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Además, mientras nos bombardean con el deshielo del casquete polar ártico, nada nos dicen de lo que ocurre en el antártico, porque un estudio reciente (Change in Antarctic ice shelf area from 2009 to 2019) elaborado por las investigadoras Julia R. Andreasen, Anna E. Hogg y Heather L. Selley, que fue publicado el 26 de mayo de 2023 en la Web de la Unión Europea de Geociencias (EGU), concluye que la plataforma de hielo del continente antártico ha crecido 5.304 km2, aumentando la masa de hielo en 661 gigatoneladas –una masa nada despreciable– durante dicho periodo de tiempo.
La última novedad con la que nos han sorprendido para alarmarnos aún más es que acabamos de pasar el mes de junio más cálido jamás registrado a nivel mundial, con récord de calor en la superficie del mar, según ha indicado el Servicio de Cambio Climático de Copernicus, del Centro Europeo de Previsiones Meteorológicas a Largo Plazo. Y yo me pregunto, ¿en qué mar?, ¿en todos los mares? Bueno, quizás sea así, pero la temperatura no es la misma en todos los lugares de la corteza terrestre, y mientras en unos sitios puede ser más alta en otros puede ser más baja. Veamos un claro ejemplo para ver hasta qué punto nos cuentan las verdades a medias. Según los datos recogidos por la estación meteorológica de San Martín de la Vega (Madrid), la media de las temperaturas máximas registradas en junio de 2016 fue de 31,53ºC, mientras que la de las registradas en junio de 2022 fue de 33,10ºC y la de las correspondientes a 2023 fue de 30,23ºC (Fuente: Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, a través de su página Web https://eportal.mapa.gob.es/websiar/SeleccionParametrosMap.aspx?dst=1).
Al margen de lo anterior, una de las consecuencias más negativas de toda esta parafernalia del cambio climático la tenemos en la imposición de las energías verdes o alternativas, como la eólica y la solar, que son mucho más caras y contaminantes que la nuclear o la hidráulica, por ejemplo. Resulta curioso que la Agenda 2030, que tiene por objeto “poner fin a la pobreza, proteger el planeta y mejorar las vidas y las perspectivas de las personas en todo el mundo”, imponga el desarrollo de fuentes de energía mucho más caras –dificultando el progreso de los países que están en vías de desarrollo o, directamente, no lo están–, más contaminantes –ni las placas solares, ni las aspas de los aerogeneradores, ni las baterías de los vehículos eléctricos son reciclables–, más agresivas para la biosfera –la construcción de parques solares conlleva un consumo excesivo de agua para la refrigeración de las placas fotovoltaicas y el levantamiento de aerogeneradores perjudica el hábitat de la fauna animal que tanto nos importa– y mucho menos productivas –hay que gastar mucho más dinero para producir la misma cantidad de energía que se obtendría con fuentes más baratas y menos contaminantes (por ejemplo: Egipto ha construido la planta fotovoltaica más grande del mundo en una parcela de 37,2 km2 y está levantando su primera central nuclear. La primera tiene una capacidad de 1.650 MW de potencia nominal; la segunda tendrá 4.800 MW).
Para más inri, pretenden que dejemos de comer carne –ahora también pescado– para disminuir el CO2 y así combatir el cambio climático. Lo que no nos cuentan es que la carencia de proteínas y grasas de origen animal harán que terminemos enfermando de gravedad mucho antes de lo que debiéramos, porque nuestras células se componen de aminoácidos y ácidos grasos esenciales, sin cuya ingesta la regeneración celular periódica que nos permite envejecer no tiene lugar. Esa es la verdad, no otra.
Como pueden ver, el cambio climático, antropogénico o no, da para mucho… Así que, para ir cerrando el asunto, lanzo la siguiente pregunta: ¿a nadie le parece curioso que nuestros meteorólogos –a la sazón, científicos todos– yerren una y otra vez al hacer predicciones en el corto plazo –no suelen acertar, con suerte, más allá de 5 días, siendo muy generoso y con la connivencia de un tiempo estable– y, sin embargo, sean capaces de afirmar con rotundidad que estamos viviendo un cambio climático sin precedentes con terribles consecuencias para la humanidad?
Lo cierto es que, hasta la fecha, no existe prueba científica alguna que corrobore que el CO2 sea el causante del incremento de las temperaturas que motivan el cambio climático –si es que lo hay–, y mucho menos de que éste lo sea por causas antropogénicas.
A lo largo de la historia de la humanidad ha quedado patente que las fuerzas de la naturaleza no solo son diversas y numerosas sino impredecibles e incontrolables en su refreno… Además, la Tierra no sólo está sujeta a las fuerzas que el Sol puede ejercer sobre ella, sino a muchos otros fenómenos externos, como los rayos cósmicos. ¿Cómo podemos ser tan necios como para creer que podemos hacerles frente? ¿Cómo podemos pensar que los seres humanos somos los causantes del incremento de la temperatura terrestre o de un cambio climático? O bien nos hemos vuelto tontos o simplemente nos hemos dejado convencer por quienes tienen una “agenda” que no es para nada compatible con la nuestra…
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El clima de la tierra cambia desde que el mundo es mundo
Lo que no habia sucedido hasta ahora es que cuatro mangantes lo utilizaran para forrarse