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Estamos en la Fase de Demolición. Fase de Demolición, de este mundo “caduco” en todos sus formas, estructuras y conceptos para algunos “constructores y talladores”, que viene perfilada y delineada en la Agenda 2030 de la ONU.
Dicha Fase, para los “ideólogos y constructores” del Nuevo Orden Mundial (promovido por la Organización de las Naciones Unidas al servicio fundamentalmente de las Corporaciones Militar, Farmacéutica y Tecnológico-Digital) y de la Nueva Normalidad, es una Fase justa y necesaria, ha de pasarse obligadamente a modo de “rito de paso” que borre nuestras antiguas percepciones y criterios “limitadores y oscurantistas” y nos dirija hacia una realidad prometedora y a un mundo mejor.
La mencionada Fase de Demolición o Ritual ha de caracterizarse por la “Purificación Simbólica”, por medio de la muerte, simbolizada por el fuego (al que se somete a “los caídos”, así como a las estructuras urbanas). Dicha muerte también representa el cambio y la destrucción de los viejos elementos físicos, de las estructuras sociales y políticas, y de las concepciones; todo aquello que es “caduco y mortecino”, que supone un lastre para “el esplendor de la Nuevo Mundo”.
La Fase de Demolición hacia el Nuevo Orden Mundial se rige por dos Principios Gnóstico-Cabalísticos:
Ordo ab Caos.
Solve et Coagula.
El principal trabajo y misión de esta Fase de Demolición y Agenda 2030 es que el mundo, que fue creado “a imagen y semejanza de Dios” y que alcanza la Libertad por medio de la Verdad que es Jesucristo, ha de ser transformado a la imagen y semejanza de “un nuevo dios”, Satanás.
En este proceso de disolución y coagulación no todos entramos pues nos mantenemos en vela, despiertos y alerta, lo que nos renueva periódicamente de la “campaña de manipulación psicológica” a la que estamos sometidos y ajenos a las falsedades usadas para manipularnos y “resetearnos”, borrando o pervirtiendo la Fuerza de la Verdad Cristiana y de la Tradición Hispánica en nuestro caso.
Esta Operación se está llevando a cabo, entre otras vías, por medio de:
La Ideología de Género, en sus vertientes homosexual, transexual y lingüística o de conceptos.
El Ecologismo, en sus vertientes de Emergencia Climática, Cambio Antropogénico y los Derechos de la Tierra o Gea.
El Sincretismo Religioso, en sus vertientes Gnóstica, Espiritualista o New Age y Multicultural. Todas ellas tienen como modelo a la Piedra Cúbica Masónica: Antítesis de “la Piedra Angular que los constructores desecharon”, Jesucristo.
Los Gnósticos Pitagóricos o Presocráticos (ellos adquieren ese conocimiento perverso de Babilonia y Egipto y llega hasta nosotros por la judeo-masonería) ya se referían a la Piedra Cúbica como Trinidad Cúbica y hablaban de buscar la fusión de lo masculino con lo femenino, Androginia propia de Bafomet. Se trata de llevar a término con la ideología de género (con la reducción o modificación antropológica al antojo) una especie de alquimia o geometría modificable. Los géneros que han surgido de la gnóstica y cabalística Ideología de Género son los resultados del estallido de ese proceso alquímico y de esa delineación geométrica que no respeta las leyes físicas ni energéticas o espirituales, y son también los fragmentos esparcidos como en un campo de batalla.
Otra de las formas más novedosas y claramente decididas a “implementar” en este Nuevo Orden Mundial (que es tan viejo como la Torre de Babel y su deseo de “hacer sombra a Dios”) es inclinarnos o anclarnos a una “sociedad extraterrestre” como origen y sentido de nuestra vida, razón de ser y razón de los proyectos de futuro para el Nuevo Mundo al que todos debemos mirar como “hijos del Cielo”. Esto no es nada nuevo pues ya había sacrificios humanos y ofrecimientos gnósticos o cabalísticos a los “extraterrestres” y en los que se arrojaban vivos al fuego a los niños o algo menos comentado el hecho de que en ocasiones eran ofrecidos a la diosa tierra o Gea siendo enterrados en ella… Y los sigue habiendo en la actualidad con las modalidades del aborto o la pedofilia: fuego y tierra, espíritu y carne.
Como conclusión, nuestra elección no sólo debe estar en repudiar este Nuevo Orden Mundial que algunos esperan como “nuevos cielos y nueva tierra” en sustitución del Reino de Dios y de Su Cristo, sino en exponer a la luz pública a los suyos para que “sus obras queden evidentes a los ojos de los hombres” o al menos para que en último caso no se pueda decir de nosotros “siervo indolente” ni la sangre por su muerte se nos pueda pedir a nosotros: Aquellos que estamos en Vela, Vigilantes en el Alcázar y en el puesto de Atalaya a modo de Profetas de Dios. Esta responsabilidad es personal, como es personal el Bautismo, y comunitaria como Nación y como El Correo de España.
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