02/05/2024 07:39
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Juan Rada. Decano de los periodistas de crónica negra. Ha sido director de varios diarios y del semanario de sucesos ‘El Caso’. Interviene habitualmente en programas de TVE, Cuatro, La Sexta, Telecinco, Telemadrid y otros canales, así como en RNE y las principales cadenas de radio. Licenciado en Ciencias de la Información, es autor de trece libros, casi todos como historiador criminalista. Forma parte del Comité de Expertos del Colegio de Criminólogos de Madrid.

Analiza su obra Crímenes con historia (SND).

¿Por qué un libro sobre los crímenes con historia?

Hay asesinatos muy conocidos, en cuanto al nombre, pero la gente no sabe en realidad qué es lo que ocurrió realmente. Así, es muy utilizada, sobre todo en Madrid, la expresión «más famoso que el crimen de la calle Fuencarral». Un sangriento hecho que conmovió al país, pero el olvido ha sepultado las graves consecuencias que tuvo aquello. Casi un enfrentamiento entre las dos Españas. Grave pugna política entre partidos, prensa y gente de corte conservador y liberal, quizá bastante similar a lo que vivimos en la actualidad. Este y otros impactantes sucesos sangrientos los explico con minuciosidad.

¿Por qué el pasado de un país se refleja en gran parte a través de sus crímenes, especialmente de aquellos que hicieron historia?

Decía Voltaire que «la historia de los grandes acontecimientos del mundo apenas no es más que la historia de sus crímenes». Graves hechos delictivos que han alterado la situación social e, incluso, supuesto cambios en el discurrir de España, al igual que ha ocurrido en otras naciones, quedando en el recuerdo como huella indeleble. La población los ha mantenido vivos en su memoria transmitiéndolos generación tras generación. Incluso, muchos de ellos siguen de actualidad a través de teatro y cine, de libros y medios de comunicación social, etc.

¿Cuáles han sido a su juicio los crímenes más famosos de la historia reciente de España y qué importancia han tenido?

El más impactante, desde la llegada de la democracia, ha sido el asesinato de los marqueses de Urquijo. Afectó al mundo de la banca, economía, política, nobleza, Iglesia, familia… Y con una sentencia que dejó demasiadas dudas y, por supuesto, libres a varios implicados en el crimen.

A nivel mediático, la muerte de las niñas de Alcácer. Hacía poco que habían echado a andar las televisiones privadas en España y, en busca de la captación de audiencia, se convirtió casi en un circo con juicios paralelos, gente que opinaba de lo que no sabía o que se lo inventaba, una investigación que dejó serias dudas… Un caso sobre el que se ha vertido tinta en demasía: rumores, ataques, acusaciones, calumnias… Un auténtico show mediático.

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Y como asesinos, Jarabo. Mató fríamente a un par de prestamistas, a la mujer de uno de ellos, que estaba embarazada, y a la criada. Habida cuenta que pertenecía la alta sociedad madrileña, la figura de este asesino ha pasado a la posterioridad como un auténtico icono de la criminología. Fue el último ejecutado en nuestro país por la justicia civil.

¿Por qué el libro acota los crímenes a los producidos entre la aparición de la crónica negra y la llegada de ‘El Caso’, a mediados del siglo XX?

La historia de la crónica negra en España es lamentablemente muy extensa, casi imposible de reflejar en un solo libro. Además, la del semanario ‘El Caso’ la he contado ya en obras anteriores con motivo de aniversarios importantes de dicho semanario. Por eso ahora he preferido ceñirme más a la primera época de la prensa de sucesos, en gran parte ignorada por la mayoría del público. Crímenes conocidos tan solo de nombre y otros ni eso, pero a cuál más impactantes. Y completarlo con historias de verdugos y ejecuciones, maleantes y formas de delinquir, argot ‘cacojergal’, etc.

¿Cómo refleja el libro la España decimonónica y de principios del XX?

Crímenes que ahora parecen impensables, como matar a vecinos y conocidos porque le había echado a uno o sus familiares el “mal de ojo”. Vampiros humanos: gente que asesinaba a niños o contrataba a sicarios para que lo hicieran; querían beber su sangre todavía caliente porque creían que así combatían la enfermedad de la tuberculosis. Las ejecuciones públicas, mediante ahorcamiento o garrote, donde miles y miles de personas, incluidos padres con sus hijos pequeños, acudían para ver como el verdugo acababa con la vida de los condenados. En suma, situaciones que entonces eran muy habituales y que ahora a muchos le suenan a película de miedo.

¿Por qué este periódico, El Caso, fue tan relevante?

Supuso un revulsivo social tras dieciséis años de sequía de crónica negra en España, a causa de la Guerra Civil. Impactó grandemente con portadas de llamativos titulares, donde se veían imágenes de asesinos, víctimas, asaltos y montón de tropelías. Pese a las limitaciones de la censura, hizo un periodismo de investigación en profundidad. Y, a la par, fue pionero en temas de satanismo, ufología y otros desconocidos hasta entonces por el gran público. Y supo acertar con temas de gran resonancia, como el caso Jarabo, con el que consiguió vender 480.000 copias en una mañana –récord en la prensa nacional– o el de “la mano cortada”, con 300.000 ejemplares y donde incluso se produjo el fenómeno de la reventa de periódicos.

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¿Por qué detrás de algunos asesinatos suele haber asuntos escabrosos como satanismo, necrofilia, pederastia… etc.?

Las víctimas principalmente suelen ser niños en casos de satanismo y pederastia. Personas más fáciles de captar y secuestrar, a las que terminan asesinando de forma ritual o para no dejar testigos. En cuanto a necrofilia, son mujeres las que caen en las garras de gente depravada y que, al oponerse a ser violadas, son asesinadas y después mancilladas en un ataque sexual.

¿Cómo impactan los crímenes a una sociedad?

Crean temor e inquietud, por lo que la mayoría de los gobiernos tratan de maquillar las cifras delincuenciales e, incluso, ocultar ciertos delitos, pues les resulta perjudicial cara a las elecciones. El incremento de asesinatos, secuestros, violaciones y demás crímenes promueven gran malestar social y por ello que la censura continúe presente incluso en democracia.

¿Ha habido realmente crímenes perfectos?

Se suele repetir una máxima de que «no existe el crimen perfecto, sino una investigación imperfecta». Pero en realidad sí existe. Es aquél en el que se el crimen se oculta tras una aparente muerte natural o se resuelve con la condena judicial de un falso culpable. Así, muchos envenenamientos han pasado como fallecimientos por causas naturales; en especial, las mujeres lo han utilizado bastante.

Autor

Javier Navascués
Javier Navascués
Subdirector de Ñ TV España. Presentador de radio y TV, speaker y guionista.

Ha sido redactor deportivo de El Periódico de Aragón y Canal 44. Ha colaborado en medios como EWTN, Radio María, NSE, y Canal Sant Josep y Agnus Dei Prod. Actor en el documental del Cura de Ars y en otro trabajo contra el marxismo cultural, John Navasco. Tiene vídeos virales como El Master Plan o El Valle no se toca.

Tiene un blog en InfoCatólica y participa en medios como Somatemps, Tradición Viva, Ahora Información, Gloria TV, Español Digital y Radio Reconquista en Dallas, Texas. Colaboró con Javier Cárdenas en su podcast de OKDIARIO.
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