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En la cuarta parte de esta serie continúa la descripción de la resistencia de Quijorna frente al ataque de la División del Campesino, apoyada por la artillería y la aviación y reforzada con otras unidades.
La noche del 6 al 7
Cesa el combate, pero:
… la noche era dantesca: había incendios por todos los sitios; fuego en los Llanos, en Villanueva de la Cañada y en Quijorna; para colmo, quizá por efecto de las botellas de gasolina y bombas de mano, el fuego estaba destruyendo la cosecha de cereales; había empezado muy cerca del cementerio, en unas hierbas secas, y se estaba extendiendo hacia Brunete… (p. 177)
Habían instalado potentes altavoces cerca de las alambradas y nos hablaban con magnífica voz, diciéndonos:
“Falangistas, rendíos; hemos bajado de las lomas del Vértice los Llanos, que hemos tomado, como asimismo Villanueva de la Cañada y Brunete; estáis a tiempo de salvar la vida si os rendís. (p. 177)
Era mentira, en Villanueva de la Cañada se seguía aún luchando.
Nuestra reacción fue la contraria a las intenciones del enemigo; nadie pensó en la rendición, ni mucho menos; por el contrario, un falangista de la Centuria de Burgos, de Santa Cruz de la Salceda, según me han asegurado, se le ocurre decir: “Vamos a cantar el Cara al sol. Pronto se cantaba en todas las trincheras. Esta actitud debió sorprender al enemigo, que ante ello dio la callada por respuesta, pues a partir de ese momento debieron desconectar los altavoces y nos dejaron tranquilos durante la noche. (p. 179).
Atención esto:
Esta vez quizá haya sido la única en que los falangistas al cantar su himno no hayan levantado el brazo… estos mismos falangistas, los supervivientes, pasados muchos años, sí lo levantaron en varias ocasiones, con motivo de las visitas a Quijorna para conmemorar la aniversario de la defensa, principalmente el 6 de julio de 1975, en el acto inaugural del monumento a los caídos. (p. 180)
Del monumento (un monolito) fuer retirada la placa, con nocturnidad y alevosía. Simplemete decía: «A los caídos por Dios y por España en la defensa de Quijorna del 6 al 8 de julio de 1937. Quinta bandera de Castilla Crespi. Batallón de Infantería de Toledo número 164. Tábor Ifni Sáhara»,
La mañana del día 7
Los falangistas de Quijorna comprueban que la lucha en Villanueva de la Cañada ha terminado. Sin embargo, los camaradas de la 5ª Centuria de Ávila siguen defendiendo el Vértice de los Llanos, aunque están rodeados.
Ven a unos soldados desplegados que vienen por la carretera de Navalagamella y que cuando están cerca del pueblo se desvían a su izquierda, hacia el Vértice los Llanos. Creen que pudiera ser un batallón enemigo, pero son nacionales y consiguen incluso desalojar al enemigo de algunas posiciones de cerca de Quijorna. Se comenta que hubieran podido seguir hasta Valdemorillo y copar de esta manera al ejército frentepopulista que se había internado hasta Brunete, pero, por precaución, esta ambiciosa maniobra no se lleva a cabo.
Al final, los soldados entran en Quijorna, pero no traen munición apenas, por lo que después tendrían que repartir con ellos las existencias.
La población civil
Se cuentan los avatares de la población durante la guerra. En las fechas de la batalla eran unos 300 habitantes, la mayor parte de ellos viejos y niños. Al principio Quijorna está entre las dos líneas, hasta que en otoño del 36 es ocupada por tropas nacionales que dejan como guarnición a la 1ª Centuria de Ávila. La población podrá recoger lo que será la última cosecha de aceituna y cereales en tres años.
Como el Campesino no cerca el pueblo, el Comandante decide evacuar a la población. Un primer intento se hizo en la noche del 6 al 7. Se dirigen a Chapinería.
La defensa se divide la defensa en sectores:
Primer sector. Desde el cementerio hasta la carretera de Villanueva de la Cañada. Será defendido por dos compañías del batallón de Toledo, quedando las otras dos en reserva, y la de ametralladoras repartida por este sector, quedando una sección en reserva.
Segundo sector. Desde esta carretera hasta el olivar, a cargo de los restos del tabor Ifni-Sáhara, teniendo además la defensa desde la torre de la Iglesia.
Tercer sector. A su vez, se divide en dos: desde el olivar hasta la carretera de Navalagaella, defendido por los restos de la 1ª Centuria de Ávila, y desde esta carretera hasta las eras, incluidas, los restos de la Centuria de Burgos.
La tarde del día 7
El autor se queda dormido detrás de un parapeto, y es herido en una pierna cuando empieza otro ataque. Le tendrán que evacuar después. Se dirige a una cueva que había en el pueblo y que estaba ya llena de heridos
Era imposible calcular el número de heridos que había allí, pero seguramente se aproximarían a los 100, y no lo pude saber no solo porque no los conté, sino porque me quedé sentado en la misma entrada de la cueva, y ello fue mi salvación.
