Ahora que estamos a un paso de que las calles de España se llenen de tronos y procesiones, con una vitalidad que parece desafiar ese imparable corriente de secularismo que desde la Ilustración azota a Occidente, unas veces como un viento suave pero persistente y, otras, como un huracán, ahora que está cercana la Semana Santa, me parece que es pertinente una breve reflexión sobre la sustancia interior, sobre la raíz religiosa de este magno fenómeno cultural y sociológico.
¿Existe una espiritualidad cofrade? Podemos hablar de la espiritualidad en general, que, como rama de los estudios teológicos, se estudia en la Teología Espiritual. La espiritualidad es el proceso que sigue el cristiano para acercarse a Cristo (configurarse en Cristo, dice san Pablo), impulsado por el Espíritu Santo. Dicho en términos más clásicos, es el camino o el proceso que conduce a la santidad, aunque esta palabra tenga una radicalidad que nos asusta un poco. Los grandes maestros y guías de la espiritualidad son, por supuesto, los santos.
Pero también se habla de espiritualidades específicas. Por ejemplo, la espiritualidad laical, la espiritualidad sacerdotal, la de la vida religiosa, la misionera, etc. En este caso la espiritualidad, que responde a un mecanismo único (el camino a la santidad, dicho en pocas y contundentes palabras) se desarrolla, se expresa con distintos “estilos”, respondiendo todos ellos, claro está, a un mismo objetivo.
En este segundo sentido del término “espiritualidad”, ¿podemos hablar de una espiritualidad cofrade, de un estilo, de un itinerario específico por el que los cofrades viven su fe e intenta configurar su vida con la de Cristo?
Contestar a esta pregunta y señalar, muy someramente, unos pocos rasgos definitorios de esta espiritualidad, es el objetivo de este escrito.
Yo creo que, con muchas limitaciones y matices, puede hablarse de una espiritualidad cofrade.
Lo primero que define esta espiritualidad es su carácter secular. Secular de saeculo (siglo). En la antigüedad se usaba la palabra siglo en el sentido de mundo. Secular en el que está en medio del mundo, ocupándose de sus cosas. Los laicos (antes se decía seglares) se ocupan de las cosas del mundo: la familia, el trabajo, las relaciones sociales, la cultura. Se opone a la espiritualidad de las personas ordenadas (sacerdotes) o consagradas (religiosos), que viven su espiritualidad en otro nivel, dedicados más exclusivamente a las cosas de Dios, aunque por su condición humana están en el mundo. Los cofrades están en el mundo, a la intemperie. Esa es la masa sobre la que deben aplicar la levadura del mensaje cristiano. La cofradía teje una red de relaciones sociales, de actividades, de compromisos. Los cofrades están en la cultura, en la labor caritativa, en la vida de la parroquia, en la colaboración con las instituciones. La suya es una espiritualidad mundana, tomando la palabra en el buen sentido.
También el estilo espiritual cofrade es tradicional. El mundo cofrade defiende, mantiene y fomenta las tradiciones. Esta característica se desarrolla en varios aspectos: la iconografía, los ritos, la historia… Eso no le impide adaptarse a la innovación; por ejemplo, son muy activas en las redes sociales. Aquí quiero subrayar un punto: no confundir las tradiciones con la Tradición, la gran Tradición de la Iglesia, que recoge y mantiene el Depósito de la fe y cuya custodia está encomendada al Magisterio. Las tradiciones pueden evolucionar y cambiar; la Tradición transmite contenidos inmutables, de carácter revelado.
Por último, aunque el tema no queda agotado con este rasgo, el cofrade es un estilo muy propicio a acercarse a lo que yo llamaría los alejados cercanos. Esto es, un sector de bautizados creyentes, que se definen a sí mismos como tales, pero que están lejos de insertarse en la Iglesia en toda su plenitud, tanto en la formación, como en la práctica sacramental, como en sus valores morales y familiares. Las cofradías llegan este sector y tiene la posibilidad de evangelizarlo, de formarlo, de hacerlo avanzar en su vida espiritual. Sin ellas, muchas de estas personas serían sólo cristianos nominalmente (cristianismo sociológico es una expresión muy usada), sin otro vínculo que el bautismo que un día recibieron de sus padres y ciertas costumbres y hábitos.
Toda esta espiritualidad cofrade se tiene que fomentar y alimentar. Su medios son los mismos de la espiritualidad en un sentido general (no hay otros): la oración, los sacramentos (eucaristía y confesión, especialmente), la formación, la práctica de las virtudes cristianas. Después de más de 2000 años esta hoja de ruta no ha cambiado. Cada uno lo recorre con su estilo; y las cofradías tienen el suyo propio.