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La empresa adjudicataria para el mantenimiento técnico del instrumental instalado en El Valle de los Caídos era la Sociedad de Reconocimientos Geofísicos. SRG y en ella trabajaba mi padre como ayudante de ingeniero. La labor que hacían en las instalaciones del recinto era de seguridad y supervisión. Teniendo en cuenta que la Cruz está en continua oscilación, es necesario tener el control de dicho movimiento, monitorizando dicha actividad, instalando en el cuerpo de la misma esos dispositivos de control de actividad y movimiento.

Durante muchos años mi padre estuvo controlando los sismógrafos diseminados por el Valle. Él y otro ayudante de ingeniero eran los responsables de interpretar lo que los monitores de la sala de datos iban desglosando día a día. Ha pasado mucho tiempo desde que ya no significa lo que de responsabilidad suponía, una labor que a veces entrañaba horas e incluso jornadas continuadas sin apenas descanso.

El monumento más emblemático encarnando la reconciliación de un pueblo que después de enfrentarse de forma fratricida se abraza en un gesto de esperanza y paz. Una tumba de todos nosotros. El rezo susurrante de unos frailes que son guardianes de un espíritu de concordia y todo ese símbolo bajo los brazos que son alas de la Cruz más inmensa que existe en la Cristiandad. El Valle en mi recuerdo. Con los ojos cerrados paseando en el recuerdo junto a mi querido padre, esa nave tantas veces caminada en el bullicio solo imaginario de un momento que te guardarías para siempre muy dentro de tu alma. Muy dentro de tu corazón.

Autor

Alejandro Descalzo
Alejandro Descalzo
Nace en Madrid en 1958. Estudia en Los Escolapios de San Antón. Falangista. Ha publicado 4 libros de relatos. Apasionado del cine y la lectura. Colaborar en este medio lo considera un honor.