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Francisco Largo Caballero, Pablo Iglesias, Julián Besteiro, Indalecio Prieto, Daniel Anguiano y Andrés Saborit | Concejales del Ayuntamiento de Madrid | Foto Fundación Pablo Iglesias

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Esta es la tercera parte de la serie sobre el libro Largo Caballero, El tesón y la quimera, de Julio Aróstegui. Las partes anteriores están aquí.

La huelga de 1917.

En la primavera y el verano de aquel año 1917 se produjeron aquí tres grandes acontecimientos que con frecuencia se han tenido, correctamente, por el fundamento de lo que sería el comienzo de una crisis irreversible del régimen político de la Restauración que se transmitiría a la sociedad … las Juntas Militares de Defensa… la rebelión de los parlamentarios … y … la primera gran huelga general revolucionaria del siglo.

La Gran Guerra dispara la exportación y por tanto los precios, lo que lleva a una inflación generalizada:

El precio del arroz había aumentado de 38 pesetas el quintal en 1914 a 60 en 1915 y, en general, en todas las variedades la subida experimentada era de más de 20 pesetas.

CNT y UGT llegan a un acuerdo de acción conjunta:

… noviembre de 1916 cuando se alcanzó el acuerdo definitivo con la CNT, y subsidiariamente se designó la fecha del 18 de diciembre siguiente para el primer gran movimiento conjunto de protesta contra la carestía de las subsistencias…

Con la excepción de los tranviarios, el anunciado paro de veinticuatro horas del 18 de diciembre de 1916 fue un éxito y contó con el apoyo de sectores de las clases medias y una simpatía generalizada en el país.

 

Tras el éxito de diciembre de 1916 y la nula respuesta del Gobierno, se fueron fortaleciendo las propuestas de pasar a una huelga general con el objetivo ahora de hacerla indefinida o, como se decía en los documentos del momento, «por tiempo indefinido».

 

Se producen tres acontecimientos relevantes: el fracaso de la Junta de Subsistencias, el cierre del Parlamento en febrero, ordenado por el conde de Romanones y la revolución de febrero (marzo en España) en Rusia. La huelga general económica de 18 de diciembre de 1916 no había tenido ningún efecto sobre el Gobierno, así que se va a dar otro paso…

esta huelga perseguirá una transformación completa de la estructura económica del país y de la estructura política también, derribando cuanto contribuye al sostenimiento de lo que por más tiempo no puede subsistir».

«Pedimos un gobierno provisional que asuma los poderes ejecutivo y moderador y prepare, previas las modificaciones imprescindibles en una legislación viciada, la celebración de elecciones sinceras de unas Cortes Constituyentes». Estaba firmado por Caballero como vicepresidente y por Anguiano como vicesecretario, por la UGT, y por Besteiro y Saborit por los mismos cargos en el PSOE.

Caballero, vicepresidente de la UGT en aquel momento, desempeñó, en definitiva, un papel más instrumental que otra cosa; desde luego, distinto del de Besteiro, pero en todo caso ambos fueron «los dos dirigentes más destacados de 1917», «sus guías espirituales», hombres moderados que creyeron en la oportunidad decisiva que se le presentaba al movimiento obrero y que no prestaron en aquella ocasión una atención determinante al criterio de Pablo Iglesias[120].

Pero la huelga fracasó y los organizadores acabaron detenidos, condenados y… puestos en la calle poco después:

Sin embargo, las condenas más duras no tardaron mucho tiempo en ser amnistiadas y los ilustres socialistas, repuestos en todos sus derechos, aunque ello ocurrió por una vía peculiar. Se produjo una amplia campaña popular de solidaridad con ellos y al final fue el recurso a la vía política el que resolvió la situación. Los cuatro condenados fueron incluidos en las listas de candidatos al Parlamento por el Partido Socialista, y los que eran concejales por Madrid también en las listas correspondientes.

diría Besteiro, se concedió la amnistía a los condenados porque, de lo contrario, el Gobierno no habría podido resistir la presión del pueblo.

Es decir, perdieron la huelga pero después ganaron la paz. Y como en el 34, en ningún caso reconocieron el error de la huelga, sino solo de su planteamiento, ya que no pudieron engañar a las clases “conservadoras”:

«El principal de esos errores fue el carácter pacífico del movimiento. ¿Se buscaba un cambio de régimen? ¿Sí? Pues un movimiento que persigue tal finalidad hay que acometerlo violentamente y por sorpresa. En agosto se dieron al Gobierno todas las ventajas imaginables». El segundo fue el de que los representantes del Partido Socialista y de la Unión General de Trabajadores «asumieron por sí solos la dirección del movimiento».

