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Lo explica el prestigioso historiador británico John Lynch, autor de obras de referencia sobre la España de los Austrias y sobre la España borbónica del siglo XVIII : » La rebelión catalana de 1705 no fue espontánea ni popular en su origen sino que expresaba los objetivos políticos de la clase dirigente». » Para la élite catalana la Guerra de Sucesión era la oportunidad de explotar la posición de Cataluña y vender su alianza al mejor postor».

Un papel importante en orientar el papel de la clase burguesa dirigente catalana en aquel momento, como explica Lynch, lo tuvo el abogado y cronista Narciso Feliu de la Peña.  Los proyectos de éste de reorientar el comercio catalán desde su ámbito tradicional mediterráneo hacia el ámbito atlántico del imperio español de América y de que Barcelona fuera la capital económica de España, jugaron un relevante papel en la toma de posición antiborbónica de las instituciones catalanas del momento.

La idea era que el archiduque Carlos convertido en rey de España autorizara el comercio directo desde Barcelona con el imperio español de América, prescindiendo de tener que establecerse en Sevilla o en Cádiz (Cádiz se estaba convirtiendo en la nueva capital del comercio español con América, cosa que sería reconocida oficialmente en 1717).

Sin embargo lo más llamativo es que en las Cortes de 1701, el recién llegado rey Felipe V había ofrecido grandes concesiones a la clase dirigente catalana, tal como reconocen todos los historiadores catalanes, como la confirmación de los fueros catalanes, la formación de una compañía marítima para comerciar con América, que Barcelona fuese puerto libre de impuestos… entonces porque las instituciones catalanas se rebelaron contra Felipe V en 1705 y se aliaron con Inglaterra, Holanda y Austria?

Las crónicas catalanas de la época hablan de algunos pequeños incidentes protocolarios y desacuerdos entre órdenes religiosas, todo lo cual parece nimio. La auténtica razón fue que que las clases dirigentes catalanas decidieron lanzar un gran desafío para conseguir de un lado obtener todo el poder político en Cataluña arrebatándoselo a los virreyes y por otro el comercio colonial ya que el Archiduque Carlos les ofrecía la participación inmediata y total en el comercio con la América española, mientras que Felipe V ofrecía esto de modo gradual.

Pero en ningún caso fue una rebelión separatista ya que precisamente uno de los objetivos clave era conseguir el comercio directo con el imperio español de América, cosa que como es obvio, hubiese sido imposible si Cataluña se hubiera convertido en republica independiente. Ese objetivo comercial explica mejor que nada que las autoridades catalanas nunca hicieran ni plantearan proyectos separatistas en esa guerra. Cómo explica Lynch claramente » la guerra de 1705 no fue una mera defensa de los fueros sino que estaba destinada a servir los intereses de la élite comerciante catalana, deseosa de convertir Barcelona en la capital de los negocios de España, una nueva metrópoli del comercio colonial. No trataban de conseguir la secesión de Cataluña ni el desmembramiento de España, al contrario, luchaban por incorporar el modelo catalán en una España unida»

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Pero la apuesta resultó fallida . Aunque en 1705 – 1706 la causa de Felipe V parecía perdida y Madrid fue tomada por los ejércitos británico portugués y austríaco, Felipe V se negó a rendirse e hizo un llamamiento al pueblo de Castilla, que se volcó en su apoyo. Así pudo organizar un nuevo ejército español y logró dar la vuelta a la situación, con la ayuda de la Francia de su abuelo Luis XIV. Para los castellanos, andaluces, extremeños o gallegos el apoyo a Felipe V era una cruzada religiosa ( ya que los ejércitos británico y holandés cometieron horribles desmanes anticatólicos en buena parte de España) y una lucha por la unidad de la monarquía española.

En 1714 Barcelona fue reconquistada por Felipe V y los fueros e instituciones catalanas quedaron suprimidas. Al final, la gran paradoja fue que los mismos Borbones acabaron concediendo todas las ventajas comerciales a Barcelona, por las que se habían sublevado las instituciones catalanas. Sobretodo Carlos III, quien en la década de 1770 concedió el anhelado comercio directo desde Barcelona con el imperio Español de América, que fue la base de toda la industrialización y la prosperidad de Cataluña.

La paradoja es que si las instituciones catalanas no se hubiesen sublevado en 1705 y hubiesen apoyado a Felipe V (como hicieron las Provincias Vascongadas y Navarra) todo indica que no sólo hubiesen conseguido el comercio directo con América mucho antes sino que hubiesen conservado su autogobierno. En cualquier caso queda claro porque no fue ni pudo ser nunca separatista la defensa de Barcelona de 1714, la presenten como la presenten actualmente quienes cada 11 de septiembre «honran» a Rafael de Casanova con banderas separatistas. Es más que dudoso que Casanova se sintiera «honrado» si viera en símbolo de qué le han convertido.
 
 Y es que, como han señalado relevantes historiadores, en Cataluña y el conjunto de España, al margen del conflicto dinástico, la Guerra de Sucesión puede ser considerada, quizá, como una guerra entre Castilla y Cataluña por el dominio de España y de su imperio, pero nunca como una guerra separatista catalana, pues los objetivos de aquellos catalanes austracistas, eran plenamente «españolistas»

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Fuente: «Los primeros Borbones. (1700-1759). John Lynch.  EL PAÍS. 2007

Autor

Rafael María Molina