01/03/2025 04:56

Según la RAE, ser generoso, es obrar con magnanimidad y nobleza de ánimo; es decir, tener grandeza y elevación de ánimo para emprender cosas grandes. Empecemos por narrar algunas historias reales que nos ayuden a comprender qué es la virtud de la generosidad.

I. Actuación de una empresa familiar.

Con ocasión de la DANA ocurrida en la Comunidad Valenciana a finales de octubre de 2024, conocimos multitud de respuestas generosas por parte de muchísimos españoles de todas las regiones. Una de esas historias la tomamos como ejemplo que nos ilustra sobre las virtudes de generosidad y magnanimidad. Para quien esté interesado en conocerla al detalle, puede leer este artículo, pero el resumen es el siguiente:

Esteban Gisbert, de orígenes valencianos, gestiona una empresa de “distribución de frutas y hortalizas” en el polígono de Nuestra Señora de Butarque, en Leganés. Enterado por el alcalde de Almoines, amigo suyo, de las necesidades urgentes que había en los pueblos afectados, sobre todo de frutas, verduras y otros productos frescos, pide la colaboración de algunos proveedores y conocidos, se ponen inmediatamente manos a la obra y juntan más de 4 000 kilos, que sus empleados cargan en los camiones.

Con la ayuda de amigos y voluntarios de la localidad, descargaron la mercancía y la repartieron entre los vecinos que podían desplazarse a recoger lo que necesitaban: patatas, cebollas, frutas, verduras, etc. Y a las personas mayores —y otros— que no podían bajar a la calle a recoger los productos, se los llevaron en carritos de la compra, casa por casa.

II. En la segunda historia, la protagonista es una muchacha palestina llamada María y es bien conocida de todos:

Estamos a finales del s. I a.C. María vive en Nazaret, una aldea poco conocida de Palestina. De improviso, la ha visitado un ángel, Gabriel, para comunicarle la misión que Dios tiene preparada para ella: la ha elegido para ser la Madre del Mesías. Ella pregunta cómo podrá ser eso «pues no conozco varón —le dice al ángel—». Gabriel le explica los planes de Dios y le da otra noticia en señal de que su mensaje es verdadero, aunque ella no ha pedido nada: “Ahí tienes a Isabel, tu pariente, que en su ancianidad ha concebido también un hijo, y la que llamaban estéril está ya en el sexto mes, porque para Dios no hay nada imposible.” (Lucas 1, 35-37). Y María responde al ángel con un generoso y valiente SÍ, que cambia su vida: «Hágase en mí según tu palabra». Y, sin pararse a pensar en su recién adquirida dignidad —es ya de hecho la Madre de Dios— y haciendo caso omiso a las incomodidades y peligros del largo viaje que ha de recorrer, “María se levantó y marchó deprisa a la montaña, a una ciudad de Judá”, donde vivían Isabel y Zacarías, su esposo, para ayudarla en su embarazo, que no debió de ser fácil debido a su avanzada edad.

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III. San Alonso Rodríguez, canonizado por León XIII el 15 de enero de 1888, es el protagonista de la tercera historia.

Nació y vivió en Segovia hasta que, en 1571, a sus 38 años de edad, fue aceptado por la Compañía de Jesús como «hermano lego» y enviado a Palma de Mallorca, donde le encomendaron la portería del colegio de Montesión, en la que permaneció durante casi cuarenta años, mientras sus fuerzas se lo permitieron. Durante el tiempo que desempeñó esa misión, nunca reparó en la actitud de aquellos a los que abría la puerta, que no siempre era correcta, y les entregaba lo mejor de sí: «Es que a Jesús que se disfraza de prójimo, nunca lo podemos tratar con aspereza o mala educación —aseveraba—». Cuando escuchaba el sonido de la campana, profería un gozoso: «¡Ya voy, Señor!».

IV. Algunas actitudes o comportamientos de la persona generosa y magnánima

Estas narraciones, junto a nuestra experiencia personal, nos permiten destacar algunas actitudes o comportamientos de la persona generosa y magnánima cuya característica común es el espíritu de servicio:

· Se siente inclinado a dar a los demás lo que él tiene —cariño, comprensión, ayudas materiales…—, sin exigir nada a cambio. Da, y se olvida de que ha dado.

· Se adelanta a realizar los servicios menos agradables del trabajo y de la convivencia.

· Acepta a los demás como son, con sus virtudes y sus defectos, sin estar excesivamente pendiente de sus defectos, a no ser para ayudarle a corregirlos.

· No escatima hacer elogios, pequeños o grandes, con los que, en ocasiones, hace mucho bien.

· Procura olvidar con prontitud los pequeños agravios que se pueden producir durante la convivencia diaria y es refractario a los bajos sentimientos como la envidia o el rencor.

· Se esfuerza por sonreír y hacer la vida más amable a los demás, aunque esté padeciendo contradicciones. Es lo que ahora llamamos “una persona vitamina”.

· Busca dar un tono positivo a la conversación y evitar la crítica negativa, que frecuentemente es inútil e injusta.

· Si en alguna ocasión tiene que corregir a otro, con valentía, ya que corregir siempre cuesta, y procurando no ofender, trata de ser claro y positivo, mostrando esperanza en que “ese otro” se pueden superar.

· Y para terminar, una mención especial a los esposos que al recibir el don de un embarazo, lo agradecen a Dios y protegen la nueva vida hasta su nacimiento, y no escatiman esfuerzos para dar, primero al bebé y después al niño, todo lo necesario para su desarrollo y educación.

