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Frente a la historia oficial nacionalista de Cataluña, la historia auténtica de Cataluña es totalmente hispánica. Descubrirla es una aventura apasionante, dado que el nacionalismo ha mutilado y tratado de eliminar al menos el 80 por ciento de la historia de Cataluña. Uno de los muchos ejemplos de ello es lo ocurrido durante el reinado de Felipe V. Un reinado acerca del cual el nacionalismo nos cuenta un relato de opresión, derrota y sometimiento forzado. Felipe V, es, para el nacionalismo, junto con Franco, el supervillano de la historia de Cataluña pero la realidad, como siempre, es muy distinta y está llena de matices.

De hecho, después de 1714 y a pesar del Decreto de Nueva Planta, se fue produciendo una reconciliación progresiva del Principado con Felipe V cuyo largo reinado se prolongaría hasta su muerte, en 1746, (tras una breve abdicación de pocos meses, en 1724), como señalan los historiadores e hispanistas más prestigiosos como Vicens Vives, John Lynch, y muchos otros. Una reconciliación que tuvo como base la política económica proteccionista que ya empezó a adoptar Felipe V y que continuarían sus sucesores y que solo podía beneficiar a Cataluña, como la región más industrial de España, sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo XVIII. Uno de los exponentes más claros de ello fue el creciente número de soldados de origen catalán, muchos de ellos voluntarios, que militaron en los ejércitos de Felipe V, durante las numerosas guerras del primer Borbón hispánico, donde se emplearon grandes contingentes de infantería, ya fuese en el norte de África o en Italia.

Un primer ejemplo muy claro de ello fue lo ocurrido durante el asedio marroquí de Ceuta, que se prolongó nada menos que 33 años, entre 1694 y 1727. Ya vimos como un catalán, el marqués de Gironella, salvó a Ceuta de caer en manos británicas en 1704 al tiempo que la defendía del simúltaneo asedio del Sultán de Marruecos. Pero el asedio moro continuó dando lugar a numerosos combates y contraataques. En 1720 la Corte española organizó un potente ejército de 16.000 soldados, transportado a Ceuta en 5 navíos de guerra, 4 fragatas, un grupo de galeras y una decena de bergantines para romper definitivamente el asedio moro.

Como señala Rubén Sáez Abad en su libro recientemente publicado· “Felipe V. Un reinado en guerra”, el contingente estaba formado por 22 batallones de infantería (de alrededor de 500 hombres cada uno), caballería y un potente tren de artillería. Entre los batallones que participaron en la lucha, había al menos dos de origen catalán, los batallones de Cataluña (que ya formaba parte de la guarnición defensiva de Ceuta) y el de Barcelona. Esta expedición militar española desembarcó en Ceuta y el 14 de noviembre inició su ofensiva saliendo desde Ceuta, contra los 20.000 soldados marroquíes que formaban las posiciones del asedio. Tras varias horas de dura lucha las fuerzas españolas lograron hacer retroceder a los moros causándoles al menos 500 muertos por un centenar de caídos españoles. Pero el sultán Muley Ismail envió nuevos ejércitos en diciembre contra Ceuta, que trataron de asaltar las posiciones españolas y la propia ciudad, pero las fuerzas hispánicas, al mando del Marqués de Lede, rechazaron la invasión marroquí, causando 4000 bajas al enemigo. Tras estas victorias españolas, los marroquíes levantaron el asedio pero lo volvieron a reemprender más tarde hasta levantarlo definitivamente en 1727.

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Otra unidad militar, en este caso de caballería, de origen catalán que tuvo un importante papel en el ejército español de aquella época fue el Regimiento de Dragones de Tarragona, que participó en la expedición española de 23.000 soldados al mando del Conde de Montemar, que en 1732 reconquistó las ciudades argelinas de Orán y Mazalquivir (Mers el Kebir), que entonces pertenecían a España y que habían sido tomadas en 1708 por el “bey” o gobernante argelino al servicio del Imperio Turco. El segundo comandante del contingente naval español en esta fuerza de desembarco era Blas de Lezo. Tras duros combates y bombardeos navales españoles Orán y Mazalquivir fueron reconquistadas en junio y julio de 1732.

El Regimiento de Dragones de Tarragona, (además de otras varias unidades militares con origen en Cataluña), tuvo también una importante presencia en las guerras de Felipe V contra el Sacro Imperio austro alemán de los Habsburgo, uno de cuyos frentes fue Italia, las que se conocen como Guerra de Sucesión de Polonia y Guerra de Sucesión de Austria, en las décadas de 1730 y de 1740. En el primero de estos conflictos el ejército español derrotó al austríaco y reconquistó Nápoles y Sicilia (que se habían perdido en la Guerra de Sucesión Española). Varias compañías del Regimiento de Dragones de Tarragona tomaron parte en la batalla de Bitonto cerca de Nápoles, el 25 de mayo de 1734. En esta batalla el ejército español, de 12.000 hombres, derrotó completamente al ejército austroalemán, de casi 10.000, causándole más de 1000 muertos y 2000 prisioneros. Tras esta batalla, poco después se rondieron definitivamente las fuerzas imperiales germánicas en el sur de Italia. Felipe V fundó entonces el reino de las Dos Sicilias, cuya corona entregó a su hijo, el infante Carlos casi adolescente entonces, quien 24 años más tarde, en 1759 se convertiría en rey de España como Carlos III.

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En definitiva, volveremos sobre este interesante tema de la presencia militar catalana en el ejército borbónico del siglo XVIII, y concretamente el de Felipe V, otro de los muchísimos temas de la historia de Cataluña, que oculta el nacionalismo.

Autor

Rafael María Molina