05/10/2024 23:33
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Se dice que la ideología del sistema actual, en su vertiente de ideología de género sobre todo, una especie de marxismo cultural. Que vivimos una suerte de comunismo internacional. Eso es cierto, pero hay que matizar un tanto.

El sistema comunista clásico era tremendamente viril, en el sentido de cruel, exigente y despiadado. En el funcionamiento social, de cara a obtener profesionales para realizar determinadas labores, era un sistema de rígida meritocracia. No se andaban con chiquitas: estudiaba el que valía para estudiar; y si no, a la fábrica a cumplir órdenes bien precisas. Tú estudiarás química, tú matemáticas, tú serás médico, y tu ingeniero. Y tú mecánico, y tú albañil. Y tú que sabes cantar, cantarás los himnos a la revolución gloriosa. No porque lo digas tú, sino porque yo he comprobado que tú vales para esto y lo otro. Y no se discute lo que yo diga. Porque he visto al explicar las cosas una vez quién me entiende y quién no.

La lógica resumida en una única frase de Lenin: “Estudiar, estudiar, y solamente estudiar”. Solamente a través de trabajo arduo y abnegado, en el que no pensaremos en nosotros mismos sino en la comunidad, se levantará este país. Al que no llegue al objetivo marcado, a ese que cojea hay que empujarlo que caiga y que no moleste más. Siguiendo el consejo de Nietzsche, no admitida su aplicación declarada y abiertamente.

¿Quién comía en la granja de Orwell? El Jefe, sus más próximos, y los guardias. El resto pasaba hambre, viviendo una existencia angustiada. Los guardias tenían buen armamento, que era lo único que funcionaba en aquel oscuro y desmotivador desastre.  Las armas tenían que funcionar para poder apagar eficazmente alguna posible rebelión que se podría producir si el jefe fuese tierno de más. Y, frente a los hambrientos y pálidos, los guardias podrán comer en abundancia para tener motivo de obedecer, no sea que caiga en aquella desesperación que veían delante. Orwell entendía el comunismo a perfección: los únicos medios que deben existir y funcionar son aquellos destinados a la salvaguarda del régimen. Por eso, los hambrientos podrán ir descalzos, si es el caso, pero los guardias tendrán armas automáticas de última generación con tal de que la granja tenga asegurada la continuidad.

Por eso, la educación requerida sería aquella que sea capaz de asegurar la continuidad del sistema: armas para que no te pueda toser nadie, imponer tu voluntad y la propaganda que dirá que eres el mejor. Por eso, habrá que salir a la órbita terrestre antes que los americanos, para decir y confirmar que eres el mejor. Que los noGagarin de toda esa tecnología no tengan nada revertido en sus vidas, desde la libertad para hablar y moverse como persona humana, es otra cosa.

[Cartel muy simple, pero perfectamente diseñado (para intentar engañar): el hombre en rojo, presumiblemente Gagarin  en 1961 o Leónov en 1965, cuando este realizó el primer paseo espacial (bueno, la correa que le sujetaba no medía más que 5,5 m, no 200 m como quieren dar a entender). En la frente el sello de la URSS, el sello del superhombre. El cartel dice que “no hay Dios”; en la atmósfera imágenes de templos, rusos, católicos e islámicos: la religión es superada por la ciencia, y es fruto de la ignorancia de los que no dan más de sí, incapaces de levantar la mirada y la razón. Lástima que las estrellas se pueden ver solamente desde la Tierra, precisamente por la atmósfera tan nítida, clara y que permite vivir como en la Tierra y en ninguna parte más.

