Getting your Trinity Audio player ready...
|
Lo siento, no me veo con fuerzas emocionales como para recurrir a la lírica, al estilo, a los luceros, a las guardias eternas, a los ángeles con espadas, a la hora de los enanos, a que las ideas no mueren, al arma al brazo y en lo alto las estrellas…
Ni quiero recurrir a esos razonamientos que
en el fondo acaban por reconocer una ley y unos conceptos que, al final, conducen a la rendición o, lo que es peor, al temor.
Hace sólo unas semanas que estuve en el Valle de los Caídos asumiendo que probablemente sería la última vez que rezara en un templo ante los restos de José Antonio.
Ni tan siquiera hemos conseguido convocar una protesta rezando allí para que al menos, desde donde nos mire, supiera que aún no habíamos muerto.
Me temo, y quizás me equivoque, que hace tiempo que habíamos asumido el hecho sin más, con una resignación de la que yo al menos me arrepiento.
No sabíamos ni la fecha ni la hora, aunque seguramente estaría pactada desde hace tiempo.
No voy a negar el derecho a su familia de actuar como ha actuado. Sus razones tienen. Quizás estimen que ya es tiempo de que José Antonio sea solo de ellos.
José Antonio, los restos de José Antonio, tenían todo el derecho que confiere la Iglesia a un cristiano, a un hombre de fé, a reposar allí, ante el altar mayor, en tierra cristiana como era su deseo, porque la Basílica sigue siendo Basílica. Escuchando todos los días una misa en la que se pedía por todos, teniendo a unos metros a muchos de los que cayeron por él.
Tiene derecho, no porque una ley hable de víctimas y no pocos, para defender ese derecho, para hablar de los caídos, anden justificándolos como víctimas. Eso no es más que aceptar el discurso del adversario.
José Antonio no fue una víctima de una guerra civil, fue un héroe y si se quiere un mártir de sus ideas. Y entre ambas concepciones hay un abismo ideológico que se corresponde con su permanente búsqueda de la exactitud. A él le mataron por eso, no por tomar partido en un conflicto.
¡Qué difícil resulta hacerse a la idea de que la felonía se va a consumar!
¡Qué complicado es, al menos para mí, asistir a un hecho histórico!
Hacerlo con la impresión de que quizás se esté cerrando un capítulo de la historia.
Lo que dentro de unas horas va a suceder y cómo va a suceder, mirando hacia atrás, se me presenta como un imposible. ¿Quién me lo iba a decir hace décadas cuando hice mi primer juramento a la bandera con una camisa azul e intervenía en mi primer acto como orador con esa misma camisa.
Jose Antonio dejará el Valle de los Caídos casi del mismo modo que un 20 de noviembre dejó la prisión de Alicante, en un furgón, probablemente sin un ¡Presente! Y seguro que sin un ¡Arriba España! Con la chanza tertuliana del consabido ya no importa a nadie, y solo ha tenido la proximidad de unos pocos falangistas.
La metáfora de mañana es la que conduce -ojalá me equivoque- al olvido. Es el camino que lleva del Valle de los Caídos a un cementerio; probablemente al mismo olvido que ha acompañado en estos años a su hermana Pilar de la que ahora cerca estará.
Hace muchos años, más de 80, José Luis de Arrese escribió un famoso artículo preguntándose: “¿José Antonio estas contento con nosotros?”. Arrese, uno de los escasos ideólogos que mantuvo la continuidad en el desarrollo del pensamiento de José Antonio, pensaba que no.
En esta noche triste, que precede a un negro amanecer en el aniversario del nacimiento de José Antonio, yo pienso lo mismo, que en el lugar en que este no va a estar contento con nosotros.
José Antonio es expulsado del Valle de los Caídos, aunque su rostro permanezca en el mosaico de la bóveda. Eso es lo que dentro de unas horas sucederá. Expulsado por los herederos de los que le asesinaron, por una ley impulsada por el mismo partido cuyos dirigentes votaron sí a su ejecución en la tarde del 19 de noviembre de 1936. Todo un ejemplo de la miseria moral que nos circunda y que anida en el poder.
En esta reflexión dolorosa no puedo apartar la idea de que estamos pagando los muchos errores cometidos en los últimos cincuenta años. Esos que han llevado a reducir su llama a los últimos rescoldos de una luz que amenaza con apagarse porque la mediocridad burguesa hace mucho que proscribió a los héroes.
No voy a cerrar estas líneas con una invocación y un presente. Estoy seguro que mañana, en su entierro, un puñado de camaradas entonarán el Cara al Sol y mantendrán el ritual.
A todos nos queda ahora trabajar porque esa llama no se extinga y José Antonio no sea solo el recuerdo invocado en un cuadradito de la historia; para que, al menos, vuelva a estar contento con nosotros.
Autor
Últimas entradas
- Actualidad05/02/2024Zorra, canción para Eurovisión. Por Francisco Torres García
- Actualidad06/12/2023Eduardo Inda insiste: Franco, el maestro… y Sánchez, el aprendiz (I). Por Francisco Torres García
- Actualidad29/11/2023No, Eduardo Inda, no. Por más que te empeñes Pedro Sánchez no es la reencarnación de Francisco Franco.
