21/11/2024 16:00
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¡Pobres niños, pobres inocentes, mientras ellos juegan, los mayores les colman con regalos de destrucción y muerte!

Todos los días del año son 28 de diciembre, que curiosamente se impuso a los Santos Inocentes. Se celebra el día 28 de diciembre porque es el día en el que las iglesias cristianas recuerdan a los niños muertos a manos de Herodes como las primeras víctimas del cristianismo

Mientras que en el calendario todos los días se asesinan impunemente a esos Inocentes, que son Santos, sacados con tenazas a cachos por carniceros que no médicos, para beneplácito de los diabólicos HIJOS DE SATANAS.

Decía Eglantyne Jebb:

«Todas las guerras, justas o injustas, desastrosas o victoriosas, son guerras contra los niños»

Niños y niñas que saben cómo es el sonido de una bomba, que han visto un arma de verdad y que posiblemente hayan sido encañonados por una. Niños y niñas que han experimentado el miedo de tener que salir por la noche con lo puesto mientras toda su aldea ardía en llamas, que han sido violados u obligados a ir al frente y matar.

Las guerras son horribles para todos, de eso no hay duda. Pero cuando lo miras desde la perspectiva de un niño es imposible no preguntarse: ¿Por qué a ellos? Los más vulnerables, los que menos pueden defenderse, los que más sufren las consecuencias de la guerra.

Los pacifistas, esos que reniegan las guerras, pero que desde sus posiciones las construyen, con absoluta supuesta suavidad y una democracia mal entendida, porque desde sus voces y lenguas viperinas, emiten sonidos, propios de tambores de guerra.

El desgarrador relato de un niño que huye de la guerra en Ucrania | Noticias Telemundo

¿Las Guerras son necesarias? A veces sí

No debemos olvidar que las guerras no las hacen los militares, ellos son solo el arma de defensa o ataque, de una nación, porque los políticos desde sus sillones o escaños las preparan. El ejemplo de esta España desconocida que padecemos, es muy elocuente. Estos gobiernos de tiranos, dictadores, traidores y despreciables engendros satánicos, lo demuestran cada día.

Tanto esta monarquía vividora que todo lo firma, que todo lo aprueba, incluso admite que un presidente en funciones saque mayoría de la mano de separatistas que odian a España, de criminales terroristas y demás sicarios que odian a nuestra amada Patria, le parezca bien, sin poner un pero, sin poner un obstáculo, Jefe Supremo de unas Fuerzas Armadas que juraron defender a la Patria, pero que tiene tanto respeto a este monarca, que para ellos este individuo, como el otro fugado, están por delante de la Nación, que les paga, para defenderla.

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Y todos los presidentes políticos de un signo y del otro, porque ambos, son la misma cosa, la misma basura, que solo defiende sus bolsillos repletos de la plata que roban a los pobres incautos y adoctrinado ciudadanos de este País, vertebrado y destruido, en su fe y en su patriotismo.

Pues bien, las guerras deberían ser solo entre hombres. Deberían realizarse en los campos de batalla. Allí lejos de las ciudades, de la población civil, de los Hospitales, de las escuelas, de las casas, allí lejos, muy lejos de la población inocente, que recibe del cielo el maná convertido en metralla, en pólvora, en destrucción de vidas inocentes… pero eso es una entelequia.

Pena me da, mucha pena, ver imágenes de niños inocentes, con sus caras desencajadas, desfiguradas, tristes, llorosas, marcadas por un horror, de un suceso que no entienden, ni llegan a comprender.

No entienden, como su abuelo, su madre y su otro hermano yacen muertos a su lado, corriéndoles la sangre, saliéndose del cuerpo, para regar una tierra quemada y enrojecerla de sangre. Esas bombas que caen del cielo, esos obuses, que les llegan por todos lados, no solo destruyen edificios, sino a esos niños que están dentro, sin que hagan distinción de tu eres mi contrario, mi combatiente extraño, mi enemigo.

Porque no son balas guiadas por un combatiente que mata al enemigo armado; son artilugios guiados para sembrar la destrucción y con una nota que lleva marcada: ¡Ahí va este regalito, caiga quien caiga!

Pobres niños inocentes, carne de cañón de las guerras, que en estas edades modernas, ya no se realizan en los Campos de Batallas, sino en todos los campos, sean áridos, arbolados o llenos de edificios. ¡Qué más da!

Pero hay una Guerra Mundial, peor, mucho peor, como es esa en la que un médico, doctorado para salvar vidas, arranca a un niño inocente dentro del seno de una embarazada, que no madre.

¿Cuántos millones de niños han sido asesinados en el mundo, de esa forma tan cruel?

Y el complot mundial, sólo recuerda al “pobre” Herodes, cuando ese novato, hace más de 2.000 años, mando asesinar a unos cuantos niños que no pasarían de 20, pero ahí está inscrito, como el mayor asesino de niños, para la posteridad.

Porque unos politicastros que presumen de democráticos, cuando son verdaderas bestias tiranas e infames, imponen el Genocidio más terrible que jamás se ha dado en el mundo y no solo eso, sino que le dan plenos poderes a esa mujer embarazada, nunca madre, para que ella haga lo que crea conveniente, matando a su propio hijo, sin que el padre pueda hacer nada por salvarlo; porqué él, tiene todos sus derechos cercenados.

