21/11/2024 13:04

En septiembre de 1999, los Reyes de España inauguraron la exposición conmemorativa del 75º aniversario de Radio Barcelona. Uno de sus espacios estaba dedicado al atentado contra el Almirante Carrero Blanco: (…) Al entrar en él, el rey Juan Carlos se me acercó a un palmo, como si fuera a hacerme una confidencia. Y me dijo: “Si esto no hubiera ocurrido tú y yo no estaríamos ahora aquí”. “Yo no, usted no lo sé”, contesté. “Yo tampoco”, me dijo. E insistí: “¿Por qué?”. “Porque las condiciones que Carrero me habría puesto yo no las habría podido aceptar” (Josep Ramoneda, periodista, filósofo).

«Meses después de su toma de posesión, el Almirante tuvo una audiencia con el entonces Príncipe de España, quien le pidió que, si se producía el fallecimiento de Franco, esperaba de su lealtad la presentación de su renuncia. Carrero accedió.» (Carmen Franco).

Todo cuadra. Una cosa es que Carrero hubiera dimitido, y otra, como el propio Juan Carlos reconocía, es que hubiera contemplado impasible la destrucción de España por él decidida. Y es que Carrero era el único que podía truncar, reconducir o ralentizar, o de todo un poco a la vez, los planes tanto de Juan Carlos como de otros muchos. O, si se quiere, era el único a quien él y los demás, de fuera y de dentro, temían que pudiera hacerlo; con esto último bastaba.

En 1973 estaba claro para todos que el Caudillo se moría, la Naturaleza le vencía, era cuestión de poco tiempo; y lo mejor para todos, también, era que muriera en la cama y de forma natural, pues mantenía incólume su prestigio de siempre, aún capaz de movilizar a los españoles que eran mayoría, celosos de nuestra soberanía, independencia, integridad territorial, libertad y prosperidad. Pero Carrero era otra cosa, pues estaba en el cenit de sus facultades físicas y mentales, poseía una experiencia de gobierno acumulada idéntica a la de Franco, y lo sabía todo.

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Por eso, cuando fue asesinado, todos lo celebraron:

Los EEUU porque querían una España “democrática liberal”, pieza esencial de su influencia sobre cualquier nación, régimen político que les permite, aplicado como ellos lo hacen, el divide de la partitocracia y vencerás, la contaminación de la corrupción que le es inherente, el reparto de favores y el uso de la arbitrariedad, la manipulación y control mediático, la imposición de su depravada cosmovisión del ser humano, en fin, el dominio totalitario, eso sí, con la cara amable del lobo con piel de oveja.

Los EEUU no podían consentir que España ingresara en el club de los países poseedores de capacidad nuclear militar, obsesión de Carrero que, mediante el proyecto Islero, estaba a punto de lograr.

Los EEUU no querían un Sáhara español, ni menos aún independiente, sino solo y únicamente marroquí por razones geoestratégicas evidentes, por la solidez de su alianza con el estable y fiable régimen feudal y totalitario alauí, y por los inagotables yacimientos de fosfatos; unido todo ello al control del Estrecho.

Los EEUU necesitaban, también, lanzar un aviso a navegantes que sirviera a otros de ejemplo de lo que les podía ocurrir, de hasta qué punto eran y son capaces de llegar conforme a la máxima de John Foster Dules (Secretario de Estado norteamericano 1953-59): “EEUU no tiene amigos, solo intereses”.

La URSS, a pesar de su incipiente declive, porque quería la revancha sobre la España que la venció en la guerra y más aún en la paz, y por creer que, por historia, idiosincrasia y situación geopolítica, podía servirle de nuevo campo de batalla en su confrontación planetaria con los EEUU.

Juan Carlos y otros y muy numerosos enemigos internos de España como él, porque prácticamente les iba la vida, su futuro, en la destrucción de España pues, carentes del mínimo patriotismo y sin escrúpulo alguno, anteponían sus deleznables intereses particulares a los de ella y de los españoles.

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La Masonería, que como ocurre con las meigas, de nada sirve no creer en ella, ya que existir, existe, porque de la mano de unos y otros volvería al único país de donde había sido expulsada.

La muerte de Carrero Blanco beneficiaba a todos, por eso todos la celebraron. Bueno, menos el Caudillo, quien, en el consejo de ministros de aquel luctuoso día, entre sollozos contenidos, dijo. “Han cortado el único hilo que me ataba a este mundo” (Testimonio directo de José Utrera Molina).

