09/05/2024 18:59
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La palabra “democracia” literalmente significa “poder del pueblo”, lo cual conlleva un ethos igualitario en el ámbito político, que viene a establecer que a cada individuo le corresponda un voto y, por tanto, una parte alícuota de poder. El hecho de que a efectos prácticos cada voto cuente lo mismo en los procesos electorales dentro de cada circunscripción no significa de ninguna manera que desde un punto de vista axiológico cada voto tenga el mismo valor, sino que tan solo legitima oficialmente el derecho de la mayoría a prevalecer sobre las minorías. Obviamente, para la consumación de la democracia es condición necesaria, que no suficiente, el que los ciudadanos puedan ejercer sin coacción alguna su derecho al voto y, a su vez, resulta imprescindible el que las elecciones no estén contaminadas por la comisión de actuaciones que atenten contra la correcta dinámica ético-legal del proceso electoral.

Durante los comicios previos a las elecciones autonómicas y municipales del pasado 28-M los partidos del centro-derecha, es decir PP y Vox, se han atenido rigurosamente a los preceptos democráticos, de tal forma que a lo largo de la campaña preelectoral se han limitado a exponer su proyecto político, destacando sus puntos fuertes, y a criticar el proyecto político de sus contrincantes, señalando sus puntos débiles. No quiere ello decir con ello que no haya habido descalificaciones a los rivales políticos por parte de los líderes del PP y Vox, pero su discurso en términos generales se ha mantenido dentro de los parámetros que establecen el rango admisible de actuación en toda contienda en la que se dilucida la hegemonía política en un determinado espacio geográfico.

Muy distinta ha sido la actuación de socialistas, comunistas e independentistas, ya que todos ellos han deambulado a lo largo de estos comicios entre el fraude y la violencia, tal y como ya ocurrió en las elecciones de 1936, intentando adulterar de esta forma el proceso electoral. Así, el PSOE, tras plantear las elecciones como un plebiscito del sanchismo, durante la campaña electoral no solo se ha dedicado a repartir insensatamente dinero procedente de las arcas públicas para que los jóvenes se compren un videojuego o los ancianos vayan una vez al año al cine y a realizar promesas que en boca de Pedro Sánchez constituyen un inviolable certificado de incumplimiento, sino que, además ha orientado sus esfuerzos a la compra de votos por correo en diferentes provincias del territorio español, lo cual, al no tratarse de un hecho puntual, señala la existencia dentro del partido socialista de una trama corrupta, cuyo objetivo fundamental era amañar las elecciones en beneficio propio. Por su parte, el entramado comunista, en consonancia con sus perturbadoras proclamas ideológica e impulsado por sus patológicas obsesiones infantiles, ha optado sin disimulo alguno por criminalizar a la derecha en general mediante el insulto permanente e injustificado a sus líderes políticos, llegando incluso al extremo de agredir en repetidas ocasiones a grupos de simpatizantes tanto del PP como de Vox, demostrando así, de manera fehaciente, su totalitaria y represiva condición. Finalmente, los filoterroristas vascos, en el colmo de la indecencia y la indignidad, han incluido en sus listas a 44 etarras condenados, evidenciando de esta forma que su proyecto pasa por el regreso al pasado y la imposición en el País Vasco de una dictadura nacionalsocialista, sin que tan siniestro proceder haya recibido reproche alguno procedente del psicópata monclovita y la tribu comunista.

En este escenario preelectoral llego el momento de la votación y el resultado en el conjunto de regiones y ayuntamientos llamados a las urnas no ha podido ser más concluyente: el PP obtiene una contundente victoria al ser con diferencia el partido más votado, lo cual le posibilita acceder al poder en las Comunidades de Madrid, Aragón, Valencia, Baleares, Murcia, Cantabria, La Rioja y Extremadura, así como en cientos de municipios; Vox no solo mantiene su suelo electoral sino que es el partido que más sube, convirtiéndose además su voto en decisivo a la hora de conformar mayorías de Gobierno en la mayor parte del territorio nacional; el PSOE pierde fuelle y, sobre todo, pierde la mayor parte de su poder tanto en el ámbito autonómico como en el municipal; el entramado comunista se despeña, con Podemos reducido a escombros, sin que lo que los partidos que conforman lo que ha de ser el partido de Yolanda Díaz hayan conseguido consolidarse; y, finalmente, los independentistas, tanto en Cataluña como en el País Vasco, mantienen su hegemonía, si bien necesitan de pactos con socialistas y comunistas para alzarse con el poder.

