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La lección de orgullo que aprendí con Maradona. Por Luys Coleto

Y un 25 de noviembre también falleció George Best, 2005, otro del Olimpo, otro genio de la «botella». El killer del United. Y más allá. Y ayer, otro 25 de noviembre, Diego, el mejor. Di Stefano, Pelé, Cruyff. Platini Beckenbauer, Puskas, magistrales. Y algo por debajo de los citados, Zidane,  Ronaldinho, Sócrates, Ronaldo Nazario, Eusebio, Cristiano Ronald, Messi. Incluso en ese segundo escalón del Empíreo, nuestro compatriota, Luis Suárez. Y hoy, en toda la prensa, innumerable florilegio de anécdotas. Como ya he dedicado en estas páginas algunos artículos a Diego, me ciño al que estimo – con diferencia – su instante más glorioso. La madre de todas las batallas, la abuela de todas las tanganas. Final de la Copa del Rey Elefante, año 1984.

Las “incomprensibles” cuatro ligas vascas de los 80

Un equipo cutre, pedestre y tercermundista, logrado paradigma del anti-fútbol,  capitaneado por un tal Javier Clemente, había ganado su segunda liga consecutiva. Los equipos vascos remolcaban cuatro brillantes años, consecutivos, todo muy extraño.

Y ya les hablé en otro artículo, publicado en ECDE, de los – opacos, muy opacos – Pactos de San Sebastián, puesta en marcha de una serie de estratagemas, artimañas y cohechos para que la Real Sociedad ganase su primera liga. Black Op, al más alto nivel de (Criminal) Estado, prolongada durante tres años más: dos inmerecidas y absurdas ligas para ambos equipos.

Se trataba de una estrategia anti-ETA que finalmente no cuajó: más gol y menos GAL. De hecho, esta banda asesina – liderada por el presidente del gobierno Felipe González y «consentida» por el Rey Sin Mérito – comenzaría su delictivo vagabundear, poco después, al observarse el morrocotudo fracaso de la «diplomacia » futbolera.

Escaramuzas de guerra

5 de Mayo de 1984 y Santiago Bernabéu, día y lugar fijados para la batalla. Los de Bilbao buscaban agregar la Copa del Monarca a la Fuga a sus «sospechosas» Ligas. Los de la ciudad condal, comandados por César Luis Menotti – a la sazón, entrenador del equipo anfitrión durante la mayor farsa futbolística (además de criminal) que los tiempos recientes vieron: Argentina 78 –  buscaban justificar su año, y ejecutar noble y alta venganza tras el brutal ataque sufrido en un anterior enfrentamiento por su nuevo y rutilante fichaje Diego Armando Maradona, el Pibe de Villa Florito. Varios meses fuera de la cancha. Todo ello gracias al funesto Carnicero Andoni Goikoetxea.

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Calendas previas al partido: declaraciones, cruces de insultos, altisonantes afanes de revancha. Fascinante la tensión. Y llegó el 5-M. Fue la guerra. La defensa vasca destrozando a Diego, no solo El Carnicero Andoni. Aquel día, todos fueron carniceros.  Medianías futbolísticas – Santiago Urquiaga Íñigo Liceranzu, José María ´Txato` Núñez, Patxi Salinas y el citado jefe del gang, Andoni Goikoetxea – que solo sabían soltar leña y castigar los tobillos de Diego hicieron su agosto en mayo. Entradas brutales, la salvajada de Goiko contra El Pelusa, perenne en el recuerdo. De hecho, aquel día, Goiko más moderado. Otros tomaron el relevo.

La guerra

Maradona se iba desquiciando una tras otra.  Bernd Schuster, anhelando  cornamentas en los rivales, agredido por el siniestro público bilbaíno (además de ser otra pieza de la colección del Carnicero Mayor). Y llegó temprano gol en el minuto 11. Urruti, a por uvas. Endika define. (Endika Guarrotxena, recordemos, llegó a formar parte de la Mesa Nacional de Herri Batasuna. A su suegro lo asesinó el GAL. Hoy es un militante de base de Bildu).

El gol, noqueando parcialmente al Barça. Marcan, amarrategui despligue, tácticas del murciélago, los once bilbainitos colgados del larguero. Y hala, próximo objetivo, devastar tibias y peronés del equipo rival. Y permanentes pérdidas de tiempo. Marca de la Casa, todo tan Made in Javi Clemente. Y la carnicería – frisando la charcutería –  duró hasta el mismísimo pitido final, cuando Ángel Franco Martínez, árbitro muy laxo y extremadamente complaciente con  la Gran Encerrona, mirando todo el rato hacia otro lado, decretó la conclusión, aparente, del encuentro.

La posguerra, mejor que la guerra

Concluía el partido pero en el camino de los vestuarios Maradona quiso dar su último golpe, su magistral golpe, patada de kárate a Sola, tal vez puñetazo. Rodillazo, exactitud. La rodilla de Dios. Previamente, le habían hecho un corte de mangas. Lógica reacción  de Diego. Y, cual jauría linchadora, prestos Núñez, Sarabia y Goikoetxea.

Y empieza y continúa lo bueno, todo el mundo repartiendo, piñas prorrateadas a tutiplén. El más recordable, ´Tarzán` Migueli, derviche danzarín, haciendo honor a su nombre, memorable patada voladora en la espalda de Miguel de Andrés. O el sobresaliente Clos zurrando a Salinas, huyendo, en el ínterin, como alma que arrastra el diablo. El egregio teutón, Bernardo, mientras, hierático, flemático, imperturbable. No hubo víctimas que lamentar. Varios jugadores fueron reciamente sancionados. A Maradona le cayeron tres meses que no cumpliría al largarse hacia Nápoles. Su más inmortal etapa.

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La paciencia ante la injusticia tiene un límite

He aquí uno de los episodios más gloriosos del fútbol español. Y, desde luego, el mejor momento de Diego. Lo mismo que el mejor relámpago de Juanito es el pisotón a Lothar Matthäus. O el sobresaliente instante de Cantoná  fue en Selhurst Park, maravilloso estadio del Crystal Palace. A los tres minutos del segundo tiempo, inolvidable y merecida patada al aficionado Richard Shaw. Y qué decir del célebre cabezazo de Zidane en el pecho de Materazzi.

Deviene lección existencial muy sencilla de entender. Cuando te oprimen, reaccionas. Con las armas que tienes. Obviamente, la paciencia, ante la injusticia, tiene un límite. No dejarse pisotear nunca. Te recordaré siempre, Diego. Vivaldi y Diego, qué más se puede pedir. En fin.

https://www.youtube.com/watch?v=U6uk-Kd3CYc

 

Autor

Luys Coleto
Luys Coleto
Nacido en Bilbao, vive en Madrid, tierra de todos los transterrados de España. Escaqueado de la existencia, el periodismo, amor de juventud, representa para él lo contrario a las hodiernas hordas de amanuenses poseídos por el miedo y la ideología. Amante, también, de disquisiciones teológicas y filosóficas diversas, pluma y la espada le sirven para mitigar, entre otros menesteres, dentro de lo que cabe, la gramsciana y apabullante hegemonía cultural de los socialismos liberticidas, de derechas y de izquierdas.
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