V. Recompensas

Mencionemos también algunos beneficios que recibimos como recompensa por nuestros servicios y actuaciones generosas.

· Siendo generoso, se llega a comprender que es mejor dar que recibir y que entregarse a los demás es el camino más seguro para alcanzar la felicidad.

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· La generosidad enriquece y agranda el corazón y la posibilidad de recibir; el egoísmo, por el contrario, empobrece —hace más pequeño el propio horizonte— y es como un veneno que destruye, con lentitud a veces, pero siempre con seguridad.

VI. Última historia: magnanimidad de la Madre Teresa de Calcuta.

Narrada en Expansión el 15/09/2005. “Cuentan que, en cierta ocasión, Madre Teresa recibió la visita de uno de esos famosos que se creen la leche en bote de solidarios haciendo una gira – bien acompañados, por supuesto, de un nutrido séquito de fotógrafos que inmortalicen y difundan mundialmente el gesto bondadoso del famoso- por los morideros que esta santa mujer creó y atendió en Calcuta. El famoso, espeluznado al contemplar como Madre Teresa abrazaba y besaba cuerpos llagados y labios putrefactos, le dijo a la monja: ‘Yo no haría esto ni por un millón de dólares… Madre Teresa, humilde, musitó en voz baja pero audible: «Por un millón de dólares tampoco lo haría yo -y añadió- lo hago por Jesús».»

Conclusión

Ser generosos significa pensar en los demás antes que en nosotros mismos. Obrando así, somos capaces de descubrir las necesidades de las personas que nos rodean y ayudarles de manera desinteresada y con buen humor. Por ejemplo: prestando nuestras cosas, juguetes, apuntes, etc.; dejando participar a todos en nuestros juegos; dedicando parte de nuestro tiempo a los que nos rodean; felicitando a quien se lo merece por su esfuerzo o su buena aportación al grupo; y muchas otras acciones similares. Y todo esto con naturalidad y sin que se note, ¡con espíritu de servicio!

Julio Íñiguez Estremiana

Colaborador de Enraizados

Dana: Una historia de bondad solidaria en Valencia. Por Julio Íñiguez Estremiana (Enraizados)

Autor

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Solo se puede confiar en Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, Santísima Trinidad. ¡Jesús, en Tí confío!. Sagrado Corazón de Jesús, en Tí confío. Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía. Quien no confía en Dios, confía en satanás. Quien no ama la Verdad, no ama a Dios y sí ama la mentira o los ídolos (políticos).

Sin Dios no es posible hacer nada. El Señor es la vid, nosotros los sarmientos.
Los políticos no salvan a nadie y sí conducen a la perdición eterna (aborto y divorcio, por ejemplo), Jesucristo Nuestro Señor, Dios y Hombre verdadero, si salva a todos los que a Él acudan, por muchos sufrimientos, dolor y cruces que tenga que soportar en vida, incluso aunque tenga que morir martirizado. Dios no defrauda a nadie, los políticos se dedican a engañar y defraudar, esa es su profesión como hijos de satanás que son. Todo el que entra en política, entra al servicio de satanás y de la mentira.
Los políticos mienten, el Señor dio testimonio de la Verdad entregando su Santísima Vida en la Cruz. Los políticos no mueren por nadie, no dan su vida por nadie.
El santo es imagen de Dios, es la voz y los brazos de Dios.
El político es imagen de la Bestia, del demonio, y su voz es la del mentiroso y sus brazos las del tirano opresor, por muy piadoso que se muestre.
No hay político bueno o fiel a Cristo como no hay ladrón honrado o asesino piadoso.

Solo los elegidos de Dios son santos, generosos, magnánimos, humildes y sirven a Dios y a los pobres.
Los políticos sirven al padre de la mentira, satanás, mienten, son extremadamente vanidosos y ególatras, narcisistas, ególatras, tienen sed de poder, que no de desprendimiento ni de negarse a sí mismos. Rechazan la cruz y animan a sus seguidores a rechazar la cruz que lleva al Cielo. Suplantan al mismo Dios tratando de hacernos creer que sin ellos vendrá el infierno, cuando el infierno es el que ellos y ellas han traído con sus falsas doctrinas (ideologías, satánicas todas ellas). No son, pues, generosos los políticos, sino sedientos de alabanzas multitudinarias como el demonio en las tentaciones del desierto al Señor («Todo esto te daré si postrándote ante mí, me adoras»). El santo sirve a Dios y por amor a Dios sirve a la salvación de las almas, dándose continuamente, incluso en martirio.
El político se busca a sí mismo, se ama a sí mismo y engaña, miente, manipula y es hipócrita fariseo a bombo y platillo (medios de comunicación, sus voceros), incluso manipulan la Palabra de Dios (DSI y teologías diversas: liberación, lgtbi, feminismo,…) para obtener el poder político sirviéndose de sus engañados votantes, que al votarle, comprometen su salvación eterna, aunque ya pocos creen en Cielo e Infierno por acción de la satánica política sea del signo que sea.
Los Evangelios no son política, el Señor y sus santos no fueron políticos.
El subjetivismo relativista es política. Quien defiende la política, sea del signo que sea, defiende el relativismo moral protestantizante, que tantísimo ha herido a Dios en su Sacratísimo Corazón desde la Rebeldía de Lutero.

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