fue un auténtico devenir e incluso fue catalogado como enfermo mental con un fondo psicopático y posibilidades de reacción paranoica. Y es que solo tuvo una familia: la Legión; porque para Calero “fuera del Tercio no había nadie”. Natural de Palencia así, catalogaba su estado mental su abogado defensor durante el juicio en contra de Aníbal Calero por el asesinato de su novia Pilar Azañón.

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La simpatía y facilidad de comunicación de Calero le hicieron participar con CNT y Falange Española, encontrando su casa en la Legión, fundada en 1920 bajo la denominación Tercio de Extranjeros, al mando de Millán-Astray. En los primeros compases de vida de la institución militar se admitían a españoles y extranjeros con edades comprendidas entre los 18 y los 40 años a quienes no se les exigía documentación de ningún tipo para su alistamiento. 

De este modo, Aníbal Calero, hacía historia al convertirse en el primer legionario procedente de la península. Entre las historias que circulan sobre este personaje histórico destaca el incidente en el que Franco ordenó fusilar a un legionario que se negó a comer el rancho, arrojándole el plato al teniente Montero Bosch.

“Aníbal sabía ganarse a la gente con un gran encanto personal, tanto que hasta Miguel de Unamuno iba a presentar una conferencia del legionario en la Universidad de Salamanca en 1922 que finalmente fue suspendida”, recoge ‘La Verdad’. Además, la misma publicación recoge que Calero no dudaba en mostrar “sus abiertas simpatías por la Italia fascista de Mussolini”, tal y como reflejaban sus artículos en ‘El Adelantado’.

En aquellos momentos era costumbre que los legionarios contasen con una madrina de guerra, con independencia de que fuera una mujer soltera o casada y la edad con la que contase. La función de estas madrinas de guerra era el mantenimiento de una relación mediante cartas con el legionario, el envío de comida, ropa y una fotografía a modo de amuleto. Entre las madrinas con las que contó Aníbal Calero, destaca el nombre de Pilar Azañón, una madrileña que finalmente asesinó tras mantener un noviazgo.

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Por el crimen fue condenado a pena de prisión. Así, el autor de esta trepidante investigación sobre la vida de Aníbal Calero sostiene la posibilidad de que el protagonista de nuestra historia fuese indultado apenas a los dos años de prisión como consecuencia de la acción del gobierno de coalición radical-cedista de Lerroux. Tras su puesta en libertad el final de este legionario fue  igual de sorprendente como su vida, ya que fue asesinado a tiros en Barcelona y jamás fue resuelto el crimen.

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REDACCIÓN