Alfonso de Palencia. Por Santiago González-Varas

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Podemos destacar la figura de Alfonso de Palencia, como ejemplo de humanista típico de su tiempo. Nació en la localidad castellana de la que lleva nombre, en 1423, tal como dejan claros los estudios de Robert Brian Tate (también cabe citar, como estudiosos de este personaje, a Antonio María Fabié, Antonio Paz y Meliá, Madelaine Pardo, Javier Durán, Rafael Alemany, Jeremy Lawrance, o Ruben Maillo-Pozo). Estudió primero bajo la protección de Alfonso de Cartagena, en Burgos, otro gran humanista y traductor. Pasó a estudiar en Italia de 1441 a 1453, con maestros como Jorge de Trebisonda, Basilio Besarión o Vespasiano da Bisticci. Pasó después a Sevilla publicando en 1456 “la batalla campal de los perros contra los lobos”, donde cuenta una batalla campal a modo de una contienda en un entorno alegórico pastoril entre lobos y perros. En realidad, el contenido de la obra, su fondo y estilo, vienen determinados por los discursos políticos que se pronuncian por los diferentes personajes, destacando los de carácter deliberativo y las arengas militares. En el libro ejemplifica la mala praxis bélica. En su obra posterior de 1458 “La perfección del Triunfo” da solución al problema, mediante las ideas de orden y obediencia.

En junio de 1465, la Liga nobiliaria se reunió en Ávila, proclamando que se derrocaba a Enrique y pasaba a ser Rey de Castilla Alfonso con el nombre de Alfonso XII, aun cuando el nuevo rey tenía solamente once años de edad. Este episodio fue llamado por sus detractores «la farsa de Ávila«. Esta Corte gozó de una activa vida cultural, tal como cuenta el poeta Jorge Manrique, en sus Coplas a la muerte de su padre y que doy por reproducido. Pero en la Corte de Alfonso, el Inocente, figuraban caballeros tan importantes como Diego Gómez Manrique y su sobrino Jorge, el jurista Nicolás de Guevara y el poeta cancioneril Juan Álvarez Gato o el historiador Diego de Valera, maestresala del rey en 1467, aparte del propio marqués de Villena; también Rodrigo Alonso Pimentel, cuarto conde de Benavente, y Pedro de Villandrando conde de de Ribadeo, y Diego de Ribera, ayo del príncipe Alfonso y caballerizo mayor de su corte, o Sancho de Rojas, señor de Cavia y Monzón y alcalde mayor de los hidalgos de Castilla; Martín de Távara; el prior de Osma, jurista y capellán real de Alfonso XII Francisco Gómez de Miranda y otros.

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De 1477 data la obra principal de Alfonso de Palencia, su Gesta Hispaniensia ex annalibus suorum dierum colligentis, obra historiográfica conocida también como “Décadas”. Quiere el autor mostrar una actitud valiente e independiente y una conciencia cívica. Lejos de la historiografía medieval, donde el autor falsamente no se muestra, no ocultaba dar su propia versión de los hechos, de los cuales en buena parte había sido testigo. Reflejó así un concepto humanista que entroncaba en lo forma en Tito Livio, personaje admirado en su época. No obstante, aunque cada una de las cuatro partes en que la obra está dividida se denomina décadas, lo cierto es que no corresponden a períodos de diez años: la primera narra desde 1440 (durante el reinado de Juan II) hasta el 5 de julio de 1468 (fecha de la muerte del príncipe Alfonso); la segunda, desde esa fecha hasta el 12 de diciembre de 1474 (fallecimiento de Enrique IV); la tercera, desde 1474 hasta 1477; y, por último, la cuarta, desde 1477 hasta inicios de 1481. Dibuja a Enrique IV como un Monarca decadente, loco y vicioso. Juzga conductas con fondo moralizante.

Otra gran aportación, de este humanista palentino, fue el incunable que denominó Vocabulista, del cual se acaban de descubrir dos folios en la Biblioteca de la Universidad de Princeton y que se trata ni más ni menos que del primer Vocabulario hispano-latino que llegó a la imprenta, que lo hizo en 1492, año de su muerte, de forma que Alfonso de Palencia, y no Antonio de Nebrija, fue el primer lexicógrafo español, ya que el diccionario romance-latino de Antonio de Nebrija se publicó en 1495.

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