11/05/2024 15:58
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Hace unos días hemos vivido en este País, antes llamado España, una demostración de «el Apagón virtual», en realidad de inteligencia y de falta de ética y moral, que de forma cada vez mayor mantienen los llamados políticos democráticos. Y me refiero a varios, que les voy a ir desgranando, porque, la verdad, es difícil no hablar de todos ellos, aunque si hiciéramos eso tendríamos la necesidad de una enciclopedia, no de un artículo en un periódico digital.

 

Veo, digo, al señor, por llamarle de alguna forma, Moreno Bonilla, actual presidente de la Junta de Andalucía, que es un reino más de taifas, de los 17 que hay en esta España en la tribuna de su Asamblea taifeña. El citado individuo se dirige a la Asamblea o como se llame de su comunidad autónoma y, en vista de que los que le facilitaron llegar al poder, no están dispuestos a seguir tragando con el habitual mangoneo y falta de cumplimiento de los acuerdos, acuerdos que se utilizaron para ese menester, el de hacerle presidente, pues que ya no le van a dar más votos a favor, sobretodo a unos presupuestos, que en varios puntos son contrarios a los acuerdos firmados entre ambas partes, o sea VOX y Partido Popular.

 

Y digo que veo con estupor, como el citado señor Moreno Bonilla, se dirige a la bancada donde se sientan los diputados socialistas. No me lo puedo creer, repite hasta tres veces, igual que cuando Pedro negó a Cristo, su ofrecimiento de llegar a un acuerdo para aprobar dichos presupuestos autonómicos. Estas entre otras son las frases del locuaz presidente: ¡Como gesto de que es posible llegar a un acuerdo!¡ ¡Y de que «La puerta está abierta»! ¡Si ustedes quieren, pueden! Y así, una y otra vez, de una manera que solo tiene un calificativo, ¡Vergonzoso!

 

El tema está en que, si no se aprueban dichos presupuestos, el índice de probabilidades de llegar a nuevas elecciones autonómicas se adelanta peligrosamente, y claro está, Moreno Bonilla no es un lince, pero es consciente de que en las últimas autonómicas tuvo el peor resultado en número de votos y escaños desde que el Partido Popular se presenta a estas elecciones. Números en caída, números en una espiral de una escalera que desciende y desciende. Y a pesar de todo, este señor es consciente, increíblemente, de que él no es Ayuso.

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Yo le daría un consejo, que tampoco es que sea de gran inteligencia, pero sí evidentemente práctico tras ver el aumento espectacular de escaños de su partido en Madrid. Mire usted, hay cosas que están claritas como el agua: Que «Ciudadanos» va de capa caída, mejor dicho: va derecho al desastre y seguramente a desaparecer o casi. El Partido Socialista está tocado del ala, tiene a un Sátrapa al mando que ha demostrado que su interés por el bienestar de los españoles es cero, mejor dicho es negativo. Es un presidente que solo consigue que le abucheen en los actos en los que se presenta. Finalmente, la popularidad del señor Moreno Bonilla es buena, pero ni de lejos la de Ayuso.

 

Si ese señor, Moreno Bonilla, conjugase los datos anteriores con el que no ha cumplido lo firmado con VOX en los acuerdos de investidura, que está con las manos abiertas a los niños, ¡pobres niños!, que vienen del norte de África, pero que no caen muy bien en la mayoría de los sectores, por temas de que como niños les da por hacer trastadas. Que si bien el paro y el trabajo solo repuntan en ciertos sitios, curiosamente en ninguno gobernado por «la PSOE», y que hoy por hoy VOX no le ha dejado colgado a él, sino que es al revés, y para finalizar, que sus amigos de Ciudadanos y de «la PSOE», se ponen de acuerdo en cuanto pueden, para echar a la calle a las masas en contra del Partido Popular y de echar a la calle, o sea quitarle el desgobierno a gente como su colega el presidente de Murcia, yo lo pensaría.

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Mire usted, yo me lo haría mirar, porque está usted jugando con fuego y atacando al único partido político que le puede echar un cable en lo bueno y en las horas malas. Pero claro, «el apagón intelectual» también ha llegado a Andalucía, igual que al resto de España y, sobre todo, a las clases políticas, según ellos mismo autodenominadas democráticas, porque lo de democráticas habría que verlo. Mismamente, en el último mes el Tribunal Constitucional, que tampoco es ejemplo de nada, le ha sentenciado cuatro veces a sus, queridos por usted, futuros socios de desgobierno, por saltarse alegremente la Constitución. Algo, que en cualquier País Democratico, sería motivo de dimisiones, nuevas elecciones y replanteamientos varios en la conducción del País y en el concepto que los ciudadanos tengan de sus políticos.

 

En este País, los ciudadanos no son votantes, son hooligans, son más parecidos a un socio del Atlético de Madrid, que están dispuestos a sufrir lo que sea, antes de ponerse serios con los mandamases del equipo, en este caso los del desgobierno, y así nos va. Y hablando de todo un poco…, ahí lo dejo…