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Es la pregunta que no admite más tiempo de espera para planteárnosla. ¿Hasta cuándo vamos a tolerar que un embustero irresponsable tire nuestro dinero según le dictan sus caprichos? Pero ¿qué se ha creído que es el tipejo ese que nos gobierna? ¿Un dios omnipotente”?, ¿un emperador del sacro imperio?, ¿un millonario sin haber dado golpe?… Se permite el lujo de ir regalando nuestro dinero a troche y moche, –a los pobres como Bill Gates– para que organicen sus tinglados y agendas, a cuenta nuestra, cuando tienen miles de millones. Y el pueblo español lo consiente sin hacer nada para frenar la sangría. Tira nuestros recursos como si fueran suyos cuando es la contribución de nuestros impuestos.
Lo peor es que, mientras él se ríe del Parlamento, de los altos tribunales de Justicia, de los militares, y de los paisanos... ¡no pasa nada! Somos una nación de borregos, simplemente manejados por un caradura sin la menor vergüenza, ni dignidad que no conoce lo que es el respeto a los demás… y ¡nadie le para los pies! ¿Hasta cuándo podrá seguir en su papel de chulo y tan seguro de sí, al no haber un solo español que le plante cara de verdad? ¿Dónde están las agallas de los que fueron capaces de crear el mayor Imperio conocido? Pero si solo hace falta un poco de imaginación y decisión.
Si los parlamentarios fuesen hombres de verdad, tan pronto como Falconeti pisa la Sala de Sesiones, lo mínimo que deberían hacer todos los parlamentarios con un poco de dignidad, es levantarse y salir ellos antes de que tomara asiento en el banco azul. Y eso por sistema; y si no se presenta él, tan pronto llegan los ministros que le suplen, pero por instinto debería quedar vacía la estancia… ¡Para lo que sirve!
Pero ese cínico chuleta sabe que sus adversarios son unos peleles, sin imaginación y sin arrestos. El arte de vencer es fruto de las técnicas nacidas de una excelente imaginación. Sobre todo si aplican una regla de oro como es atacar siempre por donde no te esperan, pero atacar no dormir,–como hacen ahora los miembros de la oposición–. Mis normas han sido siempre: «organización e imaginación”. Con tales armas se vences seguro. Es un sistema eficiente, cómodo y barato. Tan es así que parece que no haces nada, y hasta te pueden creer un vago por lo bien que vives.
El único objetivo de todos los españoles –si queremos que este impensable no arruine nuestra Patria y la aniquile—ha de ser echarle como sea de la Moncloa. Los tres partidos que dicen aun amar a España ¿no se pueden poner de acuerdo para hacer entre todos lo que fue capaz de hacer sólo el alcalde de Móstoles?
La plaga socialista con el abejorro que los preside son una plaga peor que las diez de Egipto juntas. ¡Todo es posible cuando uno se lo propone! y ya es hora de que los españoles se den cuenta del horror que nos dejará si logra terminar la legislatura.
El hecho de que nos haya puesto ministras como esa obsesa sexual que dirige esa porquería que es el ministerio de la igualdad, es suficiente para retratar la maldad del personaje que pace en la Moncloa.
He recordado a ese fracaso de fémina que aparte de su obsesión por la entrepierna es una retrasada mental como lo prueba lo que dice y sobre todo lo que hace.
¿Cómo es posible que todo lo que produce la Moncloa sean leyes sin contenido útil para los españoles? Seamos valientes y sinceros por una vez.: Franco solo pensaba en el progreso de España y el bien de los españoles y lo hacía en grande: astilleros, siderurgia, polígonos industriales, pantanos, etc. Un gigante humano al lado de estos enanos zombis que han dedicado ya dos años a “inventar palabras” y corromper a la juventud y a la infancia, su gran objetivo aparte de procurar con todas sus fuerzas arruinar la tierra donde nacieron.
Si aún mis compatriotas no ven claro que hay que unir todas las fuerzas para acabar con esta pesadilla que padecemos desde que el mayor mentiroso que ha nacido de mujer tranquilizó a los votantes diciéndoles que nunca pactaría con podemos ni los separatistas, ¡apaga y vámonos!.
La única acosa peor que le puede ocurrir a España es tener un pueblo incapaz de echar aunque sea a patadas de Sánchez y sus desastrosos ministros de la Moncloa.
Sigo sin entender como estos mentecatos se atrevan a hablar de Franco al que no le servirían ni de papel higiénico porque en vez de limpiar manchan. ¿Y se atreven a sacarlo del Valle de los Caídos y a soñar sueñan con derribar la Cruz que preside la mejor consecuencia de una Victoria, como fue salvar la libertad de los españoles y rescatar a la Iglesia de manos de los criminales –que asesinaron siete mil sacerdotes y religiosos, más treces obispos y veinte mil mártires de la fe—y de los que nos gobiernan son insuperables representantes—aunque esa Iglesia haya olvidado su deuda con Franco y con los héroes que hicieron posible esa maravilla?
Bien es cierto que el pueblo en su mayoría ha sido engañado por los medios al servicio de la Sinagoga de Satanás, y hoy menospreciar al Caudillo es un deporte nacional. Pero ya empiezan algunos jóvenes a abrir los ojos que han tenido cerrados sus padres. Y en pocos años, España agradecerá a las generaciones inmediatamente anteriores a la mía el haber dado su vida por nuestro vivir reciente envidiado en años pasados por el mundo entero. Confiemos en que nos libraremos de estos políticos rojos y separatistas de instintos como los de sus padres y vuelva a ser nuestra Paria el sueño dorado de los occidentales… y también de los orientales que lo han descubierto tarde…
Autor
- GIL DE LA PISA ANTOLÍN. Se trasladó a Cuba con 17 años (set. 1945), en el primer viaje trasatlántico comercial tras la 2ª Guerra mundial. Allí vivió 14 años, bajo Grau, Prío, Batista y Fidel. Se doctoró en Filosofía y Letras, Universidad Villanueva, Primer Expediente. En 1959 regresó a España, para evitar la cárcel de Fidel. Durante 35 años fue: Ejecutivo, Director Gerente y empresario. Jubilado en 1992. Escritor. Conferenciante. Tres libros editados. Centenares de artículos publicados. Propagandista católico, Colaboró con el P. Piulachs en la O.E. P. Impulsor de los Ejercicios Espirituales ignacianos. Durante los primeros años de la Transición estuvo con Blas Piñar y F. N., desde la primera hora. Primer Secretario Nacional.