¡¡¡FELICIDADES!!! La mayor abstención de la historia de la «democracia» en España. Por Luys Coleto

No se trata de abstención, sino de que no obliguen con engaño masivo a uno, dictatorialmente, a elegir entre Caifás rojo o izquierdista y Judas iscariote mercader de derechas, ambos siervos de satanás. Si la democracia es, como el socialismo/comunismo, perversa, pues así lo demuestran los hechos en el último siglo, que no la palabrería hueca, ¿por qué hay que rendirle culto votando como idólatras quemando incienso a Nerón y demás emperadores auto divinizados? No hay peor anticristo que el que rinde culto a la mentira suponiendo falsamente que hay mentiras mejores o menos malas que otras mentiras. Y, por cierto, rechazar la Gran Ramera de Babilonia llamada democracia, no es ser anarquista. ¡Quién se habrá inventado semejante afrenta diabólica! Rechazar la democracia y no ir a votar ni atado significa rechazar la mentira, el engaño y la hipocresía. Y eso es lo propio de cristianos cruzados verdaderos, fieles a la Verdad que es Cristo, no de apóstatas hipócritas. No hay más Ley que la Santísima Voluntad de Jesucristo Nuestro Señor, Dios y Hombre Verdadero, a quien hay que hacer prevalecer sobre todo dominio, poder, ídolo y potestad sobre la tierra. Que reine Dios sobre la tierra, ¡Viva Cristo Rey, viva Cristo Emperador!.

Nada nos va a librar de la muerte, de la vejez, de la enfermedad, del dolor, de las lágrimas, de la pérdida de seres queridos, del sufrimiento, de un suelo maldito por nuestros pecados, de las espinas y abrojos, de la pobreza, de la cruz e incluso del martirio. No entender esto es no haber salido de la infantilidad mundana de los que se obstinan en no dar siquiera una oportunidad a Jesucristo en sus corazones y buscan remedio en la gasolina de la política para las llamas del fuego del infierno que esos políticos han traído sirviendo con mentira a satanás durante décadas. Nada de este mundo, claro está, porque solo Dios lo puede todo, pero para amar a Dios hay que aceptar la penitencia y la cruz con paciencia y humildad. La justicia exige penitencia por nuestros pecados y errores. Como afirmaba Santa Teresa de Jesús, como muchos otros santos y santas, no hay amor fino sin la paciencia. Quien no comprende esto, es rehén de la mentira y por ella de satanás, su padre. Ningún iluminado anticristo de izquierda o rojo (comunista, bolchevique, socialista, social demócrata, progre), ni ningún iluminado anticristo de derechas (conservador liberal) va a impedir el mal, sino que lo va a agravar, extender e intensificar, porque la política consiste en eso precisamente, en llevar almas al infierno con todo tipo de engaños y mentiras, muchas veces a cambio de un miserable plato de lentejas. Y lo peor es que la gente no cree, no tiene fe. Y por eso es tan vulnerable al engaño y al mal al que dan respaldo sin saberlo o sin pensarlo.
No es mejor el mal (p. ej. aborto) si gobierna la derecha que si gobierna la izquierda. Afirmar, por ejemplo, que el aborto con gobierno conservador es menos malo o un mal menor frente al aborto con izquierda, es hipocresía judía farisea vomitiva. No es mejor la agenda 2030 si gobiernan unos frente a otros. El mal es el mal gobierne quien gobierne, aunque todos esos falsos «católicos» politizados que no creen en Dios y sí en la política digan lo contrario. Y al mal hay que rechazarlo aunque nos cueste la vida. Por eso, rechazar ir a votar es un acto de profunda responsabilidad, caridad (pensar en el mal que los políticos y sus votantes han causado a los demás con su voto durante décadas. Y todo por asquerosos y egoístas intereses mundanos) y de amor a Dios, que es la Verdad, es decir, por amor a la Verdad, repito, aunque cueste la vida, como a los cristeros en Méjico hace un siglo. Quien pierda su vida por el Señor, la ganará. Y quien encuentre su vida, la perderá. Los hechos confirman la Palabra del Señor en los Evangelios. Un cristiano verdadero no discute la Santísima Voluntad de Dios ni sustituye a Dios, Rey de reyes, por un anticristo político sea del signo que sea. El Nuevo Testamento no se puede sustituir con leyes o constituciones ningunas. Y la Palabra de Dios ha de habitar en nuestros corazones, es decir, que no se es cristiano por la fuerza o por imposición, mientras que la política nos la imponen. Y frente a esto, la política es lo opuesto. Lo que hace el que vota es condenarse con el político votado, por idólatra y amante de la mentira, el engaño, la manipulación y la hipocresía. El político es al demonio lo que el santo es a Dios.

Y respecto a Venezuela, Cuba, Méjico actual, Nicaragua, Colombia, Bolivia, Argentina, Chile (qué pena de deriva en esta nación hermana, con lo que prosperó con el católico anti demócrata militar Pinochet), y cada vez más naciones de pasado español, tienen el ejemplo de España en julio de 1936, el Glorioso Alzamiento Católico Nacional liderado por Franco y sus generales. Los cobardes, como los aficionados a la mentira (votantes), no pueden salvarse del infierno (Ap 21,8). Y quien tenga miedo al martirio es que no cree en Dios, ni en la bondad, ni en la justicia ni en nada bueno y santo, porque rechaza parecerse al Señor. Empiecen por una insumisión fiscal en toda regla, pues sin recursos económicos el tirano se tambalea y cae, pues no puede pagar a mercenarios sanguinarios prostituidos por dinero que le sostengan con terror. Y, si los anticristos Maduro, López Obrador, Ortega, etc., perseveran en su maldad, organícense, contacten con militares de toda graduación fieles a Dios y a su patria y no a la política, consigan armas y derroquen al tirano fusilándolo y exhibiendo su cabeza cortada en la plaza más célebre de Caracas para que sirva de ejemplo mundial a los enemigos de Dios.