18/05/2024 06:01

Policia

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Con estas palabras se entregaba a la policía  Michael James Pratt –uno de los “diez delincuentes más buscados” por el FBI;  palabras que me han servido para empujarme a  cumplir uno  de los objetivos pendientes y que no es otro que dedicar un artículo a nuestra Policía, conocida como la más eficiente por los expertos del mundo entero. Y al mismo tiempo recordar a uno de mis viejos amigos cubanos,  ya fallecido;  un  hombre fuera de serie,  incluida su imponente presencia de una estatura que no cabía por la puerta de su despacho como Jefe de Redacción del “Diario de la Marina”. Me estoy refiriendo al hombre de memoria prodigiosa y pluma veloz –de artículos interminables y sólidos–, el ingeniero agrónomo, pero poeta, Gastón Baquero. Nuestra amistad nació a fínales de 1949… Era yo un joven casi imberbe, —diecinueve años (19) — y él un personaje,  de treinta y tres que (con treinta y dos era ya Jefe de Redacción del periódico más influyente de Hispanoamérica y Decano de los diarios publicados en español).

Gastón, era algo más de  lo indicado por el cargo. A efectos prácticos era el alma del “Diario de la Marina”. Nuestra amistad nació de una audacia de juventud… Colaboraba yo en la revista “Maristas” y sin pensármelo dos veces me presenté a entrevistar al personaje –quizás al más influyente en la opinión de la gente normal en aquella Isla inolvidable–. Le hizo gracia, me recibió inmediatamente y la entrevista duró bastante más de cuatro horas… porque él, a su vez, aprovecho para preguntarme sobre España, sobre nuestra guerra –que yo había pasado en “zona roja”, mi condición de falangista, etc. y corrió el tiempo sin enterarnos. Desde ese día –de tarde en tarde–, si  pasaba por delante de las oficinas del “Diario” entraba a verlo.

Y ocurrió luego, lo que todo el mundo conoce; uno de los grandes criminales de la Historia se adueñó de Cuba y,  Baquero, que había intentado abrir los ojos a los cubanos desde su página diaria (artículos enormemente largos pero sustanciosos– salió de Cuba protegido por diplomáticos amigos. Yo hice lo mismo al darme cuenta de cómo Fidel iba cerrando el círculo y, — si no escapaba a tiempo– quedaría atrapado–. A principios de julio de 1959,  cuando nadie lo esperaba (y dejando en la Habana a Carmen Sevilla, a su madre y a Pepe Vaquero a los que nuestra empresa de Jorge Espinosa y mía, “Jorgil”,  habíamos llevado a Cuba), me embarqué  hacia Vigo en el “Santa Maria” portugués,  famoso luego,  por el secuestro de Carvallo

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Ya en España iba frecuentemente desde Barcelona a Madrid y era para a mí, visita obligada al Centro Cubano  de la calle Claudio Coello. Eso me permitió volver a encontrarme allí,   con sorpresa y alegría,  a Gastón Baquero. Volvimos, por supuesto a las conversaciones de amigos y,  en una de ellas,  – y por eso lo he traído a colación  –me hizo un comentario que no olvidaré nunca. M e dijo literalmente:

“¿Sabes que la policía española es la mejor del mundo?”

Y añadió: “… lo bonito del caso es que  no la ves por ninguna parte. Se diría que no tenéis policía  pero es tan eficiente, que ‘te puedo garantizar que el peor error que puede cometer un criminal perseguido por la policía internacional’ es venir a España para despistar a su perseguidores… Puedes estar seguro que no tardará en verse detenido…”

La pregunta de este delincuente a quienes lo detienen:

 “¿Cómo me habéis encontrado?”, me hicieron recordar al viejo amigo que nos dejó hace un cuarto de siglo. Ambos intentaban comprender esa eficacia de la policía española admirada por  quienes la conocen o la sufren en sus carnes.

¡Sin duda los españoles debemos estar orgullosos de los profesionales que velan por nuestra seguridad!

No voy a escribir sobre el gran poeta y escritor pues vivió en España sus últimos treinta y ocho años,  dejando como  admiradores de su poesía y de sus escritos a todos cuantos le trataron,  pero  me he  sentido obligado a recordar  el afecto y amistad de uno de los hombres que más me han impresionado por su poderosa memoria, su capacidad de comprensión, su carácter bondadosa y su leve y permanente sonrisa siempre cuando lo tratabas. (Al ponderarle su memoria me decía…: “¡Para memoria la de mi abuela!, la mía no es nada a su lado.”

Es difícil para los españoles de hoy y más aún para los cubanos, hacerse una idea del peso de Gastón Baquero en la formación de la opinión pública. Y me faltaba añadir que era un mulato que,  por sí solo,  hubiera bastado para hacer respetar a los negros. Aclaro que en Cuba no imperaba el racismo.

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Espero haber llenado mi doble propósito resaltar la altísima calidad profesional de nuestra policía que admiran –y envidian en silencio—las de otras naciones y recordar al inolvidable amigo que siempre defendió a España y sus valores.

A propósito de nuestra policía una experiencia personal. Cuando me nombraron Delegado Regional de Fuerza Nueva en Cataluña, lo primero que hice fue tomar medidas para que no se nos infiltraran enemigos en la organización. Y aprovechando que había quedado fuera de servició un policía lo encargué a él esa misión. Había quedado libre porque el Contraespionaje USA años antes lo había reclamado para que colaborase con él,  pues había descubierto una red de espías pro-rusa que ni la Cía., ni el FBI,  había logrado localizar…. (Y como decía él, lo había hecho “solo y sin medios”…  según la realidad habitual de la policía española de hace setenta años).  Los norteamericanos no se lo creyeron nunca, no lo creían posibleLos dejó cansado de “tantos medios” y “tan poca imaginación”… que le hicieron vivir   actuaciones s ridículas.

 

Autor

Gil De la Pisa
Gil De la Pisa
GIL DE LA PISA ANTOLÍN. Se trasladó a Cuba con 17 años (set. 1945), en el primer viaje trasatlántico comercial tras la 2ª Guerra mundial. Allí vivió 14 años, bajo Grau, Prío, Batista y Fidel. Se doctoró en Filosofía y Letras, Universidad Villanueva, Primer Expediente. En 1959 regresó a España, para evitar la cárcel de Fidel. Durante 35 años fue: Ejecutivo, Director Gerente y empresario. Jubilado en 1992. Escritor. Conferenciante. Tres libros editados. Centenares de artículos publicados. Propagandista católico, Colaboró con el P. Piulachs en la O.E. P. Impulsor de los Ejercicios Espirituales ignacianos. Durante los primeros años de la Transición estuvo con Blas Piñar y F. N., desde la primera hora. Primer Secretario Nacional.
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