14/05/2024 17:29
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Soy castellano viejo y como tal me gusta llamar a las cosas por su nombre, llana y escuetamente. La morralla socialista, empoderada por la purria independentista y nacionalista en la desleal y despreciable oposición -mal que les pese y se empecinen en negar su derrota electoral-, han acreditado de manera sobresaliente su condición de traidores a España, a nuestra Patria –con mayúscula-, aunque esto les importe un pito y se la bufe, es decir, que les importa un huevo de pato viudo.

El clan de los “rufianes” hace su papel que, en resumidas cuentas, es el de “dame de comer y llámame perro”. No se puede esperar otra cosa de quienes mancillan, deshonran, manchan y desdoran el nombre de España, vilipendiando, ultrajando, ofendiendo, infamando y afrentando a millones de españoles con el consentimiento de la canalla socialista. Autorizados y consentidos, mimados y malacostumbrados por sus ñaños del puño y la rosa, pisotean con reiteración y bravuconería los símbolos de nuestra Patria –con mayúscula-, saliéndoles su chulería y bellaquería absolutamente gratis. Sin embargo, este es su papel y cualquier otro gesto me hubiera sorprendido en una banda de delincuentes, prófugos, terroristas y perro flautas de esta naturaleza pútrida anti española. Son lo que son, lo llevan en el ADN y es su particular y genuina marca de nacimiento.

La sesión de constitución de las Cortes españolas fue una vergüenza nacional, una ignominia y un oprobio en las más altas instituciones del todavía reino de España, por descontado que para millones de españoles, muchos de ellos en la playa tostándose al sol ajenos a la tragedia manifestada. Y digo bien, todavía, puesto que viendo los postulados que defienden y los que les consienten, no es exagerado afirmar que caminamos hacia la III República Española. Pero esto también forma parte de la identidad de las mesnadas socialistas que, llevan reclamando y suspirando por los aromas de la dama portadora del gorro frigio –alegoría de la República – para los que han estudiado la ESO-, desde sus más remotos orígenes fundacionales.

Constituida la mesa del Congreso y presidida por Francesca Lluc Armengol Socias – Francina Armengol entre la partida apátrida-, tuvo lugar la puesta en escena grotesca del juramento de la bandada recién llegada a las Cortes Españolas. Barra libre concedió la boticaria a la hora de escoger la receta del pronunciamiento de lealtad a la Constitución por parte de la cuadrilla allí presente. Parecía un concurso de conseguir declarar la mayor estupidez y entonar el estribillo felón más ocurrente y disparatado. A la trena les llevaba a cantar jerigonzas y soflamas independentistas.

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Pero Francesca, que ya ha dado muestras de su amor por España allende los mares, enarboló la bandera del multiculturalismo y el plurilingüismo, interpretando de manera mezquina el reglamento de la Cámara. Queridos lectores, esto no ha hecho más que empezar.

Mientras, en sus poltronas millonarias –pagadas por todos los españoles-, los socialistas estaban exultantes, radiantes, eufóricos y alborozados ante la carnavalada protagonizada por sus colegas y aliados oportunistas. Alegres y contentos celebraban las ocurrencias de los hampones independentistas, incluso con gestos de aprobación y asentimiento. No cabían en sí de júbilo, viendo cómo se acercaba el momento de la gloria que les aguarda y por la que han pagado un peaje –auténtico impuesto revolucionario-, inadmisible e indefendible. Traidores a España y a los españoles también ellos.

El esperpento y la extravagancia, el disparate y la ridiculez, el adefesio y la birria, se consagraban como una estantigua, una visión que causa pavor y horror a quien la contempla. La deformación sistemática, orquestada, medida y premeditada de las sesiones celebradas durante estos días, atestiguan las gravísimas ofensas y alteraciones del correcto funcionamiento de nuestro sistema democrático, maltratado una y otra vez por los secuaces del capo instalado en la Moncloa. No creo que pueda soportar cuatro años con esta vejación, este atropello y tropelía del lindo Don Pedro, el de las mercedes, apodo ganado a pulso por su generosa contribución a legitimar y perdonar, quizá amnistiar, a los declarados enemigos de España. Traidor también él y su gobierno socialcomunista.

Pero… ¿Sólo hay traidores en la bancada anti española? Cuidado con las negociaciones, con los guiños y las carantoñas populares con el partido de las nueces – el PNV, para que nos entendamos-, atención a los pellizquitos de monja de Feijóo a quien se le ponga por delante y le pueda entregar su amor interesado para llegar a su trono. No me gusta nada el orensano –permítaseme un mal ripio-, poco sano en las negociaciones con el prójimo posicionado a su derecha y, contrariamente a lo que piensan sus votantes, muy poco recatado –facilón diría yo- con el personal que ocupa otros espacios políticos, incluidos los de su izquierda. Cual damisela en grave riesgo, con el pañuelo en la mano desde la atalaya, hacía llamamientos y aspavientos exagerados en petición de auxilio de los barones disidentes –si es que los hay- , de la corte socialista. A mí estas gazmoñerías, propias de un mentecato más que de un mojigato, me parecen fragancias de traición, esencias de claudicación y bálsamos de rendición.

