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«Nuestras vidas se consumen, el cerebro se destruye» (Cerebros destruidos, Eskorbuto)

El título en francés, clarividente: Demain, tous crétins? Mañana, ¿todos imbéciles? El documental, 2017, se tituló en España, rebajando levemente la contundencia del original gabacho, Cerebros en peligro. De todas maneras, magistral documental.

Antes de la “vacuna”, nuestros cerebros ya eran una mierda

Ocho años después de estudiar a varones en situación de riesgo(otro prodigioso documental, Hombres en peligro), revelando el fiero impacto de los disruptores endocrinos sobre su fertilidad, Sylvie Gilman y Thierry de Lestrade nos muestran suficiente y largamente el brutal impacto negativo de estos contaminantes en nuestra inteligencia y la salud mental.

El docu cuenta con prestigiosos investigadores como Barbara Demeneix, la especialista en tiroides y bioquímica estadounidense Arlene Bloom, que lleva entablando, desde los setenta del pasado siglo, feroz combate contra el uso de retardantes de llama, a saber: mezclas químicas añadidas a una amplia variedad productos industriales tales como plásticos, textiles y equipos eléctricos o electrónicos para hacerlos menos inflamables. Sus exhaustivos estudios, y otros, nos advertían sobre un gravísimo problema de salud que legisladores, bajo el pernicioso influjo de los omnímodos y letales lobbies industriales, estaban (y están) ignorando olímpica y deliberadamente. Normal.

Las “vacunas” te provocarán un profundo deterioro neurológico

Ya les hablaba por estos lares, allá por diciembre del pasado año, de los hondos, hondísimos menoscabos neurológicos que el tecno-matarratas transgénico y transgenizador iba a provocar. Pero, como imaginarse pueden, lo peor siempre está por llegar.

El letal uso de priones, por ejemplo. Las “vacunas” covid-19 contienen priones genéticamente modificados con largos períodos de incubación diseñados para originar encefalopatía espongiforme transmisible  – de vacas locas o robots locos – en los “vacunados”,  causando así irreversibles daños cerebrales que podrían conducir, en muchos casos, a la muerte.

Las “vacunas”, control ajeno sobre tu mente: tres experimentos

Y no olviden tampoco que un minúsculo fragmento de ADN humano puede almacenar, aproximadamente, el equivalente a siete mil millones de iPADs. Las informaciones e imágenes también pueden recopilarse en bacterias dentro del cuerpo humano. Dichas bacterias se reproducirían y su progenie también sería codificada/decodificada con idénticas informaciones. Es perfectamente  posible, con la tecnología actual,  programar una célula y dirigirla a cualquier parte del cuerpo, incluido el cerebro – sobre todo el cerebro, añado-  que también puede ser reprogramado y controlado desde el exterior.

Por ejemplo, en un experimento de 2016 se insertaron proteínas sintetizadas en un virus. Posteriormente fueron inyectadas en cerebros de ratones para, en última instancia, controlar los conductistas centros de recompensa/motivación del cerebro mediante campos magnéticos. Manipular la actividad neuronal bajo la influencia a distancia de campos magnéticos. Puro y duro conductismo: del lavado de cerebro al explícito control cerebral. La magnetogenética, perfecta para ello.

Recuerden también que profesores de la Universidad de Miami han desarrollado nanopartículas magnetoeléctricas (MENP) que, integradas en el torrente sanguíneo, pueden llegar al cerebro, registrar la actividad mental y traspasar esa información a un ordenador externo. También podrán, si tal fuera su deseo, manipular nuestros comportamientos y opiniones. Implantar y borrar recuerdos. Lo que estimasen oportuno. Como afirma el artífice de esta inquietante tecnología, Sakhrat Khizroev, la única forma de llegar a todas las neuronas es de forma inalámbrica a través de la nanotecnología.

O la proteína Magneto: una proteína híbrida genéticamente modificada. Cuando se “agita” un imán (ains, los “imantados”) cerca de las células, Magneto “responde” y abre el denominado canal iónico; esto provoca una corriente de iones en las células, lo que cambia la corriente eléctrica que recibe el cerebro.  La “nueva” técnica, desarrollada en el laboratorio de Ali Güler en la Universidad de Virginia en Charlottesville, y descrita en la reputada revista Nature Neuroscience, “activa” las neuronas de forma rápida y “reversible”. Proteína genéticamente modificada que puede hacer a los roedores del experimento responder al control “magnético” a distancia. Para lograrlo, se debe hacer “cirugía genética” en los canales iónicos, encargados de administrar las corrientes eléctricas que controlan el circuito neuronal. Cirugía genética, clave, pues.

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Con las “vacunas”, cerebros “lentificados”

O los nanotubos de grafeno que se encuentran en las “vacunas” que devastarán del todo cualquier cerebro humano. Apretada y aterradora síntesis: con frecuencias 5-G de 42,6 gigahercios, los nanotubos de 1,2 nanómetros introducidos en las “vacunas” entran en resonancia y propagan una señal de alta energía a la velocidad media del pensamiento humano.

Una brutal potencia que resulta delicadísima para el cerebro, aunque la potencia radiada de la onda exterior no parezca excesivamente elevada.  He ahí, grosso modo, la esencia de la denominada resonancia: cada ciclo aumenta la amplitud del anterior sin clase de límite alguno. La velocidad del pensamiento humano, lentísima, bajo mínimos

…Pues lo dicho, asuman las consecuencias de sus actos. Y luego no digan, tal Kavafis/Moix, que todo fue un sueño. En fin.

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Autor

Luys Coleto
Luys Coleto
Nacido en Bilbao, vive en Madrid, tierra de todos los transterrados de España. Escaqueado de la existencia, el periodismo, amor de juventud, representa para él lo contrario a las hodiernas hordas de amanuenses poseídos por el miedo y la ideología. Amante, también, de disquisiciones teológicas y filosóficas diversas, pluma y la espada le sirven para mitigar, entre otros menesteres, dentro de lo que cabe, la gramsciana y apabullante hegemonía cultural de los socialismos liberticidas, de derechas y de izquierdas.