17/05/2024 04:10
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Bienvenida a tu patria” me dijeron unos amigos españoles cuando supieron que llegaría a pasar una breve temporada por tierras ibéricas. Esa frase que podría parecer simple cortesía, para quienes tenemos el alma libre de leyendas negras, alberga un cálido sentimiento de comodidad propiciado entre quienes reivindicamos la patria simbólica compartida que llamamos “Hispanidad”.

Lejos de parecer una anacrónica de las ciencias sociales, el vivir/padecer los efectos de la sociedad posmoderna ha exacerbado mi curiosidad por comprender por qué el desarraigo y la falta de una identidad positiva compartida es un asunto recurrente que, querámoslo o no, impacta fuertemente en la psiquis de la juventud hispana.

Desde ahí, intuyo que ser hispano en estos tiempos no es cosa sencilla. Muchos de nosotros crecimos entre historias de conquistas y reconquistas, genocidios a indígenas, dictaduras militares y revoluciones mesiánicas, que a estas alturas ya forman parte de nuestro inconsciente colectivo (o colectivizante). Como ingrediente adicional, siendo además hijos de la posmodernidad, el riesgo de sucumbir ante una sociedad de superficiales que se abotargan de cosas desechables, información predigerida sobre cosas irrelevantes y fealdad en el entorno, las artes y hasta el lenguaje, no son cosas que deberíamos pasar tan fácilmente por alto.

Consciente de mis divagaciones como psicóloga al respecto, pero mucho menos de mi reticencia a “apreciar” el legado del sujeto posmoderno, decidí visitar el Museo Reina Sofía de Madrid como último destino cultural, luego de haber pasado tres maravillosos meses cautivada por la belleza del arte sacro en distintas regiones de España.

Para alguien que se enamoró a primera vista de la obra de Juan de Juanes, mi encuentro con los posmodernos en el Reina Sofía fue un agrio confirmar que los cuestionablemente llamados artistas de la posmodernidad tienen muy poco que ofrecer para la posteridad. La ausencia de ese ingrediente anímico sólo se esboza de manera casi imperceptible cuando manifiestan su atribulación ante una vida, para ellos, sin sentido. Supongo que es un oxímoron intentar encontrar algo de alma en la expresión artística de una era desalmada.

Por supuesto, el utilitarismo fue fácilmente apreciable, como bien reflejaba la antesala de la obra más afamada de Picasso. Ahí lucía una exposición de gigantografías panfleteras alusivas a los tiempos en que el comunismo teñía de rojo sangre a gran parte de Europa, mientras incubaba su germen de miseria en el nuevo huesped ideológico escogido que conocemos como Hispanoamérica.

Coloridos carteles llenos de exhortaciones a la lucha de clases y a la resistencia antifascista, plagados de consignas dispuestas a penetrar la psiquis de las juventudes de la época, constituían la antesala del “Guernica”.

Cuenta la historia oficial que el conocido mural -principal joya del museo madrileño- fue pintado por Picasso a raíz del bombardeo que las fuerzas nacionalsocialistas alemanas hicieron a la ciudad española a la cual debe su nombre, el 26 de abril de 1937. Por supuesto, es admirable la magnitud y estética de una obra que pretendía ser una denuncia frente los horrores de la guerra, en tiempos en que fuerzas de izquierda gobernaba lo que se conoce como la Segunda República Española.

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Aún así, me impactó mucho más que esta enorme pieza artística haya sido expuesta por primera vez a tan sólo unos días de perpetrarse el bombardeo. Por lo visto, Picasso no sólo era un genio deslumbrante, sino que además poseía una capacidad de trabajo sobrehumana como para terminar en tan poco tiempo el encargo financiado por el gobierno de la época.

Tras recorrer el museo y haber visto murales sobre el Che Guevara y Fidel Castro, símbolos religiosos banalizados, y cartografías sobre las que elaboró sus sórdidas teorías Félix Guatari, me quedé enganchada a la idea de que Picasso -con todo su genio creativo- no haya considerado plasmar en algún lugar de su obra la imagen de algún sacerdote o monja, considerando que durante la Segunda República Española fueron asesinados por fuerzas de izquierdas casi siete mil clérigos. Sí, ¡siete mil!

Resulta curioso que Picasso no haya podido vislumbrar que el blanco y el negro de las sotanas hubiesen combinado muy bien con la estética general de su oda pacifista.

Por desgracia, integridad, ideología y financiamiento son una triada que rara vez van juntas. El arte -que siempre estuvo relacionado con la búsqueda de belleza y elevación del ser humano, además de incomodar al poder- en la actualidad ha sido reducido a un burdo instrumento político especialmente servil a ideologías que tanto daño causan a la sociedad en general.

