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En el tiempo límite de la Dictadura, Ceferino acometió una obra que particularmente considero de enorme interés,  la revista Sindicalismo-otra vez el mismo nombre- una humilde publicación, excepcional, con sede en el local que fue de la UTS en la Plaza de los Mostenses de Madrid y en donde escribieron entre otros  Abad de Santillán, José Peirats, Juan Gómez Casas, Fidel Miró, Miguel González Inestal, el propio Ceferino, (bien con su nombre bien con el heterónimo de Carlos López Martín)   o Heleno Saña…Este último había dado en el Índice de Gómez Figueroa hacía muchos años  la clave del motor del “falangismo de izquierdas”: su necesidad de expiación. Ningún especialista que se acerque a la publicación diría que el promotor y director de Sindicalismo era un falangista. Cotéjese el contenido con el de otras publicaciones como El Alcázar, Fuerza Nueva- también dirigidas por falangistas- y sáquese la conclusión correspondiente.  En la publicación era constante el referente al movimiento sindical, pero entraban solo de refilón en parcelas políticas y pedían, eso sí,  la amnistía en diciembre del 75 para los presos políticos-interprétese el sintagma- y para todos los despedidos de sus empresas, expedientados por los sindicatos, multados o sancionados por su activismo laboral. El cambio de régimen que se atisbaba no podía quedarse solo en la fachada política y había que exigir profundos cambios en la estructura socio-económica: “La democracia no puede ser solo un regalo para que los sectores burgueses disfruten. La democracia es necesaria extenderla a todo el pueblo español y, en primer término a los trabajadores, que hemos manifestado, reiteradamente nuestra voluntad inquebrantable de luchar por ello”.  Las distintas alternativas del movimiento obrero quedaban reflejadas en la revista. Se observaba un recelo hacia el monopolio que iban a intentar con seguridad  los comunistas en donde agudos analistas y experimentados del movimiento obrero como Heleno Saña ponían en guardia y entraban en discusión con el enfoque unitario que defendía el director de Sindicalismo: “… ¿Por qué? Por la sencilla razón de que a los comunistas les tiene sin cuidado la unidad en sí de la clase obrera, lo que les importa siempre es hacer política de partido y la unidad sindical significa para ellos una plataforma ideal”. No olvidaba la revista a personajes históricos arrinconados de la leyenda anarquista como Cipriano Mera, al que se dedicaba un sentido recordatorio o la inclusión de algún luchador olvidado, de la izquierda sindicalista.

 

El éxito no acompañó a la revista, la venta de los 15.000 ejemplares que tenía cada número era escasa y en el mes de Mayo de 1976 Ceferino anunciaba su final por el sacrificio excesivo en caso de seguir en las condiciones que lo hacían. La única alternativa que veía era la de realizar aportaciones, crear acciones y hacer una publicación con el soporte que otras tenían, lo que hoy se llamaría un crowdfunding que a lo que se ve nunca llegó.

CONTINUARÁ…

Autor

REDACCIÓN