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Hoy recordaremos las canciones que cantaban aquellos precursores de la Falange encuadrados en las primitivas JONS (Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalistas), aquellos «gallos de marzo» que iniciaban el corto camino de la Revolución Nacional.
Aquella primera juventud ,formada en línea de combate, bajo las órdenes de Ramiro Ledesma y de Onésimo Redondo, muy pronto acompañaron su acción política, en muchos casos violenta, con canciones que hablaban de patria, justicia, lucha y muerte.
Así vemos que ya en una fecha tan temprana como la de octubre de 1931, en el semanario «La Conquista del Estado» que redactaba y dirigía el primer núcleo español de nacional sindicalistas, bajo las órdenes de Ramiro, apareció un texto del jonsista Juan Aparicio, al que de inmediato puso música un estudiante que provenía de la CNT José Guerrero Fuensalida, creando el primer himno dirigido a las juventudes llamadas a la regeneración de la Patria española y al combate directo contra el liberalismo y el marxismo.
Pronto esa primera canción de las JONS fue considerada como el «Himno de las falanges de combate».
Aquel himno, cual banderín de enganche, se iniciaba con la siguiente estrofa:
«Juventudes de vida española y de muerte española también,
ha llegado otra vez la fortuna de arriesgarse, luchar y vencer
sobre un mundo cobarde y avaro, sin justicia, belleza ni Dios,
impongamos nosotros la garra del Imperio solar español»
De inmediato, aquellos primeros núcleos de militantes jonsistas asumieron como himno propio esa bella canción que todavía no hablaba de yugos ni de flechas, sino del que entonces era el emblema inicial del nacional sindicalismo, la «Garra hispánica».
Aquellos jóvenes integrantes de la «Conquista del Estado», que ya habían unido su destino con los muchachos de las JCAH (Juntas Castellanas de Actuación Hispánica) capitaneadas por Onésimo Redondo, diseñaron otra canción destinada a ser otro himno de las JONS, ya unidas con la Falange.
Dicho himno ha sido conocido por el glorioso e histórico nombre de «Isabel y Fernando».
El 4 de marzo de 1934 se convocó en Valladolid un gran mitin para presentar a la opinión pública la reciente unión de la «Falange» de José Antonio con las «JONS» de Ramiro y Onésimo, a la salida del mitin se produjeron graves incidentes provocados por los izquierdistas con el resultado de un muerto y varios heridos graves.
Ya, esta nueva y completa Falange, iniciaba también su corto recorrido entre la pólvora y la sangre de los colores de su bandera.
Por eso, en el semanario «Libertad», que se publicaba por las JONS de Valladolid, después de narrar lo sucedido en el citado gran mitin, se incluía el texto de este nuevo himno, que se iniciaba con las siguientes estrofas:
«En pie camaradas y siempre adelante
cantemos el himno de la juventud
el himno que canta la España gigante
que sacude el yugo de la esclavitud»
Se desconoce el autor, tanto de la letra como de la música de este segundo himno jonsista, canción con un perfecto ritmo de marcha que por eso, y entre otros motivos, fue adoptada por sucesivas generaciones de muchachos encuadrados en el «Frente de Juventudes».
En enero de 1935, y después de la escisión-expulsión de Ramiro Ledesma, José Antonio acude a un mitin del SEU de Valladolid, que casi como un solo hombre y con muy pocas excepciones seguía fiel al Jefe Nacional, al acabar el mitin los estudiantes vallisoletanos saludaron a José Antonio cantando un nuevo himno, con música de otra canción de la Juventud Nacional Socialista Alemana y con arreglos del camarada Mira, himno que se iniciaba con la estrofa:
«Amanece para mí
el día de gloria, de justicia y paz.
Bajo la bandera roja y negra iré,
a luchar y vencer,
a morir sin llorar».
Esta canción pasará a la historia con el nombre de «Himno de las antiguas JONS de Valladolid».
Pero los militantes azules, que ya estaban en línea de combate desde hace mucho tiempo, caían bajo el plomo enemigo y por eso en sus entierros y funerales la Falange implantó la costumbre de homenajear a sus Caídos cantando la antigua canción alemana «El camarada».
Esta canción, que en contra de lo que generalmente se piensa, no era un himno nazi ya que su composición data de mediados del siglo XIX, con letra del poeta Ludwig Uhland y música de Silcher, era más que un himno de marcha una canción solemne de respeto ante el camarada caído, se iniciaba con la archiconocida estrofa:
«Yo tenía un camarada
entre todos el mejor,
siempre juntos caminábamos
siempre juntos avanzábamos
al redoble del tambor»
Se cuenta que también las milicias de la Falange andaluza crearon en aquellos tiempos otro himno de combate propio, aquella canción que se iniciaba de la siguiente manera:
«Viva, viva la Revolución
viva, viva Falange de las JONS
Muera, muera, muera el capital
Viva, viva el Estado sindical.»
Aunque realmente creemos que es un himno que empezó a cantarse ya en plena guerra.
Pero a pesar de los himnos que hemos citado, José Antonio tuvo el sueño de que sus jóvenes camaradas tuvieran una gran canción «de guerra y amor», una canción que les hiciera vibrar en el combate diario, una canción por la que no les importara morir.
José Antonio vio cumplido su sueño y con una música ya compuesta del maestro Tellería y unos versos que salieron de los mejores poetas de la Falange, en una noche en un céntrico restaurante madrileño, se cantó por primera vez por aquellos elegidos el glorioso himno de la Falange, nuestro querido y nunca olvidado «Cara al Sol».
Pero la creación del «Cara al Sol» es otra historia que contaremos en otra ocasión.
Por todos aquellos que vibraron cantando aquellos viejos himnos de combate, por todos aquellos que lucharon bajo la bandera roja y negra de la Revolución Española, por todos aquellos que murieron con alguna estrofa de aquellos viejos himnos en su último suspiro.
Para todos ellos, va dedicada la presente reseña.

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REDACCIÓN
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