 

… la lógica aconsejaba dar a la opinión pública la sensación de que no pretendía realizar una revolución social, sino la conquista de un progreso que ni siquiera debía asustar a las clases conservadoras, y esa sensación no podía darse apareciendo como únicos directores visibles los delegados de las fuerzas de significación más extrema.

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Capítulo 3. Largo Caballero, secretario general: crecimiento y crisis (1918-1923)

En 1919, después de la Gran Guerra, la economía española se contrae tras la bonanza exportadora de los años de la guerra. Francisco Largo Caballero, convertido ahora en secretario general de la Unión General de Trabajadores. Tiene cuarenta y nueve años de edad

tres grandes cuestiones marcaron también los primeros tiempos de la ejecutoria de Largo Caballero como secretario general: el intento de conseguir la «unidad del proletariado» español…, el impacto de la revolución de los bolcheviques en Rusia, la creación de una nueva Internacional política y otra sindical… y … fomentar la presencia del obrerismo socialista español en los organismos internacionales nacidos al calor de las paces posteriores a la Gran Guerra

Oído cocina:

En marzo de 1919, Besteiro y Caballero solicitaron una entrevista con el jefe del Gobierno, aunque de hecho les atendió el subsecretario de la Presidencia, al que expusieron «la necesidad de que el Gobierno se interese por dar solución a los conflictos presentes de una manera racional y por procedimientos sensatos y medios jurídicos»,

Hacía dos años, estos dos mismos habían embarcado a los obreros a una violenta huelga política, ahora piden sensatez.

El número de las huelgas se dispara en estos años. En esta coyuntura de posguerra, Madrid vive la mayor oleada de huelgas que se había producido nunca: por la carestía de las subsistencias, por las condiciones de trabajo en tranvías, obras y talleres, imprentas, todo tipo de artesanado y empleados de bajo nivel. La oleada más potente tuvo lugar en el bienio 1919-1920[19].

El 3 de junio de 1918 diría en las Cortes que «nosotros, los representantes del partido socialista, los demagogos, los intransigentes, los perturbadores, como se nos ha llamado aquí y se nos está llamando constantemente, somos partidarios del intervencionismo: consideramos una necesidad que el Estado intervenga en estas cuestiones y deseamos que haya una legislación social que venga a mejorar la condición de la clase obrera».

Comparando los tiempos anteriores y posteriores a la guerra, el pan había subido de 44 céntimos a 68; la carne de vaca, de 1,90 a 3 pesetas; el bacalao, «la carne del trabajador», de 1,07 a 4 pesetas… La cuestión de los accidentes de trabajo, el contrato de trabajo, «base fundamental para toda una legislación social», se había presentado a las Cortes como proyecto en cinco ocasiones desde 1906; nunca se aprobó.

… el 3 de abril de 1919, con un Gobierno bajo la presidencia ya del conde de Romanones, se estableció por Decreto la jornada máxima de ocho horas…

Hay un intento de unificación de UGT y CNT, que no fragua:

Los años 1919-1921 fueron los de apogeo del anarcosindicalismo, y fue justamente en aquella coyuntura cuando se produjeron las más claras propuestas y esfuerzos por parte del socialismo para intentar la unificación organizativa de las fuerzas proletarias españolas.

la CNT vivió aún un momento de gran esplendor materializado en el decisivo Congreso Nacional celebrado por la central sindical en el teatro de la Comedia en Madrid, que se abrió en diciembre de 1919 y que era una demostración más del expansionismo anarcosindicalista[46]. Precisamente no asistió a él la delegación de la UGT que estaba invitada.

Los tiempos inmediatamente subsiguientes al Congreso de la Comedia se consideran por lo general como los más brillantes de la CNT antes del período republicano. Fueron los «años rojos» también. Pero el bienio 1920-1921 fue «terrible».

… la CNT decidió solemnemente denunciar el pacto. «Determinamos dar por roto el pacto», decían a sus Regionales. La situación, estimaban, no tendía sino a «envolvernos en las redes perniciosas de la política». El pacto había durado, pues, tres meses y el panorama tras su ruptura era aún más desolador.

La escisión comunista:

… el tránsito entre la segunda y la tercera décadas del siglo se produjo una ruptura interna en el socialismo español, paralela a la que se produciría en otros países, derivada del impacto de la Revolución rusa y de las consecuencias que la política de los triunfantes bolcheviques tuvo para el movimiento obrero a escala mundial.

