04/07/2024 21:44
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Corría un 28 de julio como hoy, a apenas 10 días del inicio del conflicto y mes y medio del asesinato de Calvo Sotelo por sicarios del PSOE hacia la guerra civil que pedía su secretario general Largo Caballero. 

 

El suceso no era un hecho aislado provocado por 4 milicianos descontrolados. 

A apenas 3 semanas de inaugurarse la República habían ardido en el territorio español más de 100 templos cristianos. Tras el fusilamiento de la imagen, vendría la voladura de todo el monumento que consagró España al sagrado corazón de Jesús, situado en el centro geográfico de España, en Getafe

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Tras el fusilamiento de la imagen del corazón de Jesús vino el asesinato de sus monjas y el fusilamiento de varios milicianos que no estaban de acuerdo con aquella violencia que iba en contra de sus principios cristianos.

 

«Ardereis como en el 36» es uno de los lemas de Podemos, en clara referencia a la persecución cristiana que sufrió España, algo que no ocurría desde el decreto de Diocleciano (17 siglos) que Europa vivió primero en la unión soviética, (100.000 frailes asesinados) y ejecutó después el Frente Popular tras tomar el poder en aquel pucherazo electoral de febrero del 36, desatando el proceso revolucionario que tras el pucherazo de abril de 1931 había iniciado aquella izquierda cainita que se miraba en la URSS.

 

Que la izquierda pida pasar página con ETA mientras insiste en linchar la figura de Franco no es baladí, obedece a un rencoroso plan iniciado por Zapatero hacia el blanqueamiento de los crímenes de aquella izquierda de la que se dicen herederos y que desató la guerra, mientras pretenden iluminarnos re reescribiendo un pasado que les señala desde un ejercicio inútil de falsear una historia que ellos mismos insisten en delatar cuando nos regalan eslóganes tan criminales como «la única iglesia que ilumina es la que arde».

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La reconciliación que la concordia del 78 y el perdón que los combatientes en aquel conflicto se dieron y nos dieron, de ningún modo puede suponer ensalzar los crimenes de unos y admitir las culpas de otros, mas si cabe cuando este loco revanchismo lo ejercen quienes se reivindican herederos de los culpables de pedir y procicar la guerra.

 

El silencio que durante 40 años mantuvo media España insistiendo en respetar la concordia ante este ejercicio de revanchismo y ensalzamiento de aquellos asesinos marxistas, ha de tocar a su fin. 

 

Para ello es menester señalar lo que hicieron, sin caer en el complejo que la izquierda promueve para amordazar a quienes exigimos recordar un triste pasado, ya enterrado, que señala a esos otros que han querido desenterrar, revivir y re escribir.

 

Paz piedad, perdón.

Azaña