Las claves de este vuelco electoral entiendo que se hayan fundamentalmente en la acción de Gobierno de P. Sánchez, caracterizada por la suma de un conjunto de factores, entre los que cabe destacar: una aberrante política de pactos, la cual, además de legitimar el golpismo catalán y el terrorismo etarra, ha puesto en serio riesgo la integridad territorial de la nación española, una deriva totalitaria y una permanente vulneración del Estado de Derecho, una pésima gestión económica que ha llevado a España a ser la nación de la Unión Europea con mayor porcentaje de población desempleada, una promulgación de leyes -como la “ley trans” o la “ley del solo sí es sí”- que atentan contra el sentido común, una morbosa promoción de la cultura de la muerte en lugar de fomentar la natalidad y establecer políticas de ayuda a la mujer embarazada en situación de vulnerabilidad, una creciente inseguridad ciudadana por falta de contundencia en la lucha contra la delincuencia, un ataque sin precedentes a la propiedad privada favoreciendo la okupación y una absoluta falta de control de la inmigración ilegal.

Con este currículo a las espaldas del Gobierno socialcomunista, a la oposición tan solo le quedaba construir un relato equilibrado que pusiera el dedo en la llaga provocada por los múltiples problemas que en el horizonte acechan a los españoles, para, a continuación, exponer un programa político racional y sensato que diera un hálito de esperanza a esa gran parte de la ciudadanía deseosa de recuperar el camino de la unidad, la concordia y la prosperidad. Pues bien, con matices diferenciales, eso es exactamente lo que han hecho tanto el PP, especialmente Isabel Díaz Ayuso, como Vox y de ahí sus excelentes resultados electorales, si bien en el caso del PP la anunciada hecatombe de Ciudadanos también ha contribuido en cierta medida a su éxito electoral, ya que ha absorbido a la práctica totalidad de los votantes de la formación naranja.

Tras estos resultados,  P. Sánchez no ha tardado ni medio día en convocar elecciones generales para el 23 de julio. Son diversas las hipótesis planteadas para explicar los motivos de tal decisión. Así, no son pocos los periodistas y politólogos que han atribuido dicho adelanto electoral a la existencia de una contestación interna a P. Sánchez que culminaría con la presentación de una candidatura alternativa, algo que no creo que se esté produciendo debido fundamentalmente a que el partido socialista tras convertirse en una secta sanchista no presenta ningún personaje de enjundia capaz de disputarle el liderazgo al psicópata monclovita. Más bien creo que la decisión de adelantar las elecciones obedece a un cálculo electoral unido a la situación de debilidad en la que se encuentra P. Sánchez en relación a los partidos que conforman su Gobierno Frankenstein. Así, de no convocarse elecciones en el corto plazo, P. Sánchez, en virtud de sus acuerdos de Gobierno, se vería obligado a apoyar a Bildu en las tres provincias vascas y en la Comunidad de Navarra, ya que de no hacerlo sus socios comunistas e independentistas harían que el Gobierno estuviera en un permanente estado de crisis, teniendo ambas situaciones unos efectos devastadores de cara a unas elecciones generales a final de año. A su vez, convocando elecciones anticipadas P. Sánchez no deja prácticamente tiempo a que Podemos se recomponga de alguna manera del varapalo sufrido ni a que Sumar acabe de constituirse en partido y consiga organizarse de cara a unas elecciones inmediatas, de tal forma que el PSOE estaría en julio en las mejores condiciones posibles para absorber el voto de la extrema izquierda. Finalmente, dado su carácter narcisista, nuestro lamentable presidente probablemente piense que el hecho de ejercer la presidencia de la Comisión Europea a partir del próximo mes de julio le permitirá lavar su imagen y presentarse ante la ciudadanía como el gran estadista que cree ser como consecuencia de sus delirios de grandeza.

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En cualquier caso, el centro derecha español no debe recrearse en la victoria obtenida en estas elecciones de mayo, sino que, muy por el contrario, dado que P. Sánchez y sus socios de Gobierno siguen constituyendo una amenaza para España, es el momento de perseverar conjuntamente en la batalla, para así estar en disposición de construir una alternativa patriótica de reconstrucción nacional, regeneración democrática, rearme moral y reactivación económica capaz de merecer la confianza de la gran mayoría de los españoles.

Autor

Rafael García Alonso
Rafael García Alonso
Rafael García Alonso.

Doctor en Medicina por la Universidad Complutense de Madrid, Especialista en Medicina Preventiva, Máster en Salud Pública y Máster en Psicología Médica.
Ha trabajado como Técnico de Salud Pública responsable de Programas y Cartera de Servicios en el ámbito de la Medicina Familiar y Comunitaria, llegando a desarrollar funciones de Asesor Técnico de la Subdirección General de Atención Primaria del Insalud. Actualmente desempeña labores asistenciales como Médico de Urgencias en el Servicio de Salud de la Comunidad de Madrid.
Ha impartido cursos de postgrado en relación con técnicas de investigación en la Escuela Nacional de Sanidad.
Autor del libro “Las Huellas de la evolución. Una historia en el límite del caos” y coautor del libro “Evaluación de Programas Sociales”, también ha publicado numerosos artículos de investigación clínica y planificación sanitaria en revistas de ámbito nacional e internacional.
Comenzó su andadura en El Correo de España y sigue haciéndolo en ÑTV España para defender la unidad de España y el Estado de Derecho ante la amenaza socialcomunista e independentista.
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