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Los Austrias instauraron el denominado Proceso de Visita, consistente en la revisión de la actividad de los secretarios y ministros una vez terminado su mandato. El mismo proceso que se siguió contra Antonio Pérez, que terminó acusado -entre otras- de concusión, esto es, de recibir comisiones y dádivas por las mercedes y favores de quienes las recibían. En el caso de la ya denominada guerra de Ucrania, se está acusando a Rusia por el inicio de la misma, olvidando a otro de sus actores, que no son otros que los Estados Unidos americanos.

En este caso la Unión Europea es mera espectadora y cumplidora de las órdenes USA, por no decir que le ha venido la guerra por menos que de sorpresa, siendo un ejemplo de ello el hecho de que si acudimos a la Estrategia de Seguridad Nacional 2021, aprobada por el Real Decreto 1150/2021, de 28 de diciembre, por el Gobierno de España, hay una mera alusión a Rusia en el apartado de Europa, indicándose que se continuará con el diálogo con aquella. En el capítulo referido a Riesgos y Amenazas el silencio respecto de Rusia es total, no así respecto de China con relación a Taiwán.

De manera indirecta se alude a seguir manteniéndose la contribución española a las operaciones OTAN en Europa oriental y al sistema de defensa antimisiles como vector de disuasión. Parece que nuestro Ministerio de Defensa no tenía duda alguna en que Rusia estaba disuadida para cualquier actuación exterior, cuando no ha sido así.

Esto me lleva a realizar una lectura distinta del por qué Rusia ha invadido Ucrania, para concluir que no es el imperialismo que se le está achacando a Putin -que ha pasado a ser un tirano en horas- la razón sino una causa puramente económica, uno de los dos orígenes de las guerras junto a los motivos religiosos. Si recordamos cómo terminó Gadafi cuando quiso crear un Banco Africano, y cómo terminó Sadam Huseín cuando el arrendamiento por noventa y nueve años de la explotación del petróleo iraquí por compañías inglesas y americanas expiró, y recordamos cómo Rusia está siendo desplazada por Estados Unidos y China del orden económico mundial, observaremos la situación de guerra actual de otra manera, lamentablemente en perjuicio y daño de la población ucraniana, desvalida de toda pretendidamente ayuda de amigos americanos y europeos.

Recordemos lo que decía George Soros en su artículo La Unión Europea se la juega en Ucrania, publicado en La Vanguardia el 11 de enero de 2015: “Las sanciones impuestas a Rusia por Estados Unidos y Europa han dado sus frutos mucho antes y han causado muchos más perjuicios a la economía rusa de lo que nadie podría haber previsto. Las sanciones tenían por objeto impedir el acceso de compañías y bancos rusos a los mercados de capitales internacionales. Las consecuencias negativas de dichas sanciones se han visto incrementadas por el marcado descenso en el precio del crudo, sin el cual las sanciones no habrían resultado tan efectivas. Para conseguir el equilibrio presupuestario, Rusia necesita que el precio del barril de petróleo ronde los 100 $. (Actualmente se sitúa en torno a los 55 $ por barril). Por este motivo, el bajo precio del crudo, unido a las sanciones, ha llevado a Rusia a una crisis financiera que ya se puede comparar con la que sufrió en 1998”. Esta es la razón por la que, en los últimos diez años, Rusia ha venido acumulando oro como reserva de la garantía de su economía. En 1971 se puso fin al patrón oro pasándose a la moneda fiat, que no equivale a ningún bien físico o material, y como moneda de intercambio internacional el propio dólar norteamericano, pero he aquí que China, en el año 2020, dejó de utilizar el dólar sustituyéndolo por el yuan, y en concreto por el yuan digital, cuyas transacciones a enero de este año han alcanzado los 87.500 millones (equivalentes a 12.214 millones de euros), adelantándose en esa sustitución a Estados Unidos yla Unión Europea. Pero Rusia ha virado hacia China, con lo que si hasta este momento Rusia para Estados Unidos era un mero partícipe de la economía sin peso específico y a quien se podía golpear, ha girado para formar un bloque homogéneo con China frente a Estados Unidos, a cuyo lado, adherida como algo más molesto que operativo, está la supuesta Unión Europea. Rusia ya no quiere que le digan cómo ha de conducirse.

Los acuerdos de Bretton Woods, en 1944, crearon un Fondo Monetario Internacional (FMI) con el objetivo de vigilar y proteger el buen rumbo de la economía a nivel global, dominado siempre por Estados Unidos, y de este control vemos que quieren desmarcarse China y, ahora, Rusia. Digo ahora, pero esto viene de atrás, pues no olvidemos que la guerra -como hecho propiamente bélico- no es la única forma de conflicto, si tenemos en cuenta la guerra económica a la que venimos asistiendo en los últimos años. Si recordamos cómo Estados Unidos forzó a que su territorio fuera atacado por Japón al cerrarle el grifo del petróleo, hemos visto cómo Estados Unidos ha forzado a Ucrania a no cumplir los Acuerdos de Minsk con Rusia, terminando esta por reconocer la independencia de Donetsk y Luhansk, también en claro incumplimiento de dichos acuerdos.

Está claro que Rusia quiere desentenderse de cualquier dependencia económica con USA, rechazar el dinero fiat supuestamente respaldado por los gobiernos, y que el Banco Central Europeo imprime y pone en circulación para mayor deuda de los gobiernos y la consiguiente pérdida de su independencia y control de sus relaciones, internas y externas, en aras de un globalismo que no es meramente económico (ojalá fuera solo eso), sino como cambio de la identidad original de cada país, globalismo cultural que no comparten China ni Rusia. Que Putin no tenía que invadir Ucrania, estamos de acuerdo. Pero también ha de tenerse en cuenta la responsabilidad que los Estados Unidos tienen en el origen de esta situación, no solo por lo anteriormente comentado, sino por el hecho de que ha logrado paralizar la puesta en funcionamiento del gaseoducto Nord Stream 2, negando Alemania la licencia correspondiente bajo la presión de nuestro pretendido amigo americano. Lo que no dicen los diarios es que la puesta en marcha de este gaseoducto -que transcurre directamente de Rusia a Alemania y centro de Europa- eliminará el conducto que ahora transcurre por Ucrania y por el que Rusia está pagando millones de dólares por peaje, y Ucrania las correspondientes comisiones de quienes tienen allí sus intereses económicos personales. Recordemos a Trump acusando a un hijo de Biden, y cómo Soros -apoyo del padre- dictaba a la Unión Europea  y al FMI prestase a Ucrania asistencia para que pudiese ser capaz de hacer frente a los pagos de sus acreedores -entre los que no debe faltar el propio Soros-, y cómo Soros anunciaba -en el artículo al que hemos aludido de 2015-  la ambición de Putin de resucitar el imperio ruso, que es la justificación dada por  USA de la actual invasión de Ucrania por Rusia.

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Si esta justificación no es cierta, tampoco lo es la dada por Putin para la invasión, basada en el genocidio. Si alzamos el velo de la auténtica realidad observaremos que esta nos revela intereses, que no son otros que los puramente económicos de las grandes corporaciones que controlan el gas. Y Putin no quiere que le diga USA cómo ha de repartirse la tarta europea, y menos que Ucrania sea el instrumento que maneja USA para frenar los intereses rusos, y así, para instrumento y por cercanía, Putin ha dicho que, a Ucrania, para jugar con ella se la queda él. Y a todo esto, el ciudadano ucraniano vestido, y mal,  de juan soldado.

Autor

Luis Alberto Calderón