…
Estos momentos los describiría así caparrini: cejona ardía por los cuatro costados, el depósito de municiones era una inmensa hoguera, La,ndancia militar se había derrumbado, el botiquín de sangre se había hundido por efecto de una bomba de aviación de 250 kg, dejando sepultados a 45 heridos. Todos sabíamos ya que la única munición que teníamos era la individual. No ignorábamos que Quijorna se convertiría en la tumba de la 5a Bandera de Castilla y demás defensores que habían acudido en su ayuda. (p. 198)
Era tal el polvo que la explosión había levantado, que al no poder respirar negaba, me moría o angustiaba por momentos, quizá por segundos; pasado el ruido de la explosión y con la marcha de los aviones, el silencio se hizo sepulcral; al no hablar nadie, creí que sería el único superviviente no había respiraciones ¿qué pasaba?…
¿Cuánto tiempo duraron aquellos pensamientos? Poco, mucho. Imposible saber. Aguanté todo lo que pude la respiración, cerré la boca, me tapaba la nariz durante varios momentos, que parecían interminables, hasta que vino un rayo de luz, un rayo de esperanza, un rayo de salvación…
… Fuimos retirando la tierra que se nos venía encima, logrando en poco tiempo hacer un hueco por el que podía pasar una persona y, arrastrándonos sobre la tierra nos deslizamos hacia el exterior, a cielo abierto, tras aquellos momentos infernales. De esta forma salvamos la vida unos cuantos, no creo pasarían de diez; los demás allí quedaron para no despertar jamás, y que según Caparrini eran 45, cifra que quizás se la proporcionase el médico a la vista de los heridos que habían llegado y descontando los que logramos salir con vida. (pp. 199 y 200)
El bombardeo aéreo había sido masivo y afectado a la mayor parte de las casas del pueblo.
Como el autor ya no participa en las operaciones defensivas transcribe el relato de Caparrini:
A las 15:30 h de la tarde se inició un furioso ataque de artillería, morteros y ametralladoras, divisándose por las vaguadas de Villanueva de la Cañada una columna de tanques que con toda despreocupación se acercaba a la posición de Quijorna: el fuego de artillería duró hasta las 21:30 h de la noche, en que nuevamente se acercaron los tanques con la infantería, siendo rechazados con toda brillantez y entusiasmo.
Por los cuatro ámbitos de Quijorna resonaron los gritos de triunfo y la voz de la Falange, exaltada por el ejemplo y virtud de sus oficiales, que con el grito de Arriba España habían dado su vida por la defensa de la población; demostró una vez más 5a Bandera de Castilla, ya reducida en dos terceras partes, que estaba a la altura que la partenecia y dispuesta a vencer o morir.
Para completar el cuadro demostrativo de la tenacidad guerrera del enemigo a atemorizar a nuestros soldados no se conformaron com batir una posición insignificante con dos baterías del 15,5 y una del 12,40, no sé cuántos morteros asalto y no menos de 30 tanques e innumerables al ametralladoras sino que una de las escuadrillas de “ratas asesinos” bajaron en vuelo rasante hacia nuestras trincheras como ametrallando sin piedad a nuestros falangistas… (p. 202)
Esto es matar “pulgas a cañonazos”, en este caso falangistas. Claro, que los frentepopulistas tiraban con pólvora del rey, o de la república de trabajadores, que es lo mismo.
También destruyen varios tanques con gasolina y bombas de mano.
En la tarde del día 7 logran comunicación con Navalagamella tras reparar la línea. Les prometen un convoy con municiones y víveres que llegarán a las 2:00 h de la mañana del día 8. De vuelta logran evacuar algunos heridos.
En la madrugada del día 8 se produce la conversación del comandante de Quijorna como el Estado Mayor en el que soy yo su respuesta de cojones tenemos tantos como el que más. El comandante indicaba que resistirían a toda costa hasta morir si era preciso pero que para ello les harían falta bombas de mano y gasolina para resistir el ataque de los tanques, porque de otra manera sería suicidarse.
Parece ser que además se habría ordenado al comandante enviar dos compañías a establecer contacto con las fuerzas que venían de Chapinería a Brunete y otras dos compañías con las fuerzas que iban hacia el Vértice los Llanos. Se considera que esta orden hubiera sido equivalente a abandonar la plaza, con resultados catastróficos:
Pero lo que no debía saber el mando era que en dos días de lucha estas unidades habían sido destrozadas, no contaban ya ni con el 50% de sus efectivos… Además de los inconvenientes apuntados por Caparrini sobre la munición, había otros de tipo moral y psicológico al llevar dos días sin comer ni dormir, por lo que estaban cansadas y por encima de todo, no aptas para emprender una marcha a buscar y establecer contacto con fuerzas propias o enemigas. ¿Para qué más contacto, y más directo, que el que ya tenían? (p. 207)
El comandante consultando con los jefes de las unidades existentes deciden no salir de la posición, porque hubiera equivalido a dejarse cazar por el enemigo.
En el próximo capítulo sigue la resistencia del Quijorna.
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