20/09/2024 15:40
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La semana pasada terminó con un incremento notable de la tensión política como consecuencia de los sobres con balas dirigidos a Pablo Iglesias, Fernando Grande Marlaska y María Gámez (Directora de la Guardia Civil). Este lamentable y condenable incidente fue el primer protagonista del debate organizado por la SER abortado (este fue el segundo protagonista) por la salida de un indignado Iglesias de ese debate ante las palabras de Rocío Monasterio, al echarle en cara su ausencia de condena en otras ocasiones. Mucho se ha escrito ya sobre este incidente, por lo que no voy a entrar ahora en ello, pero sí en las consecuencias que ha tenido y seguirá teniendo en la campaña de las elecciones de la Comunidad de Madrid.

Porque, ahora, todo gira en torno a la violencia, las amenazas y la posición que deben tener los políticos ante las mismas y, muy especialmente, los candidatos de estas elecciones. Quedan relegadas las propuestas concretas de cada partido y todo se ha reducido a una confrontación abierta entre lo que podría denominarse como “bloque de izquierdas” y “bloque de derechas”, dejando al pobre Edmundo Bal (C’s) en una incómoda e indefinida “tierra de nadie. Es decir, ahora solo cuenta que los de “enfrente” son unos impresentables, con lo cual se hurtan estas elecciones a los propios ciudadanos de Madrid (entre los que me encuentro). Poco respeto muestran con ello los candidatos del autodenominado “bloque de izquierdas” (que iniciaron este “juego”) a uno de los principios básicos de la democracia, como es la exposición libre de los diferentes programas electorales. Una exposición que no permite a los votantes, tanto conocer lo que piensan hacer los candidatos como el nivel de cumplimiento de aquello que nos proponen (que, al menos para mí, es tan importante como lo que dicen).

Mientras …. se sigue investigando la procedencia de las cartas, y ya veremos si alguna vez llegamos a conocer la verdad, porque aquí cada uno hace sus propias cábalas, al hilo de la información que va saliendo en todos los medios. Por el momento, y como he dicho, la realidad es que tan solo tenemos dos bloques enfrentados, en donde, sobre todo la izquierda, sólo busca la descalificación del bloque contrario, sin entrar en mayores argumentos y sin llegar a diferenciar las “churras” de las “merinas”. Es más, proponen crear un denominado “cordón sanitario” para aislar o excluir a VOX de las elecciones, lo cual me parece pasarse de castaño oscuro, porque semejante aislamiento carece de apoyo legal alguno.[1] O ¿acaso Bildu es calificable como partido demócrata y partidario de la no-violencia?

Personalmente, me parece absolutamente indigno e impropio de un líder político el “llanto” de Iglesias (coreado por Gabilondo por el propio Presidente del Gobierno y por Mónica García) así como su acusación a los periodistas que le critican. Olvida semejante personaje que son muchos los políticos que no solo han recibido -y siguen recibiendo- amenazas, sino que han recibido un balazo en su cabeza.[2] Balazo disparado por quienes defienden ahora un partido como Bildu a quien apoya tanto el Gobierno como el propio Iglesias, sin que se haya oído voz alguna de condena a los asesinatos de ETA. Y es que, para colmo, tanto el PP como VOX han condenado públicamente toda clase de violencia (así lo dijo, además, Rocío Monasterio en el debate de la SER), con lo cual no entiendo la hipocresía del Sr. Iglesias, que solo parece condenar la violencia cuando él es el afectado. Y menos aún entiendo que tilde a periodistas como fachas por el simple hecho de criticarle (como se hace con muchos otros), que ese ha sido el caso de la periodista Ana Rosa Quintana.[3]

