18/09/2024 18:48

Fernando Casanova, converso católico ex protestante, ha conmocionado a buena parte del mundo católico al anunciar que abandona –según sus palabras– “la Iglesia Católica Romana”.

Casanova, de origen portorriqueño y nacido en 1964, se desempeñó como pastor en el Pentecostalismo hasta 2002 para luego ingresar en la Iglesia Católica, lo que tuvo lugar en el año 2003. Durante más de 20 años, la figura de Casanova creció mucho dentro de las filas católicas hasta el punto que llegó a tener un lugar destacado en EWTN donde –a través de un programa titulado Estoy en casa– difundía contenidos apologéticos que hicieron mucho bien a miles y miles de personas.

 A continuación, resumamos los argumentos de su reciente video[1] los cuales fueron presentados, a nuestro juicio, de manera bastante desordenada:

  1. Casanova afirma que se va de la Iglesia Católica Romana pero no “la Iglesia Católica” a secas. Por eso, se sigue autodenominando católico. De esta forma, da a entender que existiría una Iglesia Católica no Romana. Con esto ya podemos avizorar lo confuso del asunto.

  2. Por otro lado, hay fuertes rumores y circulan fotos de Casanova asistiendo a oficios religiosos en una iglesia luterana. Él confirma que ha visitado otras comunidades y explica que, aunque no es seguro, podría comenzar en 2025 un proceso de catequesis. Casanova se estaría dirigiendo hacia alguna de las innumerables denominaciones luteranas donde, literalmente, “hay de todo”, en especial de todo lo malo que en los últimos años él mismo cuestionaba (y con razón) dentro de las filas de la Iglesia Católica.

Casanova cuestionando el uso de la bandera LGBT en las misas católicas

Denominación luterana realizando apología de la conducta homosexual

Su alegato concluye con una conocida frase de Lutero, lo que refuerza la presunción de que Casanova se va hacia alguna rama del luteranismo. Esto nos hace preguntarnos: cualquier denominación luterana, ¿realmente tiene MENOS problemas y MENOS objeciones, para Casanova, que la Iglesia Católica?

  1. Fernando Casanova se sigue autodenominando católico pero al mismo tiempo estaría por ingresar en el mundo luterano.

  2. Sostiene que no tiene pensado ser pastor a causa de su vejez (“estoy viejo para meterme otra vez en un seminario”) y además reconoce que para ninguna iglesia “es conveniente ordenar a un advenedizo y neófito que carece de experiencia con la tradición eclesial en cuestión” (¡!).

  3. Dice que abandona la Iglesia Católica Romana “por coherencia”. No pretende fundar ninguna otra iglesia. ¿Por qué estaría en juego su coherencia? Estaría en juego a causa de la razón “más importante” que tiene para abandonar la Iglesia. La desarrollamos a continuación.

  4. Para ser católico romano, se debe creer “con fe divina” –dice Casanova, interpretando el canon 750 del Código de Derecho Canónico– todo lo que se propone de parte del Magisterio. Esto incluye los dogmas y (agrega él) los usos o costumbres que la Iglesia Católica Romana enseña y que –según Casanova– no formarían parte de la Revelación de Cristo o que, incluso, contradicen la doctrina de las Sagradas Escrituras, los Padres de la Iglesia o las enseñanzas de los siete concilios ecuménicos. Nótese que Casanova cree que el fiel debe asentir “con fe divina” no sólo a los dogmas sino también a algún uso o costumbre.

  5. Quedarse en la Iglesia Católica Romana es, para Casanova, “un riesgo espiritual”. Según él, “creer todo lo que la Iglesia ha establecido y enseñado” implica además “un suicidio intelectual”. En efecto, afirma haber descubierto, “por la historia como ciencia”, que muchas creencias de la Iglesia Católica Romana no estarían basadas en los datos objetivos de la historia sino que la Iglesia, para sustentar estas creencias, añade “elucubraciones filosóficas”, “literatura apócrifa, gnóstica o herética”. Cabe apuntar que, en su video, Fernando Casanova no presentó ni una sola prueba de esto. Por eso, bien le podemos aplicar a esta declaración el principio polemista que dice: “Lo que sin pruebas se afirma, sin pruebas se puede desestimar”.