- Actualidad01/11/2023A vueltas con la nación de naciones. Por Francisco Torres García
Debeis reconocer, que igual que ganasteis por las armas y la sedicion y la traición al pueblo que había votado REPUBLICA, se alzaron victoriosas, con los años, habeis perdido.
Quien de los vuestros, podría pensar en 1965, que los rojos, volverían para sacaros del valle, con la policía custodiando la profanacion de vuestras tumbas.
A pesar de que expulsasteis del pais a lo mejor, a lo mas brillante, que se tuvo que ir a latinoamerica en su gran mayoría, era tan vacua, tan simple, tan corta, vuestra posición politica, que casi sin ningún esfuerzo se fue desmoronando por su peso, una vez que se os quitaron las pistolas.
Cuando uno piensa en esas civilizaciones del pasado, que todo lo achacaban a diferentes dioses, donde la razón brillaba por su ausencia, piensa en realidad, en vosotros, anclados en los reyes católicos y en la inquisicion y en la persecución de los herejes.
Te reconozco el valor de decir hoy día que sigues yendo a misa a rezar. Normalmente es una cosa que suele dar vergüenza, con razón debo decir. Seguir en 2023 con la cantinela de los dioses, los cielos, los pecados… hay q ser valiente, o no tener miedo al ridiculo al menos, que no se si es lo mismo.
Creo que sois conscientes de que dentro de poco no quedara nada de vosotros. Esa idea de nación española católica, con un modelo de familia concreto, una relligión concreta, una bandera concreta… eso esta muerto, acabado. Y no ha hecho falta ninguna masacre, ni persecuciones politicas, ni venganzas por la guerra civil. Solo ha hecho falta, dejar poco a poco que la gente lea y tenga estudios, y toda esa farsa de carton piedra que es el nacional-catolicismo español, ha caido como un castillo de naipes.
¿Se podria imaginar un falangista en 1965, que hombres casados entre si podrian adoptar hijos?
Piense esto con la mentalidad de la posguerra. Se reirian interminables horas si se lo contasen a sus camaradas del 36. O que la religión seria expulsada de los centros de enseñanza…. admitanlo, definitivamente han perdido. Estan cautivos y desarmados…
Quizas el no este, pero sus ideas son eternas. Hay que entender que esto es una guerra espiritual y que San Juan de Patmos ya nos explico como va a reproducirse… Nada que temer. Nada que llorar por que ya sabemos que lo importante es plantar cara aunque sean millones los demonios y sus hordas. Lo importante, es permanecer de pie. Orgullosos aunque solo quede uno. Lo importante es morir dignamente para llegar al lugar de los dignos.
José Antonio funde Falange Española y fue asesinado precisamente por eso.
J.A era un español que amaba España porque no le gustaba la España en la que le toco vivir y por aproximación tampoco le gustaría esta en la que ser español normal es un baldón y pensar que el bien de los españoles NO pasa por la felona constitucion del 78 un delito.
Los falangistas llevan peleándose entre ellos desde la misma muerte de su Jefe y no han sabido seguir la doctrina política y personal del fundador, consiguiendo que a día de hoy solo una minoría de la cara por FE o lo que es lo mismo, por José Antonio.
Los rojos que son odiadores profesionales y mala gente per se han esperado mas de 70 años para llevar a cabo su revancha, han tenido que destruir el espiritu patriotico que unia a los españoles, han tenido que esperar a que todos los protagonistas de aquella nefasta época de entre 1931 y 1939 hubieran fallecido para mancillar la España que resurgió en 1939 y de la que un viven los españoles en los sepulcros de Francisco Franco y Jose Antonio, símbolos de la España eterna que se nego a morir a manos del socialismo y lo vencio en duro combate y en duro trabajo de reconstruccion que durante 40 años alejo de la patria es carroña llamada socialismo en cualquiera de sus versiones.
El socialismo es odio, rencor, miseria y muerte, todo lo malo que el ser humano puede ser cabe en el socialismo y como muestra sirve el botón que ayer vimos, todo un gobierno sacando de su tumba a quien con anterior asesinaron solo por ese rencor brutal que siente contra todo aquel que representa lo bueno que puede ser un español cuando es patriota.
Cuando una ideología solo vive para perseguir hasta mas allá de la muerte a quien los venció y remueve fosas y lapidas para satisfacer su odio rencoroso, es porque su podredumbre mata todo lo que tiene a su alrededor, en este caso España.
Cuando esos cainitas odiosos se instalan en el poder de una nación algo va rematadamente mal en esa nación.
Cuando la politica de un pais esta manejada por estos talibanes del rencor, del odio mas aborrecible, es seguro que no terminara con bien.
A ver, todos pasáis de puntillas por Felipe González, el que inició en el cine y la televisión la campaña contra Franco, el que no sólo «devolvió» a muchas calles su nombre original sino que cambió también el de la Avda. del Generalísimo ( que no existía previamente ) o el de hospitales como el Francisco Franco o el Primero de Octubre. Esto no lo ha iniciado Sánchez, ni siquiera Zapatero, sino que llevamos así cuatro décadas.
Quien le ha contado a Vd eso?
Desde Adolfo Suarez España se va pudriendo y González fue uno de los mas importantes disolventes de la nación
José Antonio, si nos estuviera viendo, no puede sino estar profundamente avergonzado de los españoles de ahora; otra cosa no cabe.