… creación de una Tercera Internacional o Internacional Comunista, fundada en Moscú en 1919, que exigiría condiciones muy precisas a las organizaciones socialistas para su ingreso en ella.

En el seno del socialismo, las primeras manifestaciones coordinadas y militantes en favor del comunismo de los luego terceristas —partidarios de la Tercera Internacional— aparecerían ya en el XI Congreso del partido, a fines de noviembre de 1918.

El PSOE dedica tres congresos extraordinarios al asunto. Al final no se adhiere, pero sus juventudes se vuelven filocomunistas:

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La posición de las Juventudes fue la más clara y decidida de las tendencias de ultraizquierda que aparecieron a lo largo de todo el período. De hecho, en el seno de las Juventudes el bolchevismo acabó desplazando claramente al pablismo

 

El triunfo de los terceristas en su seno fue completo, y en aquel congreso las Juventudes decidieron adherirse a la Tercera Internacional, bajo la presión de su sección de Madrid, pero no sin provocar en la propia organización una ruptura, protagonizada, desde luego, por una minoría. En todo el episodio de la definitiva escisión comunista, las Juventudes actuaron como los más adelantados disidentes.

A la tercera va la vencida:

El 9 de abril de 1921, el año más convulso de todo el período, se inauguró el tercero de los Congresos Extraordinarios del PSOE dedicados al mismo problema, que se clausuraría el día 13. Fue, como cabe suponer, una de las más importantes asambleas celebradas por el socialismo español en el siglo XX..

 

… el discurso definitivo fue el pronunciado por Besteiro, que estaba previsto como el último contra el ingreso en la Internacional. Fue su posición, expresada en el dictamen que redactó Fernando de los Ríos, la que ganó la batalla[80]. La votación se resolvió a favor de la no adhesión por 8808 votos frente a 6025

 

El resultado desencadenó la escisión. El 13 de abril de 1921 se fundaba el llamado Partido Comunista Obrero Español, el PCOE.

 

Hasta hubo disparos con un muerto en el congreso:

… se lanzaban desde los asientos altos unas octavillas contrarias a su posición. Las octavillas las lanzaron seguidores del comunismo. Al intentar el servicio de orden detener a los que las habían lanzado, se produjeron varios disparos de pistola. El resultado fue de un muerto —el sindicalista de la línea oficial José González Portillo, mero espectador del Congreso—, tres heridos y muchos detenidos por la policía. Nunca se localizó al autor real de los disparos mortales.

 

Largo Caballero, y el PSOE en general, sigue con su estrategia de tenaza: ofrecer la colaboración con una mano y golpear mediante la revolución con la otra:

Frente a las corrientes que proponían la acción directa y la revolución social inmediata, Largo Caballero figuraría igualmente entre los más firmes defensores de la inexistencia de una dicotomía tajante, de una disyuntiva insalvable, entre la acción reformista —«intervencionista», como la llama él— y la opción de ruptura revolucionaria. En esto le acompañaban claramente todos los dirigentes impregnados del pablismo, y en especial Julián Besteiro.

El reformismo reivindicativo sería la táctica común y cotidiana del movimiento obrero; la transformación revolucionaria era un horizonte, no más. Pero ambas cosas estaban ligadas y no eran separables: la primera debía preceder al momento revolucionario, cuya realización no podía establecerse en una previsión temporal.

 

Para Caballero, ambas «tácticas», nada menos que las mejoras inmediatas y la revolución, eran, pues, perfectamente compatibles. Y esta última era «única manera» y horizonte final de todo el proceso.

 

… con semejante y no exclusiva manera de pensar se plasmaba la figura del «reformista revolucionario»[92].

 

Una mano extendida para pedir, y la otra apuñada para golpear.

La participación en las organizaciones obreras internacionales

En octubre de 1919, Araquistáin acompañaría a Caballero como asesor, junto con Fernando de los Ríos[98], a la Conferencia del Trabajo, la reunión fundacional de la OIT en Washington.

 

Tanta o más importancia que a la presencia en la FSI concedió Caballero desde el primer momento a la participación en las tareas de la Oficina Internacional del Trabajo, aparecida en virtud de las disposiciones de la Conferencia de Paz al final de la Gran Guerra, en 1919, una de las consecuencias de la Paz de Versalles[115].

 

En las conferencias de la OIT celebradas entre 1919 y 1923, Caballero fue el delegado en todas ellas menos en la celebrada en Génova en 1920.

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