Es imposible pensarlo distinto, especialmente para alguien como yo, que proviniendo de una cultura hispánica-cristiana he aprendido que eso de que “por sus frutos los conoceréis”. Desde ahí me tocó decidir si me quedaría con los frutos del arte posmoderno, o regresaría a aquellos que había degustado los tres meses anteriores.

Mi elección fue más que obvia: la experiencia de adentrarse en las preciosas catedrales españolas que continúan en pie en esta era “post atea” es incomparable. Ellas dan cuenta de un tiempo casi olvidado en el que el alma humana padecía hambre de Dios, y hoy, casi vacías de gente, pero repletas de santidad, se ocultan en medio de la implacable selva urbana modernista.

Siglos de profanaciones de los enemigos de lo bueno -que antes llamábamos bárbaros, infieles y hoy revolucionarios- no han logrado que en sus paredes se exponga algo distinto a la Verdad Revelada. La conmovedora escultura de La Piedad en la Parroquia del Inmaculado Corazón de María en Madrid, el desgarrador sufrimiento emanado del amor que transmite la Virgen Dolorosa de la Catedral de Tui, o la deslumbrante devoción de tantas generaciones que construyeron la majestuosa Catedral de Santiago de Compostela son precisamente un fiel reflejo de todas esas virtudes que tanta falta nos hacen y que el arte posmoderno jamás podrá entregarnos.

Cegados a estos cambios, seguimos sin darnos cuenta que la posmodernidad y sus ideologías nos han amputado hasta el sentido de nuestra existencia. San Agustín decía: “nos hiciste Señor para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti”. Es posible que esa “inquietud agustiniana” a la que hoy llamamos “falta de sentido vital” tenga relación con que millones de personas elijan acabar voluntariamente con sus vidas.

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Tal vez en algún momento nuestra sociedad hispana, enferma de ausencias y resentimiento, encuentre el valor para emprender una Nueva Cruzada por la reconquista de esa Tierra Santa que todos llevamos dentro, un lugar profanado por los idólatras del Estado que a cambio de igualdad, usurparon nuestro legítimo derecho de seguir teniendo un alma.

La amenaza sigue latente para los hispanos de ambos lados del océano. En Chile, en lo que va del año, una sola agrupación terroristas vinculada al neomarxismo indigenista ya ha incendiado cinco iglesias y varios colegios sin que nadie responda por ello ante la justicia.

Estos actos que se repiten de manera sistemática no tienen museos de la memoria, ni galerías de arte o días conmemorativos. Si San Agustín tenía razón y nuestra felicidad no es posible sin Dios, avalar la impunidad y manipulación por no involucrarnos, es equivalente a condenarnos a una indefectible pérdida de nuestra cultura y nuestro espíritu.

Autor

Inés Farfan U.
Inés Farfan U.
Psicóloga-Gerente de Desarrollo de Personas en
Easy Coaching-Vicepresidenta y Coordinadora Nacional Ladies of Liberty Alliance-Profesor docente en varias universidades.

"En lo personal puedo decir que me he encontrado con varias verdades: como Psicóloga sé que nuestro desafío es que la razón prevalezca y cuando sea conveniente, domine a nuestras emociones; como Magister sé cuáles son las condiciones para que los seres humanos podamos tener una vida más significativa; como Dip. en Dirección y Gestión de Empresas sé que el emprendimiento juega un rol fundamental en el bienestar y que la iniciativa empresarial es irremplazable si queremos salir adelante como sociedad; como Master Coach sé que el liderazgo es la clave para influir en otros con las ideas correctas; como mujer sé que somos complementarias a los hombres y no necesitamos estar en guerra cuando necesitamos ser aliados; como madre sé que la familia es la célula principal de una sociedad; como católica sé que cuando Dios está en el centro de nuestra vida y dejamos “cautivarnos por Su alegría”, nuestra existencia se llena de color; como chilena hispanista sé que el legado de nuestra maravillosa cultura merece ser preservada y difundida, y que debemos sentirnos orgullosos por nuestra tradición que no parte en 1810 sino desde antes de la gran Cruzada del Océano".
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Geppetto

El Guernica no es mas que una falsificacion publicitaria de un cuadro pensado y pagado para la exposicion internacional de Paris y que fue utilizado a mayor gloria de la revolucion socialista que casi destruye España.
Y esta siendo utilizado para hacer colar la Ley de Memoria democratica

aliena

El primer artífice de la mentirosa propaganda – dirigida en este caso contra los alemanes de la división Cóndor – fue idea del genocida Churchill.

aliena

No es admirable en absoluto. Admirable es «La rendición de Breda». Algún día la gente dejará de repetir consignas políticamente correctas sobre la estafa mayúscula que supone cierto arte fruto de la brocha – gorda – de cierta gente.

Geppetto

Y que sol es reconocida por su pertenencia al movimiento comunista que asolo Europa y esta asolando en estos momentos España

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