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Mojiganga bélica ucraniana, primera fase. Progresiva escalada: un año después, «jugando» ya con cazas. Y pausando los tiempos. En 2025, la mitad de la población humana, eclipsada, perdida como lágrimas en la lluvia. Y brota memorándum del general de cuatro estrellas de la Fuerza Aérea de Gringolandia, Mike Minihan (el informe ha sido verificado por la Fuerza Aérea como cierto). 2024, Taiwan, zampada. 2025, segundo frente bélico. Nuclear. Y paulatino “ascenso”. Ampliando: territorios y letalidad de las armas. ¿Todo ya esotéricamente escrito?
Solve
La gran deflagración que, a través de una guerra, una revuelta o cualquier otra forma de acontecimiento «disolvente» ponga los contadores a cero. Más tarde, ineludible momento de «coagulación». La rueda/ojo único/vórtice, símbolo del centro supremo, estalla. Yin y Yang, portada de The Economist (el panfletillo de los Rothschild y sus diseñadas guerras/hambrunas). Y he ahí, el vórtice, tras haber devuelto todo al punto de origen en perfecta unidad, reventando. Descuartizamiento de Osiris por Set o del toro por Mitra: fuerza «unificada».
Todo es succionado hacia el centro del vórtice, diríase vampirizado, el tiempo se acelera a la vez que se comprime, hasta llegar a un punto muerto en el que todo se reduce a un solo punto: el «fin del tiempo», seguido inmediatamente por el estallido de este punto único que genera, a la vez, un mundo nuevo mediante dos procesos, uno «ascendente» y otro «descendente». En el primer caso, la pulverización (solve) retorna todo a un estado de origen indiferenciado. Poco después se «comprime», reconduciéndose todo a la «unidad» (coagula). El exterminador) masónico triunfo de la caprina tetona Baphomet…
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Autor
- Nacido en Bilbao, vive en Madrid, tierra de todos los transterrados de España. Escaqueado de la existencia, el periodismo, amor de juventud, representa para él lo contrario a las hodiernas hordas de amanuenses poseídos por el miedo y la ideología. Amante, también, de disquisiciones teológicas y filosóficas diversas, pluma y la espada le sirven para mitigar, entre otros menesteres, dentro de lo que cabe, la gramsciana y apabullante hegemonía cultural de los socialismos liberticidas, de derechas y de izquierdas.
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El Armagedón, la guerra final de la Humanidad profetizada en el Apocalipsis, no será entre China y EEUU por la cuestión de Taiwan sino que se producirá cuando se haya creado un nuevo Califato Islámico, que se extenderá desde Pakistán (por el Este) hasta Marruecos (por el Oeste), y cuando se concentren alrededor de Israel más de diez millones de combatientes musulmanes decididos a echar a los judíos al mar. Estados Unidos y el Reino Unido acudirán en apoyo de Israel con «todos» los medios disponibles y la devastación de Oriente Medio será total.