Paradójicamente, con su asesinato, le dieron la razón al propio Carrero, quien, en 1952, cuando se negociaba el primer acuerdo bilateral hispano-norteamericano de amistad y cooperación, le había dicho al Caudillo: “Excelencia. No nos quieren, pero nos necesitan. Cuando no nos necesiten nos destruirán”. Y así fue, no sólo a él físicamente, lo que desde luego no pudo imaginar, sino a España, como hoy vemos.

Lo de menos del magnicidio son sus ejecutores materiales y el modo. Lo que de verdad importa, como en todo crimen, es el móvil, el quién de verdad y el por y para qué.

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Francisco Bendala Ayuso
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Rafael F.

Y en ello están. Nuestras «aliados», con comillas, son nuestros peores enemigos, sin comillas.

Ramiro

Totalmente de acuerdo con el artículo, y con usted.
Nuestros «aliados», en realidad, son nuestros mayores enemigos, desde hace siglos: Cuba, Filipinas, etc.

Aliena

Hay muchos nefastos acontecimientos en la Historia de España, en especial en los últimos dos siglos, pero éste, además de la rabia acostumbrada, me produce también una inmensa congoja.

Dacasper

Ya, ya. Pues bien que Franco recibió a Eisenhower y aceptó poner unas basecitas en su querida España! ja ja ja

JCrespo

Los responsables primeros de ese acto, como se sabe, son los mismos que tienen a nuestro País actualmente en las últimas. Sería posible tener peor enemigo? No.
Claro está que sin la colaboración de tantos políticos nuestros (este último Presidente lo está bordando) no hubiera sido posible. Que es el verdadero horror de la cuestión, además de la sarta de falsedades para ocultarlo todo.

Hakenkreuz

Juan Carlos I, rey emérito, tiene la invalorable oportunidad de arrepentirse sinceramente y no dejar pasar los últimos años de su vida sin pedir perdón humildemente a los españoles por el daño aterrador que infligió a España y a dos generaciones de españoles desde que en 1969 jurase ante las Cortes las Leyes Fundamentales y los Principios del Movimiento bajo la seria advertencia ante las Sagradas Escrituras, con Dios Todopoderoso por testigo, de que de no cumplir con lo encomendado por el Caudillo para bien de España, «…que Dios os lo demande». Por mucho poder que la Monarquía española tenga, no es nada frente a Dios. Nadie resiste el desafío a Dios mismo, tarde o temprano la pagará por toda la eternidad. Así nos lo han confirmado innumerables santos hasta hoy, y así se cumple inexorablemente. Así que la soberbia no le servirá a nadie de nada en absoluto, salvo para garantizar su tortura eterna en el infierno. Y España, esté como esté, y sin duda está horrorosamente mal (especialmente en lo moral), es la nación a la que Dios ama más de entre todas las naciones, porque es la que más hijos fieles le ha dado en toda la historia de la Cristiandad. Y eso Dios no lo olvida ni lo dejará pasar en su infinita Misericordia y generosidad, por muy duro que el calvario nos resulte a estas alturas, sin duda. El triunfo de Dios será incontestable, no obstante, conviene que el emérito reconozca humildemente su fatal error cometido en 1976 en bien de España y de él mismo teniendo en cuenta que no podrá eludir la Justicia del que es Juez Justo para la eternidad.

Y respecto al Almirante Carrero Blanco, que en gloria esté junto a los que han amado siempre a Dios y a España (que son los mismos), no es de extrañar su perspicacia con respecto a USA, totalmente acertada (excelente artículo, señor Ayuso). Ese hombre sí que era sabio y bueno para España, por eso lo eliminaron miserablemente (los buenos serán martirizados, nos advirtieron en Fátima). USA, NACIÓN ENEMIGA de España y amiga de satanás (conste que no en el sentido que lo dicen los seguidores del falso profeta Mahoma, sino según el NT y las enseñanzas del Señor) no reconocerá nunca el daño causado a España (bastante costó que reconociesen el accidental hundimiento del Maine en La Habana, sin pedir perdón a España por esa guerra injusta), pero su responsabilidad habrá de afrontarla en el Juicio de las naciones según Mt 25, 31-46. Y, desde luego, mejor sería que los católicos de esa nación pensasen en abandonarla, por lo que pueda acaecer en ella en lo sucesivo. USA quiso enaltecerse como Cafarnaúm. Más bien hasta el Hades se hundirá. Veremos si el Juicio Final le es tan favorable como la presunción de millones y millones de sus gentes creen. Mucho mal han extendido por el mundo, aunque su arrogancia y soberbia lo niegue. Ellos son corresponsables de la propagación de los errores de la Rusia comunista de Stalin por el mundo, como los de la China actual. No rectifican, no se arrepienten, no hacen penitencia y no cambian, insisten en sus errores. Que Dios se apiade de los justos de allí.

