11/05/2024 15:34
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No se sabe cuándo será, pero sí se sabe (tampoco la Izquierda sabe guardar un secreto) sí se sabe que tras la supresión de la Sedición del Código Penal vendrá, con un Podemos resurgido y motor del cambio, indefectiblemente, un Referéndum sobre República o Monarquía… y, naturalmente, ya con el Poder en sus manos (en Régimen de usufructo vitalicio) al Presidente Sánchez no le hará ascos apoyar la victoria de la República (no olvidemos que el PSOE fue desde la fundación, republicano). Además, han llegado a la conclusión – según me expresaba un viejo comunista del último círculo de amigos de mi tocayo y vecino Julio Anguita—de que puede hacerse impunemente, siguiendo la fórmula de don Torcuato Fernández Miranda (“Desde la Ley a la Ley sin romper la Ley”) cuando hubo que cambiar  la Dictadura por la Democracia.

¿Y cómo puede ser eso?

Simplemente, haciendo una nueva Ley. Una Ley que se apruebe, con el cambio de los votos necesarios, que no rompa con la Constitución y que se ajuste a los artículos 167 y 168:

Artículo 167 de la Constitución Española de 1.978

Los proyectos de reforma constitucional deberán ser aprobados por una mayoría de tres quintos de cada una de las Cámaras. Si no hubiera acuerdo entre ambas, se intentará obtenerlo mediante la creación de una Comisión de composición paritaria de Diputados y Senadores, que presentará un texto que será votado por el Congreso y el Senado.
De no lograrse la aprobación mediante el procedimiento del apartado anterior, y siempre que el texto hubiere obtenido el voto favorable de la mayoría absoluta del Senado, el Congreso, por mayoría de dos tercios, podrá aprobar la reforma.
Aprobada la reforma por las Cortes Generales, será sometida a referéndum para su ratificación cuando así lo soliciten, dentro de los quince días siguientes a su aprobación, una décima parte de los miembros de cualquiera de las Cámaras.

Artículo 168 de la Constitución Española de 1.978

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Cuando se propusiere la revisión total de la Constitución o una parcial que afecte al Titulo preliminar, al Capítulo segundo, Sección primera del Título I, o al Título II, se procederá a la aprobación del principio por mayoría de dos tercios de cada Cámara, y a la disolución inmediata de las Cortes.
Las Cámaras elegidas deberán ratificar la decisión y proceder al estudio del nuevo texto constitucional, que deberá ser aprobado por mayoría de dos tercios de ambas Cámaras.
Aprobada la reforma por las Cortes Generales, será sometida a referéndum para su ratificación.

 

O sea, que teniendo 210 Diputados (los 3/5 de la Cámara) se puede cambiar la Constitución y hacer el “Referéndum-Monarquía-República” o cualquier otro que se les ocurra a los dictadores.

(Curiosamente a esta Dictadura es a la que se refería Besteiro cuando habló de la “Dictadura Parlamentaria” que podía darse en las Democracias).

Así que teniendo en cuenta la situación actual al Presidente Sánchez solo le harían falta 15 escaños más (sumando los 188 que ayer tuvo para cargarse la Sedición y la ralea independentista que le sigue) lo que muy bien podría “comprar” en la abstención (¡y no será con los millones que se ha reservado para este año electoral¡)

Por tanto, Derechita cobarde, con vuestro “Sí” o vuestro “No”, aquí habrá “Referéndum-Monarquía-República” incluso antes de las elecciones del 2024 y, naturalmente, habrá República. Y no la República III sino la República II, Segundo Acto. Al tiempo.

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.
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