21/11/2024 14:39
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En toda esta crisis, en toda esta locura, en toda esta vorágine de muertos, enfermos, colapso y mísera, estamos olvidando a nuestros mayores, a nuestros ancianos, a nuestros padres y abuelos, a los que con su sacrifico y esfuerzo, hicieron de nosotros lo que somos. A ellos se lo debemos todo, incluso la vida. Se dice que en momento de crisis, de tensión y de tragedia, en momentos de locura como los que estamos viviendo en la actualidad, se saca lo mejor de cada uno de nosotros. Muestras de solidaridad, de cariño, de sacrificio, de reconocimiento, en definitiva de amor y comprensión, de ternura y de apoyo a los que más lo necesitan. Aplausos diarios a todo tipo de colectivos y organismos, y reconocimientos a la labor realizada por aquellos que están más expuestos.

Solemos omitir, que este tipo de situaciones también sacan lo peor de cada uno de nosotros, la bajeza humana, la frialdad y el miedo, la insolidaridad y el egoísmo, aparecen y se apoderan de gran parte de la sociedad. Esta crisis esta deshumanizando a las víctimas y a los más vulnerables, a las que no ponemos cara. Se nos dan las cifras con una frialdad que asusta. Y estamos deseando llegar a eso que han denominado «el pico», sin ser conscientes de la de muertes que suponen llegar a ese «pico». Más de 400 ancianos hasta el momento, han muerto en residencias de mayores, alguno llevaban varios días fallecidos hasta que fueron encontrados. Nadie nos cuenta la vida de las víctimas, ni siquiera conocemos sus nombres, no queremos ver lo que pasa, haciendo cierto el dicho de ojos que no ven, corazón que no siente. Ni una sola imagen de sus familias, ni un solo testimonio de dolor de los más allegados, ni un minuto de respetuoso silencio por su memoria, ni una breve oración por el eterno descanso de los fallecidos. Reconozco, que en más ocasiones de las deseables, siento nauseas, me avergüenzo de la condición humana, me repugnan mis semejantes. Nos hemos acostumbrados a unas macabras estadísticas, sin querer ver que es de personas de las que estamos hablando. Banalizamos el mal e intentan justificarse diciendo que la población de riesgo mas vulnerable son nuestros mayores, como si eso fuera consuelo alguno, como queriendo hacernos ver que ya han vivido demasiado y que mejor que mueran ellos al resto, a nosotros. Ponemos en una balanza quien vive y quien debe morir, quien no debe ser atendido por ser mayor de 79 años. A todo esto lo llaman civilización. No encuentro nada de civilizado en desahuciar a nadie por razón de su edad.

Tertulianos de salón, comediantes sin gracia y titiriteros que pululan como sanguijuelas de una canal televisivo a otro, de un programa basura a otro igual o peor que el anterior, riéndose de los muertos, porque la mayoría de ellos son hombres. Las mismas a las que no les importo poner en riesgo la vida de miles de mujeres, con tal de que se celebrasen su puerca y ordinaria cabalgata, su aquelarre feminista, plagada de vulgaridades y mal gusto.

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Gobierno español y gobiernos autonómicos, eludiendo su responsabilidad, escurriendo el bulto. Sánchez diciendo que las Comunidades fueron poco previsoras y estas afirmando, que ellas no manejan la información que tiene el gobierno y que este no les comunico la gravedad del asunto. Todo invita a pensar, que el modelo territorial que se nos impuso a partir de 1978, no es capaz de dar solución a la primera gran crisis que se nos ha planteado, si no todo lo contrario. El modelo autonómico, dificulta sobremanera vencer al virus y superar la crisis, es un obstáculo para salir adelante y será una excusa, para eludir responsabilidades cuando llegue el momento de rendir cuentas. Un modelo autonómico que ya conocíamos era ineficaz e insostenible, pero que ahora también sabemos es inmoral, no solo nos cuesta dinero, su ineficacia, nos cuesta vidas, aunque estas sean de «mayores», a los que algunos desprecian sin ningún tipo de pudor. Los miserables siguen sin comprender, que el escupir al cielo trae consecuencias, con la posibilidad, más que plausible, de recoger lo sembrado en forma de muerte prematura, o de recibir el trato y el desprecio entregado en tu » juventud».

Javier Garcia Isac/ director Radioya.es

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REDACCIÓN