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España no está en venta, no se compra ni de vende. No es moneda de cambio en el mercado persa que vivimos y padecemos. Está gravemente amenazada y no cabe un traidor más que pretenda humillarla y mancillarla. Me preocupa que la indolencia, indiferencia, la permisividad y la pasividad del pueblo español también sea el caldo de cultivo para que prenda la llama de la ruptura, la escisión, la separación o el cisma entre españoles, entre regiones y comunidades hermanas. España es una y diversa, grande, aunque menguada y empequeñecida por mor de acomplejados y traidores, y ya cada vez es menos libre. La profanación de la división de poderes es una evidencia tan manifiesta como que Madrid es la capital del todavía Reino de España.

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Hakenkreuz

No tiene usted razón en acusar al pueblo español de indolente, indiferente, permisivo y pasivo. Nada de eso demuestran los hechos. Acudieron a votar el 70% de los mayores de 18 años, es decir, 7 de cada 10, mayoría clara, como la que pidió la crucifixión de Cristo.

El pueblo español fue a votar, 7 de cada 10 cometieron el crimen de hacerlo, luego fue activo en el mal, pero activo, como en toda democracia. Fue activo en la traición a sus antepasados, a su patria vendida y activo en cometer maldad y respaldarla mayoritariamente en las urnas (quizá solo VOX se libre de esa acusación, pero no los demás como todo el mundo sabe lo calle o no), de modo consciente o drogado.

El pueblo español no es indolente, salvo quizá para los trabajos duros que apenas quedan ya. No ha sido indolente, sino que buscó en 7 de cada 10 prostituidos, la mejor tajada a su prostitución o voto, sin dejar de acudir a las urnas. No hubo indolencia. No rechazaron las urnas, a pesar de su enorme responsabilidad presente y futura al haber ido a votar. No ha descuidado su prostitución.

El pueblo español no ha sido indiferente, ha elegido, en la inmensa mayoría de esos 7 de cada 10, la destrucción de España, el odio a Dios y a todo lo bueno y santo, el latrocinio, el aborto y demás salvajadas, la corrupción y la perdición temporal y si la Infinita Misericordia de Dios no lo remedia, eterna, porque de Dios esto no pasa. A Dios nadie le engaña. La inmensa mayoría de esos 7 de cada 10 es responsable ante el tribunal de Dios de respaldar a satanás cual si de adorar a la bestia se tratara. Culpables sin objeción.

El pueblo español, en 7 de cada 10 de sus miembros, ha elegido a acomplejados, liberticidas y traidores, entre otras muchas cosas mucho peores, pero los han elegido sin presión, sin obligación, libre y conscientemente, nadie les ha obligado. Los habrá elegido por un plato de lentejas (subvención, puesto a dedo, contrato, recalificación de fincas local, pensión, paguita, beca, concesión, privilegio, prerrogativa, etc.) o por cualquier otra forma de prostituirse, pero los ha elegido sin la más mínima coacción, como Eva y Adán comieron del fruto del árbol prohibido sin ser forzados en absoluto. Ha sido todo una decisión libre y deliberada. Unas generaciones pervertidas y adúlteras, han vendido su alma en las urnas, en 7 de cada 10 de sus miembros. Luego, cuando paguen por ello, que no se sorprendan. A España no la va a destruir nadie, porque España es la nación que más ama y ha amado a Dios, que reina sobre ella. Pesa mucho la sangre de sus santos, mártires, misioneros y soldados de Cristo. Y Cristo da el ciento por uno. Lo malo es las perversidades que se cometerán hasta que Dios haga Justicia. No queda otra que la paciencia de los santos que exige el Apocalipsis de San Juan.

Aliena

Ya, que todo el mundo tiene la culpa menos usted ( ¿y VOX? ) de las canalladas de Sánchez. Claro que la ESO mencionada por usted fue cosa de Felipe González ( y Rubalcaba ), muy alabada en estos últimos tiempos y no precisamente por la izquierda, y alguna culpa tendrá la tan defendida Constitución – que no es tal – que no sólo pone las semillas de la destrucción de España sino que la inicia y legitima. ¿España no está en venta? Vaya, no me diga, le creía a usted más enterado; pues ya un señor llamado Juan Carlos de Borbón, haciendo honor a su apellido vendió el Sahara y dispuesto estaba a meter Ceuta y Melilla en el lote ( según papeles desclasificados de la CIA ) y tenemos que remontarnos atrás en el tiempo unos… caramba, casi cincuenta años. No nos venga con la historia o milonga de que todo se hunde por un Sánchez que se cree guapo y porque los españoles ( en masa ) están «tostándose» en la playa – yo no, yo huyo de ella como de la peste, pero tampoco me he quedado en mi domicilio madrileño llorando a mares, qué quiere.

Geppetto

Propaganda pseudopatriotica sin fondo ninguno

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