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Cuando la ciudadanía observa los recelos, los rifi rafes y los encontronazos de la supuesta derecha, no puede evitar la reflexión de que la clase política, responsable en primera línea, no es consciente de lo que se juega España. Nada indica que haya voluntad de entendimiento comprendiendo que el enemigo no se encuentra en las filas de los que deberían ser aliados ideológicos, incluso con las discrepancias. Otra cuestión agravada es alimentar hostilidades que juegan en contra de ellos mismos y los millones de ciudadanos que representan. No es el camino la disensión facilitando la estrategia de la ultraizquierda monclovita. La indecisión o la decisión equivocada de Feijóo ha conseguido que el dimitido Fernández Vara reconsidere la derrota en Extremadura y se rearme presentando su propia investidura. La oxigenación del nacionalista gallego encubierto Feijóo es obscena, cuando peligra la decisión de sus votantes que pueden ver en otras autonomías la disposición del PSOE a recuperar lo perdido gracias al traidor capaz de todo para no pactar con VOX.
Seguro que Díaz Ayuso y García Albiol lo harían mejor como líderes legítimos de los populares. Se equivoca una vez más el decepcionante líder de la Oposición. VOX y PP deberían presentar un aval de confianza que garantice la colaboración para extirpar el cáncer sanchista de cara a las elecciones del 23 de julio. Algo así como un pacto por futuros entendimientos, una declaración de intenciones válida para no desorientar ni desmotivar a los electores que desean la unión de la derecha y acudir a las urnas con cierta convicción de que los representantes políticos entienden la voluntad de la ciudadanía, según las conclusiones demostradas con los resultados del 28 M.
Lejos de ser un hándicap el tiempo escaso para llegar a acuerdos en las autonomías podría facilitar una simple declaración de intenciones pactadas, un «por lo pronto estamos dispuestos a entendernos» a la espera de entrar en materia una vez Sánchez sea desalojado de La Moncloa. Si las discrepancias ideológicas han obstaculizado las alianzas, al menos quede constancia de que existe consciencia sobre el sentido de urgencia para salvar la trampa que prepara Sánchez este verano, convocando elecciones con previsible descenso de participación. El único obstáculo para converger es un incongruente Feijóo dispuesto a favorecer la campaña de Sánchez contra Santiago Abascal.
Todos los años, a poco que hay oportunidad para manifestarlo, asoma la voluntad popular que desea el brindis de una alianza entre los partidos de la derecha por conseguir la solidez ideológica necesaria, incluso con las diferencias, para mantener y ganar el pulso ante la fusión de la ultraizquierda que ha radicalizado el Gobierno de España. Sólo una declaración de intenciones por el buen entendimiento podría ser la base efectiva para presentarse a las Elecciones Generales con una tranquilidad que merecen los votantes después de estos últimos cuatro años de suspense y padecimiento. Este gesto de solidaridad sería una muestra generosa de responsabilidad política que concentraría los esfuerzos en sacar a Sánchez de La Moncloa, con un carácter colaborativo que necesita España ante los últimos coletazos del socialcomunismo que echará el resto de juego sucio para reeditar una legislatura equivalente, literalmente, a la destrucción de la España constitucionalista. El problema es que Feijóo no desaparece.
Autor
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Editor de ÑTV ESPAÑA. Ensayista, novelista y poeta con quince libros publicados y cuatro más en ciernes. Crítico literario y pintor artístico de carácter profesional entre otras actividades. Ecléctico pero centrado. Prolífico columnista con miles de aportaciones en el campo sociopolítico que desarrolló en El Imparcial, Tribuna de España, Rambla Libre, DiarioAlicante, Levante, Informaciones, etc.
Dotado de una gran intuición analítica, es un damnificado directo de la tragedia del coronavirus al perder a su padre por eutanasia protocolaria sin poder velarlo y enterrado en soledad durante un confinamiento ilegal. En menos de un mes fue su mujer quien pasó por el mismo trance. Lleva pues consigo una inspiración crítica que abrasa las entrañas.
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