14/05/2024 20:18
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Probablemente al leer el título  pensarán que hablaré de los diez Mandamientos, o de las que rigen la Creación. Pues no Lo ordenado por el Creador no interesa ya en  nuestros días a la Sociedad actual que, dando pruebas de que cuando se abandona a Dios se vuelve uno bestia. Las “leyes sagradas” a las que me refiero son otras, aunque evidentemente, en realidad son leyes “de risa”.  Uno  de esos “ordenamientos” que  te aíslan en el mundo intelectual si  las traspasas, es el que vemos claramente denunciado por don Eduardo García o en su comentario sobre la reacción de esas almas sensibles de los políticos de la Izquierda y también los de la Derecha, ante la osadía de Carla Toscano dejando en pelotas a Irene Montero.

Mi reacción ha sido idéntica la del escritor y luchador que tanto asusta a los moderados de la derecha y a los  criminales de la izquierda. A mí,  ese episodio, mayormente me divirtió y me hizo carcajearme.

Evidentemente la vida política debe disfrutar de autonomía absoluta frente a la vida familiar y en el Parlamento  no se pueden y ni deben mezclar los campos.      Allá la responsabilidad de cada parlamentario con su vida privada. Ahora bien la cosa cambia cuando la vida pública  esta cimentada y sostenida sobre la vida privada del hombre público, como es el caso de Irene Montero. Porque,  díganme ustedes,  ¿qué méritos sostienen a la Ministra de la Igualdad para ser lumbrera de Sanchez, si separamos del poder reconocido de la bragueta del “macho alfa”?

Cuando la inteligente y valiente Carla Toscano hizo lo que  los moderados del PP no se atreven a resaltar se limitó a dejar constancia de un “hecho político”: Que todos los méritos de la titular del ese ministerio inútil y despilfarrador, se reducen a ser la pareja de Pablo Iglesias, un hecho que no tiene nada de “vida privada” sino que es clave en la vida pública de la ministra podemita.    Es indudable que Irene Montero no sería nada sin la multicultural y poderosa bragueta  de Pablo Iglesias que ha poblado el Parlamente de féminas. No seamos, pues, sofistas y ni tratemos de hacer pasar por vida privada lo que es esencialmente vida pública.  Carla Toscanao se limitó, por lo tanto,  a destacar algo tan evidente como el brillo de la realidad a la luz deslumbradora del mediodía en un día sin nubes del mes de julio.

 La parlamentaria de Vox supo describir en  una frase breve todo el mérito de los éxitos políticos de Irene, — conocidos de todo el mundo—tienen como resumen preciso e indiscutible,  que toda su ciencia política se limita al conocimiento profundo e íntimo del macho alfa.

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No cabe duda que debemos preguntarnos: ¿Y la proclamación de esta realidad  innegable escandaliza a la derechona cobardica que se apresura en salir en la defensa de la ministra comunista? ¡Triste PP que se identifica con el rojerío, con el rojo escarlata de Podemos y con  el rojo, “un tanto aguando”, –pero rojo– del PSOE!

No entiendo, sinceramente, ese complejo de la derecha ante la izquierda que les hace guardar silencio  ante los descendientes de los derrotados en  1939. ¿Alguien me lo puede explicar? ¿Qué ha hecho la izquierda en los últimos ochenta años que le permita auto atribuirse una superioridad que solo brilla en crímenes y latrocinios, en destrucción y caos?

Creo que es hora ya de que reaccionar con más vigor cuando  tratan de imponer al pueblo español,  costumbres se convierte en leyes como la que combato en este escrito,  –la defensa de los políticos camuflando sus errores públicos de vida privada–.

Lo  gracioso de estas  nuevas leyes sagradas es que luego son intocables como lo hemos visto repetidas veces,  de tal forma que nos tragamos el quebrantamiento de leyes superiores como si fueran mosquitos  y convertimos en elefantes  preceptos nacidos usos sin más fuerza que  el haber nacido a la sombre de la “elegancia” en sus diversas formas.  Resulta muy elegante no aludir a la vida de unos políticos que no se respetan lo más mínimo y deberían formar parte de círculos tan prestigiosos como el de los mafiosos, macarras, o narcotraficantes. ¡Pero ellos son políticos y su vida privada es, eso, “su vida privada siempre respetable!”. ¡Cuánto cinismo e hipocresía en los escritores! Por suerte el pueblo sano  tiene ideas más claras y no separa la vida privada de la pública en los políticos y suele llamar las cosas por su nombre olvidándose de la “elegancia” y del respeto a esas leyes sagradas de las que he destacado la más conocida y aceptada.

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Bien está lo que está bien… pero sin pasarse. Confío en  haberme sabido explicar.

Autor

Gil De la Pisa
Gil De la Pisa
GIL DE LA PISA ANTOLÍN. Se trasladó a Cuba con 17 años (set. 1945), en el primer viaje trasatlántico comercial tras la 2ª Guerra mundial. Allí vivió 14 años, bajo Grau, Prío, Batista y Fidel. Se doctoró en Filosofía y Letras, Universidad Villanueva, Primer Expediente. En 1959 regresó a España, para evitar la cárcel de Fidel. Durante 35 años fue: Ejecutivo, Director Gerente y empresario. Jubilado en 1992. Escritor. Conferenciante. Tres libros editados. Centenares de artículos publicados. Propagandista católico, Colaboró con el P. Piulachs en la O.E. P. Impulsor de los Ejercicios Espirituales ignacianos. Durante los primeros años de la Transición estuvo con Blas Piñar y F. N., desde la primera hora. Primer Secretario Nacional.