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La Casa de Farnesio (Farnese) fue una influyente familia italiana de la aristocracia del ducado de Parma entre 1545 y 1731 a la que pertenecio el Papa Alejandro Farnesio: Pablo III (1534-1549), que se educó en Florencia en el palacio de Lorenzo el Magnifico, donde conoció al futuro León X de la casa de Medici. En 1493, el papa Alejandro VI de la Casa Borgia (amante de la hermana de Pablo III, Julia Farnesio) le nombró cardenal. Tuvo cuatro hijos con Silvia Ruffini, una noble romana, que más tarde fueron legitimados por el «Papa guerrero», Julio II. Llevó una vida lujosa, practicando el nepotismo. Uno de sus primeros actos fue nombrar cardenales a dos de sus nietos, de 14 y 16 años. Al igual que muchas personas del Renacimiento, era un gran aficionado a la astrología. Llamó al afamado Luca Gaurico para que fuera su astrólogo personal, nombrándole obispo por haber predicho su ascenso a pontífice. Amaba las artes tanto como a las mujeres y se preocupaba por el aspecto estético de Roma. Puso a trabajar a Miguel Angel en el Campidoglio (el grandioso fresco del Juicio Final en la cúpula de la Basílica de San Pedro) y en el Palacio Farnese. Lo llamaban el «Papa Enaguas» porque además de entregar a su hermana a Alejandro VI, tuvo relaciones incestuosas con su propia hija, Constanza Farnesio y fue proxeneta. Algunos dicen que envenenó a varios miembros de su familia cercana para tomar el control de la herencia familiar.
Asimismo, persiguió a los protestantes más que cualquier otro, estableciendo el Santo Oficio como cámara de apelación final en casos de herejía. De esa forma comenzó la Inquisición Romana que llegó a un alto nivel de crueldad. Aprobó también la Compañía de Jesús en 1540, mediante la Bula “Regimini militantes Ecclesiae”, reconocida igualmente por Francisco Borja (nieto de Alejandro VI y patrono de Ignacio de Loyola). Borja fortaleció los poderes del General Superior de los jesuitas para ser mayores que cualquier otra Orden en la historia de la Iglesia Católica, garantizando sus derechos para negociar en la ley y la Banca, lo que no se había concedido a ninguna Orden religiosa desde los Caballeros Templarios. La Iglesia de Gesú en Roma, es la sede de la Compañía de Jesús y lleva el nombre FARNESIVS grabado en su fachada. Los jesuitas son agentes de inteligencia militar romanos. De hecho, muchos ex-directores de la CIA fueron jesuitas.
Larry Farnese es un miembro del Senado de Pensilvania y una autoridad política de alto nivel que trabaja bajo los Borbones italianos ya que las familias Borbón-Dos Sicilias y Borbón-Parma (que sirven a la Orden de Malta) son la continuación de la familia Farnese. El príncipe Pedro de Borbón-Dos Sicilias pertenece a la Sagrada Orden Militar Constantiniana de San Jorge (SMCOSG) que administra a los jesuitas. En cuanto a Joe Biden, recibió dos títulos honorarios de colegios jesuitas y es un agente de los Borbones italianos. Los Borbón-Dos Sicilias son “hombres libres” de la Corporación Templaria de Londres, es decir que pueden operar desde la City de Londres sin tener que dar cuentas al Rey de Inglaterra. El príncipe Pedro dirige sus negocios con Hugh Grosvenor, el séptimo duque de Westminster, propietario de Grosvenor Group (con sede en Londres) e integrante del cuerpo de la nobleza del Principado de Asturias.
La Villa de Caprarola en forma de Pentágono, es el cuartel de operaciones militares de la familia Farnese. Tras la fundación de la Orden de los Jesuitas, construyeron este palacio de estilo renacentista, cerca de Roma. En su sala de mapas, dentro del edificio, es interesante notar que el mapa del mundo del siglo XVI muestra la Antártida, que fue oficialmente descubierta en la década de 1770. El palacio Farnese fue la base para la construcción del Pentágono en Washington, DC. De hecho, la escultura de mármol: El Atlas farnesio conservada hoy en el museo arqueológico de Nápoles recuerda mucho la estatua de bronce del Atlas en el Rockefeller Center de Manhattan (NY).
La estrecha vinculación y cercanía en Washington entre el poder político, militar (Pentágono) y el Catolicismo con la Universidad Georgetown y su ejército jesuita, cruza los siglos y no termina de imponernos su mundo bipolar de maestros y siervos.
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