01/06/2024 10:59
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Hace poco me animé a escribir un pequeño y sencillo artículo sobre la complicada situación en él, tristemente, actual Emirato Islámico de Afganistán, y los problemas que puede ocasionar a Europa y los aliados de la OTAN; y eso que Afganistán está lejos de las fronteras europeas, pero parece ser que nos atemoriza más, o lo vemos más amenazante que un peligro que tenemos al borde de nuestras fronteras, y que es nada más y nada menos que el extremismo islamista en la extensa región que llamamos El Sahel.

El Sahel es la inmensa región comprendida entre el desierto del Sahara al norte y la sabana de Sudán al sur, que se extiende por 5.900 km desde el Océano Atlántico en el oeste hasta el Mar Rojo en el este, con un ancho que varía de varios cientos, hasta los mil kilómetros, cubriendo un área de 3.053.200 kilómetros cuadrados, que atraviesa nada más y nada menos que 14 países.

Tradicionalmente, la población de El Sahel ha estado compuesta por tribus seminómadas, con una economía de subsistencia dedicada al cultivo y cría ganado en un sistema de trashumancia, siendo común en las tribus del Sahel occidental, la práctica de la poligamia, el matrimonio infantil, y la mutilación genital femenina (que se tiende a practicar en todo el Sahel).

Pues bien, con estos antecedentes no es de extrañar que organizaciones terroristas como Boko Haram y Al-Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) hayan visto en esta región un terreno estupendo donde establecerse y cometer sus atrocidades.

Podemos decir que los problemas en El Sahel, aunque viniesen de antes, comenzaron en el 2002, en Nigeria, cuando un clérigo radical islamista, llamado Mohammed Yusuf, decidió crear un grupo terrorista llamado Boko Haram con el objetivo de establecer la ley de la Sharia, no solo en Nigeria, sino en todo el mundo musulmán. Aunque el infame Yusuf fue abatido en una operación policial en 2009, ya había brotado la semilla de odio que había plantado, y su sucesor Abubakar Shekau decidió aumentar el nivel de atrocidades que Boko Haram estaba cometiendo, hasta el punto de que en 2011 el Gobierno de Nigeria tuvo que decretar el Estado de Emergencia en cuatro de sus Estados, tras una serie de atentados cometidos por la organización. En 2013 el líder del Boko Haram ordenó un ataque contra una escuela en el Estado de Yobe (6 de julio de 2013) en el que fueron asesinadas 42 personas, la mayoría estudiantes. Como este ataque debió de saberle a poco en febrero de 2014 ordenó quemar vivos a 60 estudiantes de una escuela cristiana, y abril de ese mismo año ordenó secuestrar 276 niñas (de entre 12 y 16 años) de un colegio femenino de la ciudad de Chibok, para que ejercieran de esclavas sexuales de sus hombres, llegando a declarar el 5 de mayo que “Alá me ordenó que las vendiese… y yo me encargo de cumplir sus órdenes” “La esclavitud está permitida en el Islam”, declarando que “las niñas no deberían ser escolarizadas, sino servir como esposas”. 

No contento con ordenar estos, y otros terribles ataques, el líder Shekau decidió en agosto de 2014 proclamar la creación de un Califato en el norte de Nigeria, y en 2015 su organización declaró su lealtad al DAESH.

Hasta el suicido, el pasado 21 de mayo, de este siniestro personaje que fuera Abubakar Shekau, el Boko Haram ha sido el culpable de alrededor de 30.000 asesinatos, y del desplazamiento de unos tres millones de personas, y eso que el conflicto en Nigeria sigue sin acabar.

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Una vez expuesta la situación en Nigeria, nos debemos de trasladar al vecino Mali, al Golpe de Estado de 2012 que desposeyó al Presidente Touré, en la que los rebeldes Tuareg tomaron el control de su legendaria ciudad de Tombuctú, aquí apuntar que la revolución Tuareg se inició, a parte de por el abandono de su pueblo por parte del Gobierno central de Bamako, por el retorno a Mali de miles de Tuareg que habían servido en el Ejército de difunto Presidente de Libia, Coronel Gadafi. En este punto debemos señalar que los rebeldes tuareg, en su mayoría eran seculares, pero enseguida aparecieron las organizaciones islamistas, con todas sus variantes, desde el Boko Haram, a Al Qaeda del Magreb Islámico, al grupo Yihad en África Occidental (el diablo parece que los junta a todos).

El caso es que los islamistas acorralan a los seculares tuaregs, y toman el control, estableciendo la sharía en la región, provocando que el 24 de septiembre de 2012 el Gobierno de Malí se dirija a las Naciones Unidas solicitando la intervención de la fuerza militar internacional para que ayude al Ejército de malí a frenar el avance a los rebeldes. El 20 de diciembre de dicho año el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas autorizó el envío de una fuerza militar conjunta, en respuesta a la petición del Gobierno de Bamako.

La misión recayó en Francia país que desde el 11 de enero de 2013, al 13 de julio de 2014 realizó una exitosa intervención militar, en la que junto a las fuerzas del ejército de Malí culminaron con la recuperación de Tumbuctú.