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Ya lo dijeron algunas feministas: que si no podían abortar, ellas estaban en su derecho, para que según salía ese niño inocente de su infernal vagina, cogerle y estrangularle.

Eso sí, muy democráticamente, porque el crimen y el genocidio de niños está consensuado y aprobado por todos los herejes y matones que ostentan los más altos poderes fácticos

¡Señor, no perdones a estos asesinos, matones y carniceros, pues sí tienen uso de razón y saben hacer lo que quieren, representando a la más absoluta tiranía!

Conflicto en Siria ocasiona la muerte de más de 11 mil niños

Autor

Miguel Sánchez

Empresario. Licenciado en Marketing y en Dirección de Ventas. Escritor de varios libros, sin publicar, aún.  Aficionado a la escritura y a la historia de España.


Caballero Legionario que fue del  IV Tercio Sahariano Alejandro Farnesio, en dónde estuvo en Mando Bandera. Escogido para portar al Santo Cristo de la Buena Muerte, representando a la Xª Bandera.


Congregante del Santísimo Cristo de la Fe, Cristo de los Alabarderos y María Inmaculada Reina de los Ángeles, en la Catedral de las Fuerzas Armadas


Luchador nato por el  Valle de los Caídos y sus monjes Benedictinos, por nuestro Cristo Redentor, la Familia, contra el Aborto y la Patria Grande, Unida y Gloriosa, desde la muerte del General Invicto.


Amigo, seguidor y admirador de la figura más transcendental y entrañable del siglo XX español, D. Blas Piñar, mi Caudillo, siempre junto a él, tuve el honor de aplaudirle, ovacionarle, dialogar y abrazarle, porque era mi ídolo y lo seguirá siendo por toda la eternidad. Y tengo el orgullo, que de  sus magníficos libros escritos, poseo unos diez, dedicados, con cariño y con su pluma de oro, como escritor en la excelencia.


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Hakenkreuz

La más encarnizada guerra, la más cruel y sangrienta, la más diabólica, es una guerra que inició Lenin hace algo más de un siglo en Rusia y que se ha propagado como el más letal error de Rusia por toda la tierra, la guerra contra la vida del niño o niña no nacido, el aborto. Esa horrorosa carnicería salvaje marxista y democrática contra los que no pueden haber cometido crimen o pecado alguno, contra los inocentes entre los inocentes.

Como Dios Todopoderoso, Nuestro Señor Jesucristo, Juez Justo de la historia y de las naciones, juzgue a las naciones democráticas (populares/marxistas o liberales/»estados de derecho») y a sus votantes (culpables del aborto), como los demócratas de todo signo han, no juzgado, sino directamente condenado con odio visceral o por conveniencia mercantil o electoral durante décadas a Franco y Hitler, que no se espere Misericordia alguna. Quien no ha perdonado, quien ha sido inmisericorde, impío, no puede demandar perdón y misericordia.

Todavía tardan todos los demócratas en pedir perdón públicamente y en el confesionario ante Dios por sus condenas a los que ni por asomo han llegado a su grado de maldad diabólica. De los rojos o izquierdistas o marxistas, no cabe esperar que pidan perdón, son la estirpe del demonio, la cizaña de la tierra, los hijos del Maligno, ya están poseídos por el odio y no atienden a razón alguna. Es y fue su elección, a pesar de haber sido ellos mismos perdonados por sus víctimas católicas a pie de paredón. Pero, ¿los no marxistas (conservadores, liberales, derechistas, centristas) a qué esperan? ¿Prefieren abusar hasta su último aliento de la Infinita Misericordia de Dios? ¿Pretenden ser perdonados de sus crímenes contra la humanidad no nacida, pretenden que Dios pase por alto el aborto de decenas de millones de criaturas en las endemoniadas democracias, mientras ellos han condenado a los que no son, ni de lejos, tan miserablemente satánicos como ellos han sido?.

Que pidan perdón con toda sinceridad y arrepentimiento, que asuman humildemente su penitencia (incluidos cardenales y obispos), por haber condenado a Franco y Hitler, con luz, taquígrafos, televisión y radio, con toda suerte de medios. Que sean conscientes que más vale perder la reputación, el patrimonio, las elecciones e, incluso, la vida, que el alma. Que pidan perdón a todos nuestros antepasados por defenderse del comunismo y de su odio incontrolado y exterminador, en España, en Alemania, en Rusia y en toda Europa. Que pidan perdón o que lamenten haber venido al mundo, como el Iscariote, que pidan perdón o que padezcan eternamente las consecuencias de su condena que recae sobre toda una generación entera en España, Alemania y otras naciones por regímenes análogos, que no querían los errores de Rusia en sus patrias, que no querían para sus patrias el infierno soviético. Que pidan perdón o que paguen por su soberbia, por su desprecio miserable a la santa Verdad, por su cobardía y por su idolatría democrática en las llamas del infierno. NO se puede esperar el Perdón de Dios si no se ha tenido piedad sobre los que defendieron su Santa Iglesia Católica Apostólica contra el bolchevismo y contra el comunismo extendiéndose por toda la tierra con la complicidad de las democracias angloparlantes, los errores de Rusia, de los que ya se nos quiso prevenir en Fátima.

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