Con estos mimbres en el cesto, me viene a la cabeza la llamada ventana de Overton, porque ahora parece ensancharse, de forma desmesurada, para admitir en su seno la imputación de amenazas al rival o rivales políticos, así como lo que denominan como “cordón sanitario” a VOX.[4] La ventana de Overton es una teoría de sociología política que describe como una ventana el rango de ideas que el público puede encontrar aceptable. Esta premisa establece que la viabilidad política de una idea se define mediante un proceso, de tal modo que puede pasarse desde un primer momento en el que una determinada idea pueda parecer como impensable a otro en el que simplemente sea considerada como radical (1ª etapa), saltando a la misma idea como aceptable (2ª etapa), de ahí a lo sensato (3ª etapa) e inmediatamente después a lo popular (4ª etapa) acabando en lo políticamente correcto (5ª etapa).[5] El aborto, los vientres de alquiler, la eutanasia… y cuestiones similares, antaño tabú, han pasado por este procedimiento o se encuentran inmersos en él en estos momentos.

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Ahora, le toca el turno a las amenazas en todas sus vertientes, como arma política arrojadiza, ya sea imputando tales amenazas a otro partido o exigiendo su condena expresa (dando a entender que si no es expresa no existe tal condena). O sea, exactamente, lo que ha sucedido en el debate de la SER en donde, a pesar de que todos los participantes dijeron rechazar la violencia, Iglesias siguió empeñado en que se rechazase explícitamente la carta recibida, pasando por alto que él mismo no había condenado la violencia de ETA (a quien ampara Bildu). Más aún; no parece ser de su agrado el derrotero que está tomando la investigación en donde parece ser que, al final, la culpa por no detectar el contenido de las cartas va a recaer en un empleado, mientras el Director de Correos (designado por el Presidente Sánchez) sale de rositas.

En todo caso, aquí se enfrentan dos viejos principios jurídicos, como son i) de un lado, el “qui prodest” (¿a quién beneficia?) ii) y de otro el que proclama que “quien calla otorga”. Ambos son igualmente válidos, en estrictos términos jurídicos, pero la cuestión radica en determinar cuál de ellos resulta aplicable, aunque bien puede suceder que ninguno de ellos lo sea -es lo más probable- y la autoría de las cartas proceda de algún chalado que no midió bien sus consecuencias. De todas formas, y tal y como están las cosas, ahora ya se han dejado de lado los diferentes programas electorales (especialmente por el “bloque de izquierdas”) y el debate gira en torno a estas dos posiciones, dando por sentado que la autoría de las cartas no es directamente imputable a ninguno de los bloques en liza:

Bloque de izquierdas: proclama que son víctimas de amenazas de muerte por parte de quien no cree en la democracia, porque solo ellos representan la verdadera democracia. Los “otros” son todos unos “fachas”

 

Bloque de derechas: responde que la izquierda está jugando con el victimismo para erigirse en los únicos defensores de la democracia cuando, en realidad, nos quieren llevar hacia una República comunista. O sea, son la negación de la democracia.

 

Se ha ensanchado, por tanto, la llamada ventana de Overton para dar cabida en la misma a imputaciones cruzadas de negación de la democracia, si bien resulta claro (al menos para mí) que semejante ensanchamiento ha sido provocado por el Bloque de izquierdas, frente al cual el Bloque de derechas no ha tenido más remedio que responder. Malo no, pésimo panorama político que nos tiene a todos en vilo y que fomenta, aún más, el enfrentamiento en nuestra sociedad, porque significa tanto como sostener que todo el equipo contrario se encuentra en fuera de juego, con lo cual no puede tener lugar ninguna clase de juego. O sea, se llega a la negación misma de la democracia al no admitir como válida más que la propia idea, lo cual es una definición perfecta del totalitarismo.