  6. En definitiva, todo esto tendría por objetivo la creación de un “Papado Monárquico y Jurisdiccional” que “nada tiene que ver” con el Papado de San Pedro, el Papado que Cristo –según Casanova– habría querido. De ahí que cuestione los títulos del Papa como Vicario de Cristo y Sumo Pontífice. Casanova habla de sofismas y expone una argumentación que atribuye a los católicos pero no da nombres, no cita libros o publicaciones o conferencias de ningún teólogo católico.

  7. Casanova sostiene que no se puede demostrar que Pedro tuvo un sucesor inmediato. Además, afirma que las listas de sucesores de Pedro son contradictorias entre sí.

  8. Afirma que conceptos católicos tales como “el primado y las llaves del reino sobre Pedro” no resistirían el menor rigor exegético y hermenéutica. El ex pentecostal y ahora ex católico portorriqueño cuestiona la interpretación habitual de Mt 16,13-19. Según él, en este versículo no se habla de Pedro sino de la identidad de Cristo, confesada por Pedro: “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo”. La roca fundacional no sería Pedro sino la confesión de Pedro. Esta sutileza le permite a Casanova defender una interpretación no católica según la cual Pedro “representa” a los Apóstoles pero no es “el jefe” de ellos. Sin embargo, hay exégetas muy destacados, y de origen protestante, que validan la exégesis católica. Así lo explica el apologista Hugo Delgado en un reciente video[2].

  9. Más explícito aún: “Descubrí que no existe el papado según la visión católico romana y que por lo tanto no es de institución divina ni existe la sucesión papal desde Pedro ni la Infalibilidad del Papa ni tampoco la Sucesión Apostólica tal como la establece la Iglesia Católica Romana”. Aquí Casanova parece no advertir la diferencia entre sostener que no existe una sucesión apostólica (lo que dice ahora) y sostener que las listas de sucesores son contradictorias (la que dijo antes). Además, rechaza frontalmente la doctrina de la infalibilidad, enseñada por el Concilio Vaticano I.

  10. Casanova explica que las razones de su abandono “no son las deficiencias pastorales” de los jerarcas de la Iglesia sino que “las deficiencias pastorales son las consecuencias del imperio jerárquico inventado por la institución eclesiástica”. A su vez, “ese imperio jerárquico es consecuencia de haberse apartado del Evangelio”.

  11. Según Casanova, una de las consecuencias de aquellas malas doctrinas sería la comunión en una única especie y no en las dos especies. “Les privan la Copa de la Eucaristía a los fieles”. Casanova se pregunta porqué ocurre esto y declara de manera categórica: esto pasa “por comodidad de los clérigos”.

  12. El ex apologista católico va más allá y rechaza el dogma de la Asunción de la Virgen. Además, Casanova sostiene que, por ser la Escritura la autoridad “definitiva”, jamás se pueden aceptar cosas que cambien o contradigan las Sagradas Escrituras. El dogma de la Asunción de la Virgen se sostuvo mediante “textos bíblicos forzados”, “leyendas”, “tradiciones apócrifas”, “lenguaje sentimental, sin rigor teológico”. Dijo que, como católico romano, él había aceptado ese dogma “Porque sí, porque fue definido ex cathedra, porque es mi deber” dando a entender que ya no continuaría haciéndolo.

  13. Concluye su alegato con una conocida frase de Martín Lutero: “Mi conciencia está cautiva de la Palabra de Dios. No puedo ni quiero retractarme, puesto que no es prudente ni recto obrar contra la conciencia. No puedo proceder de otra manera, aquí estoy, ¡que Dios me ayude!”.

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Algunas observaciones

Parece interesante notar que el Fernando Casanova del pasado es capaz de refutar los argumentos del Casanova actual:

Por otro lado, la gran seguridad con la que Casanova habla contrasta con su propia declaración sobre sí mismo: “no es conveniente ordenar a un advenedizo y neófito que carece de experiencia con la tradición eclesial en cuestión”, lo que en el contexto no puede referirse a otra persona que no sea él mismo.

Los poderes que Cristo deja a los Apóstoles, especialmente a Pedro, no se dejan a la persona de ellos “y a nadie más”. Esto es evidente porque ellos murieron. Estos poderes se dejan a ellos y a sus descendientes. A quienes los continúan jurídicamente, por eso la Iglesia Católica es una persona jurídica de 2000 años. Puesto que Cristo prometió a la Iglesia su acompañamiento hasta el fin del mundo: “y mirad que yo estoy con vosotros todos los días hasta la consumación del siglo” (Mt 28, 20). Ese vosotros no podía significar solamente las personas que escuchaban dado que ninguno de ellos viviría más allá de 50 o 60 años.