Finalmente el 1 de agosto de 2014 Francia dio paso a la operación Barkhane en toda la zona del Sahel, especialmente en Mauritania, Malí, Burkina Faso, Níger y Chad, con el fin de combatir el terrorismo islámico dejando a cargo a los cascos azules quienes decidieron intervenir militarmente en Malí para su protección a través de la misión denominada MINUSMA. 

Cabe destacar que dentro de la Operación Barkhane participa un contingente español compuesto por 400 soldados de la legión, y dos aeronaves, misión en la que he España ya ha tenido una baja.

Aunque con estas intervenciones se ha podido frenar el avance islamista, y asegurar la capital de Malí, Bamako, así como territorios del centro del país, el conflicto está lejos de solucionarse, estando en constante ebullición.

En este punto me gustaría comentar que en pleno auge del conflicto, estaba destinado como Embajador del Reino de España en Malí un buen amigo mío, y que a él y a su familia les tocaron vivir los momentos más duros del conflicto, las amenazas de los rebeldes islamistas sobre Bamako, los terribles ataques terroristas como el asalto al Hotel Radisson Blu (hotel de referencia del personal Diplomático, y sus familias, en Malí), o las peligrosas visitas a los destacamentos de las tropas españolas y francesas destacadas en Malí. Aquí solo puedo decir que mi amigo, y su esposa, cumplieron estupendamente con su papel de representantes de España en la región, en tan terribles momentos.

Y a estas misiones e intervenciones que hemos mencionado habría que añadir la Operación Libertad Duradera-Trans Sáhara, iniciada y liderada por Estados Unidos en 2007, misión de la que casi nadie en España, o muy pocos, han oído siquiera mencionar.

Conclusión, a menos de 2700 kilómetros de la frontera sur de Europa tenemos un caldo de grupos terroristas islamistas radicales que, no contentos con establecer la más cruel y rígida interpretación de la sharía en los territorios que controlan, desean expandir la yihad contra las naciones que están apoyando las misiones internacionales que están controlando, sino frenando, su expansión.

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Afganistán está a 4500 kilómetros de la frontera este de Europa, y supone una gran preocupación a día de hoy, pero como ya he mencionado, a 2700 kilómetros tenemos un territorio que atraviesa 14 países plagado de grupos terroristas islamistas, tan, o incluso más, peligrosos que los Talibanes.

Teniendo en cuanta esta situación, el Gobierno del Reino de España presentó, en un extraño alarde de previsión, al Fondo Fiduciario de Urgencia de la Comisión Europea un proyecto para crear Grupos de Acción Rápida, Vigilancia e Intervención en el Sahel (GARSI Sahel). Siendo aprobado en junio de 2016 por el Comité ejecutivo de dicho fondo, con una dotación de cerca de 42 millones de euros.

El objetivo principal del proyecto es crear en los países del G-5 Sahel (Burkina Faso, Chad, Mali, Mauritania y Níger), y también Senegal, unos Grupos de Acción Rápida (GAR) a semejanza de los que tiene España. 

En el proyecto, liderados por la Guardia Civil, participan la Gendarmería francesa, la Guardia Nacional Republicana de Portugal y los Carabinieri de Italia, estando, en origen, previsto que se desarrollase durante 46 meses, pero de momento, los países beneficiarios han solicitado una continuidad en el proyecto para poder ampliar el número de unidades GARSI. 

Este tipo de misiones son de vital importancia, y tanto la Unión Europea, como los Estados Unidos de América, y demás países de la OTAN, deberían de fomentar la participación en este tipo de misiones, con el fin de apoyar a las fuerzas militares de las Naciones que, la mayoría de las veces con desesperación, piden la ayuda internacional para intentar frenar el avance del terrible islamismo radical.

En especial Europa no puede mirar hacia otro lado, y dejar que en estas 14 naciones que componen la región de El Sahel, en especial Burkina Faso, Mali, Chad, Senegal, Mauritania, Níger y Nigeria, hagan frente solas al extremismo de los grupos terroristas islámicos, pues de ser así, tarde o temprano, nos veremos en la triste situación por la que está atravesando Afganistán, con la diferencia que estos países los tenemos 2000 kilómetros más cerca que Afganistán.

Por lo que, a parte de las intervenciones militares, y las misiones de entrenamiento, sería necesario estudiar la creación de un auténtico “Plan Marshall” en estos países, con el fin ayudar a la, no solo reconstrucción, sino en muchos casos construcción, de la estructura estatal que necesitan y que, en la mayoría de los casos, estas naciones, por culpa de la corrupción, y otros males endémicos, adolecen.

Catón “El Viejo” en la última de las Guerras Púnicas entre Roma y Cartago, decía que Roma, y el modo de vida que entonces representaba, solo estaría a salvo cuando Cartago fuera, no solo ocupada, sino destruida, y así en todos y cada uno de sus discursos en el Senado finalizaba con “Carthago delenda est” (Cartago debe ser destruida).

Pues bien, desde mi humilde punto de vista, Europa, Occidente, solo podrá estar a salvo cuando estos grupos terroristas sean destruidos, y para ello debemos de estar atentos a lo que ocurre al sur de nuestras fronteras, en El Sahel.