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Las estrellas se observaron desde la Tierra desde el inicio de la existencia humana sobre ella; Isaías (40,26) dirá: “Alzad a lo alto vuestros ojos y ved quién ha creado estos astros: el que hace salir en orden a su ejército, y a todos llama por su nombre. Por la grandeza de su fuerza y la fortaleza de su poder no falta ni uno”. La Sabiduría (13,1) condenará a los ateos necios precristianos: “Sí, vanos por naturaleza son todos los hombres que han ignorado a Dios, los que, a partir de las cosas visibles, no fueron capaces de conocer a «Aquel que es»; al considerar sus obras, no reconocieron al Creador.” Hasta que finalmente San Pablo (Rom 1, 20-21) les mandara otro aviso más: “Porque desde la creación del mundo, sus atributos invisibles, su eterno poder y divinidad, se han visto con toda claridad, siendo entendidos por medio de lo creado, de manera que no tienen excusa. Pues aunque conocían a Dios, no le honraron como a Dios ni le dieron gracias, sino que se hicieron vanos en sus razonamientos y su necio corazón fue entenebrecido.”

Finalmente, tampoco les fue todo tan a pedir de boca a los superhombres: astronauta Komarov muere en 1967 al regresar a la atmósfera Soyuz 1 en el que volaba). Dos décadas más tarde, el hundimiento soviético, sistema ateo por antonomasia, fue total y completo. Solamente el milagro de Dios salvó la nación milenaria rusa de la defunción total causada por el veneno bolchevique. Dios venció, una vez más y siempre]

Pero el sistema educativo soviético era meritocrático, y de allí no teniendo nada en común con el sistema “comprensivo” actual cuyos efectos son una ignorancia rampante y generalizada. Naturalmente, buscada por los jefes de la granja. Que no existe casualidad en gastar tanto dinero para no conseguir efectos que tú no quieras. ¿Qué es lo que tienen en común, entonces, si es que tienen algo? La finalidad: conseguir un pueblo domesticado y controlado. Colocado en las coordenadas exigidas y predeterminadas por los dueños.

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Cuando empezó la crisis del covid el año pasado, Italia se adelanta y decreta un “aprobado general”. España no iba muy lejos de eso. En otros tantos países la situación no era significativamente diferente. En resumen: en los sistemas educativos se procedió como con las pagas comunistas, a cada uno un poquito para que tenga una hogaza de pan para comer, sin trabajar. Resultado: un aumento de gandulería, falta de intrepidez e iniciativa. Una masa informe que no sabe tirar por ningún lado. Que tragará con todo con tal de seguir con su hogaza. En la “educación” eso se traduce en tener título sin saber, sin contenido que lo respalde. El resultado final será crear un nutrido grupo de gente que exigirá, sin poner de su parte. Un lastre para lo constructivo, y arcilla para colocar en los moldes según necesidad. Sociedad neutralizada y maleada.

Compañero: este sistema está muerto. Sal de él. Ocúpate de tus hijos y de los jóvenes que puedas (y no tan jóvenes). Si entregas a tus hijos a las instituciones educativas – no solamente públicas – te podrás quedar sin ellos. Instrúyelos y fórmalos. Ocúpate de ellos con todas tus fuerzas, poniendo su interés por encima de tus comodidades y pretensiones de categoría inferior. Mi consejo: plantéate homeschooling. En España 1989 se lanza a ese reto la primera familia. Dos décadas más tarde, mil familias estaban en ello. Hay varias asociaciones comprometidas con el asunto: ALE (Asociación para la libertad de Enseñanza), Educar en Familia, etc.). Carlos Cabo González de la Universidad de Oviedo ha dedicado una buena tesis doctoral al respecto; se puede consultar en la web o en las redes para instruirse sobre las distintas iniciativas.

Una vez leí de un conservador de que el futuro nos pertenece, porque de ordinario solemos tener más hijos que los progres, con lo que la victoria será en nuestras manos en cuestión de pocos años. Falso. Los progres os quitan los hijos; los hacen socialistas si no despertáis. Más ejemplo que en España, no hay. Hijos de franquistas, educados en el régimen se volvieren socialistas, por mayoría que fueran. ¿Para qué quieres más ejemplos?

Ocúpate de tus hijos si les quieres bien, a ellos, a ti mismo, a tu Patria y la de ellos. Elige la pobreza, si es necesario, con tal de conservar su espíritu. Sé valiente.

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