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Y es que el “juego democrático” consiste en la coexistencia de disparidad de ideas y en la libertad para expresarlas. Pero esto dista mucho de la descalificación total de quien no piensa igual porque esto ya es propio de las dictaduras a las que, en modo alguno, debemos dirigirnos. Es, por tanto, mucho lo que está en juego y mucha la responsabilidad de nuestra clase política que no puede ni debe transmitir semejante confrontación a la sociedad civil que pretende gobernar. Apelo, por tanto, al puro sentido común para poner fin a estas descalificaciones globales entre los diferentes grupos políticos porque los ciudadanos tenemos derecho a vivir en una sociedad realmente democrática y no en una constante dialéctica de descalificación total, en donde el respeto por la mera exposición de ideas contrarias brilla por su ausencia. Y ello, por mucho rédito electoral que pueda sacar de semejante situación el denominado “bloque de la izquierda”, creando un clima auténticamente esperpéntico como es el que actualmente estamos viviendo por las dichosas cartas. Pero, mucho cuidado que a veces las lanzas se transforman en podaderas, y más de uno puede salir trasquilado en las urnas con tanta agitación.

Con este sabor agridulce me despido, sin perder mi sonrisa etrusca, recordando a todos que la democracia implica la necesidad de doblegarse, de vez en cuando, a las opiniones de los demás o, cuando menos, en no negar el derecho a que sean expresadas por cualquier otro partido político (ya que, en eso, la diversidad de alternativas, consiste la democracia).  

 

[1] A los efectos pertinentes, dejo constancia de lo que leo en ECD confidencial digital, en cuyo titular se dice: Iglesias y Redondo pactaron reventar la campaña electoral tras la debacle del debate en Telemadrid El acuerdo incluía buscar una ocasión de ruptura, crear un cordón sanitario en torno a Vox y centrar el mensaje en “Fascismo o democracia”. El líder de Podemos lo activó con su abandono del encuentro en la SER. Vid: https://www.elconfidencialdigital.com/articulo/politica/iglesias-redondo-pactaron-reventar-campana-electoral-debacle-debate-telemadrid/20210425125607235245.html?utm_source=notificacion%20push&utm_medium=Other&utm_campaign=NP

 

[2] El presidente Mariano Rajoy y su familia recibieron cientos de cartas con amenazas sin cesar, pero dieron orden de “no dar publicidad” a ninguna de las misivas. Vid: https://okdiario.com/espana/asi-eran-mas-80-amenazas-que-recibio-rajoy-familia-sus-mandatos-dieron-orden-no-publicitar-7145527

 

[3] La respuesta de Ana Rosa Quintana no se ha hecho esperar: «Fascista es el que señala al que piensa distinto, eso no es democrático… ¡señor Iglesias usted es un fascista! Los demás somos comunicadores, tenemos información y contamos lo que ocurra». Vid: https://www.elcorreo.com/culturas/tv/ana-rosa-quintana-responde-a-pablo-iglesias-usted-es-un-fascista-20210426113712-nt.html

 

[4] Iglesias sostiene que solo hay dos opciones, un Gobierno del PP con Vox o un tripartito de izquierdas. Y ha alertado: «Ayuso es más de ultraderecha que la ultraderecha, el fascismo forma parte de su proyecto». Vid: https://www.eldiario.es/politica/pablo-iglesias-asegura-ayuso-ultraderecha-ultraderecha_1_7869157.html

 

[5] Joseph Overton observó que, para cada área de gestión pública, solo un estrecho rango de potenciales políticas es considerado como aceptable, dependiendo primeramente si les conviene a los políticos apoyarlas, antes que sus preferencias personales. De esta forma, ese rango varía no cuando las ideas cambian entre los políticos, sino entre la sociedad que los elige. Y para evitar comparaciones con el espectro de posiciones ideológicas izquierda-derecha, Overton desarrolló un modelo vertical de políticas que va de «más libre” a «menos libre», relativo a la intervención gubernamental, en la que las políticas aceptables se enmarcan en una «ventana» que puede moverse a lo largo de este eje, ampliarse o reducirse. Al morir Overton, este modelo fue bautizado como la Ventana Overton por sus colegas del centro Mackinac, entre los cuales Joseph Lehman contribuyó a su popularización. Para más información, ver el siguiente link: https://gaceta.es/civilizacion/ventana-overton-legalizar-temas-inomrales-20170719-0650/

 

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