Vergüenza ajena. Por José Ramón Rivera Guitián

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Hubiera sido una “delicatesen”, para un pedófilo que no quisiese delinquir, o un “encuentro agradable” en las reuniones culturales vespertinas de sauna Dan.

Parece ser que fue buen estudiante, aunque en este aspecto, con relación al “proletariado sociata” después del “currículum brillante” de Roldán, me he vuelto muy escéptico con respecto a los méritos académicos de los trileros socialistas, y si en algún caso leo “Estudios Primarios” pienso automáticamente “no alfabetizado”, tiene cara de niño bueno, juguete de un coadjutor, y resumiendo, de “onanista de seminario”. Debe ser un especialista en dar pellizcos de monja para satisfacer los deseos del psicópata narcisista de la Moncloa, que, estimulado por el miedo, ofrece Erecciones sostenibles para los ancianos, y pechos duros y turgentes para sus homólogas. No cabe la menor duda de que está encantado de haberse conocido en su puesto de ministro. Dice estar emparejado con una compañera de partido que, según parece, le dio un hijo. Debe tratarse de una militante poco ortodoxa, ya que eso de dar no figura en el ideario socialista, que sólo tiene por norma robar, lo cual supone una contradicción in termini.

Desde su aparición en el teatrillo del Felón, los españoles nos hemos preguntado ¿Es un genio comedido o un “mamón” cargado de bilis y resentimiento? Él, muy honesto por aquello de que “Por sus actos los conoceréis”, disipó con prontitud nuestras dudas encuadrándose en la segunda opción, y, para avalar su postura, protagonizó un episodio grotesco que, posiblemente, le ocasionó un percance de salud por culpa de la bilis segregada, el cual lo llevó a boxes, el taller de la Ruber, última clínica “económica” elegida por la camada sociata desengañada de la pésima asistencia sanitaria de la “malvada Ayuso”.

Empecinado en alcanzar el top 10, en medio de la troupe Sanchista, se ofreció voluntario para ejercer de “palmero comprometido” en la causa comunista, montando un “número impresentable” el día dos de mayo ¡y yo que había creído que en esa fecha habíamos expulsado a todos los imbéciles de nuestra patria!, pero esto es como el cáncer, por minucioso que sea el cirujano siempre se escapa algún brote. El ridículo fue mayúsculo, y sin lugar a dudas contribuyó positivamente al triunfo de Isabel y, de rebote, al del pequeño saltimbanqui en su camino a la alcaldía de Madrid. Ni que decir tiene que fue fácilmente reducido, pese a la intervención de sus matones trajeados que participaron en el follón, faltos de convicción, tal vez por tener sentido del ridículo.

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El punto final lo puso una dama atractiva, que sustituyó la consabida patada en los testículos por la mención de la normativa protocolaria respecto a la entrada de okupas en el recinto. Isabel, condescendiente y generosa, lo puso en primera fila, con peligro de que el angelito fuese víctima de un apurón por aliviar sus necesidades menores, teniendo que ser ayudado a salir pasado de brazo en brazo por los invitados asistentes. Margarita ¡Una descuidada! pues al ofrecerse como su acompañante debió ir provista de un cestón, similar al que portaban las antiguas niñeras, en el que llevar pañales y ropa de reserva, los potitos, el bocadillo de nocilla y, como no, el cuento preferido de todos estos inmaduros “Las promesas electorales del trilero Sánchez”. El incidente pasó sin ser digno de más comentario ¡Le deseamos un pronto restablecimiento!

Aún no habíamos superado la vergüenza sufrida, cuando nos anunciaron la llegada del notorio asesino Gustavo Petro, que, como es habitual en nuestros hermanos sudamericanos, vino a pavonearse y a evidenciar su falta de maneras, destacando su falso origen indígena. Nuestro austero y viril Borbón tuvo un gran rasgo de humor concediéndole el lazo de Isabel La Católica, con lo cual le jodió el papel de “luchador por los derechos de la indiada”. Los asistentes comentaron la falta de Zapatero, al no verlo tendido en el suelo de las Cortes como aquellas pieles de tigre que veíamos en películas del tipo de Mogambo, aunque gracias a Dios, por esta vez, no sólo no asistió, sino que no llevó a las brujas góticas en evitación de un incidente diplomático. El generoso Sánchez, le ofreció una modesta contribución para la causa revolucionaria, cantidad que, una vez descontado el porcentaje a reintegrar al PSOE, se quedara en nada.

Al día siguiente, el borrego, repleto como un odre de Vega Sicilia, demostró, una vez más, sus maneras de patán, quedándose en la cama sin causa justificada y dejando, de este modo, que sus mamporreros asistiesen solos a un acto protocolario. Supongo que, al no disponer de secuestrados para defecarles encima, como era su costumbre, tendría dificultades para aliviarse. Entre tanto, las jovenas, aquejadas de sofocones agresivos, arremeten contra Vox y el PP. Ya lo dijo el Papa: Las mujeres tienen buen corazón (lo apoyo) pero son neuróticas. El “Santo Padre” y yo somos doctos en esta materia por haber vivido en BUENOS AIRES y haberlas degustado en el caladero ¡Inolvidable carne argentina! ¡Qué ricas, tan sanas y coquetas! Mientras tanto, el Autócrata Felón le da caña al Falcon reincidiendo en su delito continuado de malversación, haciendo amigos interesados para el día de mañana en que, una vez repuesto de la previsible rotura de coxis, consecuencia de la patada en el culo que los españoles le vamos a dar en las urnas, tenga que ganarse el pan con el sudor de su frente. Pero me temo que está demasiado retratado en todos los cenáculos como la CASA BLANCA, donde BIDEN, UNA VEZ ACEPTADO su ofrecimiento de acoger a todos los emigrantes ilegales que venían importunándole, lo mandó a hacer puñetas, y así, el payaso se vio obligado a decirle sus mentiras a la prensa mundial en la salida del aparcamiento ¡DIOS MÍO, QUÉ RIDÍCULO PARA LOS ESPAÑOLES! ¿Cuándo dejará este MALPARIDO de avergonzarnos ante el mundo? Y pensar que aún lo votan. Cuando lo pienso me entran ganas de exiliarme en Laponia, aun cuando se atisbe el final del túnel. Y, secos de lágrimas mis ojos, sólo me resta despedirme de Uds. con una reflexión: EL PROBLEMA DE ESPAÑA ES QUE HAY DEMASIADOS “VIVOS” Y MUY POCOS MUERTOS. Un sencillo desequilibrio demográfico.