En efecto, la duración de la Iglesia supone que estos poderes de Cristo se comunican de generación en generación. Por eso en Pedro están contenidos también sus sucesores: Lino, Cleto, Clemente… La idea de que las “llaves del reino” las tiene Pedro –y por ende sus sucesores– es consistente con Mt 23, 13. Cristo se lamenta de los escribas y fariseos y les echa en cara lo siguiente: “¡Mas ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas! que cerráis el reino de los cielos delante de los hombres. Pues ni vosotros entráis ni a los que entrarían dejáis entrar”. Aparece la idea de cerrar y abrir. El poder que Yahveh Dios le dio a los escribas y fariseos en el Antiguo Testamento, Cristo se los revoca y se lo reasigna a Pedro en el Nuevo Testamento. Escribas y fariseos daban falsa doctrina y ahora Pedro debería dar sana doctrina. Las llaves del reino que Dios les dio en el Antiguo Testamento, Cristo se las quita y se las da a Pedro en el Nuevo Testamento.

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Finalmente, digamos algo muy importante: el art. 750 del Código de Derecho Canónico solamente estipula que se debe creer “con fe divina” lo infaliblemente definido. Además, y sobre todo, los “usos y costumbres” no pueden –por definición– ser objeto de definición dogmática.

Estas son algunas de las cosas que tenemos para decir sobre la declaración de apostasía de Fernando Casanova.

[1] Cfr.https://www.youtube.com/watch?v=b5NkUuDtDg4&t=

[2] Cfr. https://www.youtube.com/watch?v=vNQ4Qwa0L5o (ver min 9:30 hasta min 45:00).

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Juan Carlos Monedero
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Fermín Tudancos

LUTERO EN EL INFIERNO: LA VISIÓN DE LA BEATA SERAFINA MICHELI

                        

En 1883 la beata Sor María Serafina Micheli (1849-1911), fundadora del Instituto de las Hermanas de los Ángeles, pasaba por Eisleben, ciudad de Sajonia, ciudad natal de Lutero.
Se festejaba, en aquel día, el cuarto centenario del nacimiento del gran hereje y heresiarca (nació el 10 noviembre de 1483), que dividió a Europa y a la Iglesia, causando grandes guerras.
Con motivo de la celebración las calles estaban adornadas y de los balcones colgaban banderas. Entre las autoridades presentes se esperaba, de un momento a otro, la llegada del emperador Guillermo I, que debía presidir las celebraciones.
La beata, a pesar de observar el gran tumulto y agitación no estaba interesada en saber por qué ocurría toda esa agitación, porque su único deseo era ir a una iglesia para orar y hacerle una visita a Jesús Sacramentado.
Después de caminar por algún tiempo, finalmente, encontró una, pero las puertas estaban cerradas. A pesar de ello, se arrodilló en las gradas para hacer sus oraciones. Pero, como era de noche, no se dio cuenta que estaba arrodillada delante de una iglesia protestante, y no en una Católica.
Mientras oraba, se apareció el Ángel de la Guarda y le dijo: “Levántate, porque esta es una iglesia protestante”. Y añadió: “Yo quiero que veas el lugar donde Martín Lutero está condenado y la pena que paga en castigo de su orgullo”.
Luego de estas palabras vio un horribile abismo de fuego, en el cual eran atormentadas una innumerable cantidad de almas. En el fondo de aquella vorágine, vio a un hombre, Martín Lutero, que se distinguía entre los demás condenados: estaba rodeado de demonios que lo constreñían a estar de rodillas y todos, armados de martillos, le clavaban en la cabeza una gran estaca.
 
La monja pensaba: si el público allí presente viera esta escena dramática, ciertamente no rendiría honores, memoria, conmemoraciones ni celebraciones a tal personaje.
Así, cuando cuando se le presentaba la oportunidad le recordaba a sus hermanas de religión sobre el deber de vivir en la humildad y el abandono de sí.
Estaba convencida firmemente que Martín Lutero estaba condenado en el infierno sobre todo por el primer pecado capital: LA SOBERBIA. El orgullo lo hizo caer en pecado mortal, y lo condujo a la rebelión abierta contra la Iglesia Católica.
 
Su conducta, su posición para con la Iglesia y su predicación fueron determinantes para engañar y conducir a muchas almas superficiales e incautas a la eterna ruina.
Sor Serafina fue beatificada en la diócesis de Cerreto Sannita, provincia de Benevento, el 28 de mayo de 2011.

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