Hakenkreuz

Pues no le falta a usted razón, por desgracia (que gracia no tiene ninguna). Gracias por señalarlo, no obstante, que también se debe arrojar luz sobre ello, faltaría más, en honor a la santa verdad. Y, además de las bases militares, cedió el Rif, Cabo Jubi y Sidi Ifni por imposición militar de USA, lo que al propio Franco, que se dejó la sangre allí y donde hizo su brillantísima carrera militar, no le pudo haber sentado peor. Recuérdese que Franco llegó a discutir apasionadamente con su superior, Miguel Primo de Rivera, en contra de abandonar la tierra española del norte de África, como sostenía éste último por puras razones políticas (impopularidad de llevar a muchachos españoles de reemplazo a cumplir servicio militar allí) frente al patriotismo probado del primero, aunque por desgracia no muy ampliamente compartido.

Franco abrazó, sí, a Eisenhower, porque que no le quedó otro remedio y estimó que era mejor para España ceder el norte de África y las cuatro bases militares, a ser arrasada y destruida España militarmente como lo fue nuestra aliada Alemania en 1945, aparte de violadas sus mujeres, niñas y ancianas por millones, como las de aquella nación hoy devastada moralmente, por las tropas demo comunistas de USA-UK-URSS, que la cuestión racial también importa y el odio que desató y desata aún hoy día la propaganda de los anticristos marxistas y demócratas, eso sí, sin la más mínima comprensión del mensaje del caudillo alemán sobre la cuestión «racial», siempre estuvo presente. Y todo buen español no querrá, como Franco no quiso, la brutal bastardización de nuestro pueblo (hoy ampliamente lograda en democracia, por desgracia), como sí la impusieron a los perdedores germanos sus demoníacos y depravados violadores y proxenetas vencedores. Y Franco no quiso ese destino para España y nuestras madres y abuelas. Por ello, no le quedó más remedio que capitular con esas condiciones impuestas por la putrefacta democracia yankee, poseedora de una aplastante superioridad militar, porque la infernal URSS y los suyos, no eran aliados como todo el mundo sabe y entiende. Por cierto, los términos infernal y demoníaco, como todo católico sabe o debería saber por la revelación de Dios Nuestro Señor, están conforme al mensaje de Fátima (1917) y de Santa Faustina Kowalska (1931/1938) referentes a Rusia, Polonia y otras cuestiones. Que luego afirman que eso son cosas de «integristas», «intolerantes» y «fanáticos».

Pero lo que no se debe olvidar es lo que el autor del artículo muy brillantemente nos describe sobre lo que el Almirante Carrero Blanco afirmó a Franco (porque tienen acceso a archivos que la mayoría de historiadores o aficionados no tenemos): “Excelencia. No nos quieren, pero nos necesitan. Cuando no nos necesiten nos destruirán”. A esto es a lo que hay que prestar atención. España no podía luchar contra el satánico comunismo y, a la vez, ser enemigo de las democracias. Demasiado peligro de destrucción física, incluso solo por hambre impuesta con bloqueo mal llamado «autarquía». No hubo otra solución que la capitulación a USA.

Por eso España necesita su propio lebensraum incorporando de nuevo a Hispanoamérica y países de pasado español con nuestros compatriotas de toda la tierra, que no aceptan la leyenda negra, en una Cristiandad española poderosa que, con un poderoso ejército intercontinental cimentado en la fe en Cristo y recursos naturales suficientes (petróleo, especialmente), además de centenares de millones de españoles católicos en hermandad, no se deje imponer y avasallar en Europa y América, por esas perversas ideologías y sistemas de anticristos que la han llevado a la ruina moral y física de sus gentes. Esa es la tarea del caudillo católico y de su ejército que ha de estar por venir y reunirse cuando Dios lo estime apropiado.

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