29/04/2024 23:34
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Digo menguante porque creo que su influencia ha caído en picado y está ahora en mínimos. He comprado diversos libros suyos de segunda mano en Alcaná Libros y los encuentro a precios de derribo, afortunadamente para mí. Por otra parte, solo he encontrado su Anecdotario político (muy sabroso) y Una ciudad de la España cristiana hace mil años (interesantísimo y muy sugestivo) en el canal de Telegram el que suelo bajar libros. Sigo a la búsqueda de España un enigma histórico, y mientras tanto me entretengo con libros como este, Dípticos de historia de España, que quiero comentar. Se trata de una colección de ensayos pareados, en eso consisten los dípticos.

El caso de don Claudio es bastante triste. Se trata de un católico de talante liberal que militó en el partido de Azaña a pesar de todo y que trago con carros y carretas durante la República, de la que tuvo que salir bastante antes de su final. La biografía de la Wikipedia llama la atención por lo sucinta. Parece ser que nuestro historiador no interesa ya a nadie. A los progresistas empeñados en romper España, porque a pesar de todo era un patriota y refutó el mito de “las tres culturas” como una alucinación históricamente indefendible; a la derecha “conservadora”, por su connivencia con las fuerzas destructivas que se apoderaron de España en los años 30 o -en el caso de la derecha reaccionaria (es decir, la que reacciona ante la revolución la seria)- por su negativa a visitar España en su tozudez liberalista a pesar de las recurrentes invitaciones que se le hicieron. Esta es inconsistencia de la inexistente “Tercera España”: fueron todos compañeros de viaje de los frentepopulistas, pero rechazaron la mano tendida de la España Nacional.

Mala fortuna ha tenido don Claudio con sus afanes históricos y políticos. De una parte, sus tesis históricas no se acomodan a lo que piden las fuerzas del “progreso”. De la otra, el desarrollo de la historia está refutando toda esa palabrería hegeliana del desarrollo de la libertad en la que militó. Por ejemplo, del Prólogo, de Vicente Palacio Atard:

Él nos ha inculcado una y otra vez la convicción de que la historia del hombre es una marcha hacia adelante, aunque discontinua, porque Dios le ha dado el don de ser libre y «su avance zigzagueante» consiste en aproximarse más y más a los objetivos de la libertad: «la libertad de pensamiento, la libertad de acción, la libertad política, la libertad de la miseria y del dolor».

Farfolla liberal. Y un tanto confusa porque el sentido de libertad de la miseria y del dolor es distinto de las otras libertades. Suerte que tuvo de no ver de nuevo a su patria invadida por las hordas mahometanas invitadas a conquistarlo. Esta vez, además, a gastos pagados por el anfitrión. Por ejemplo, leemos en Prólogo:

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Recibo en este momento el diario bonaerense la prensa del 3 de abril, en el que don Claudio publica uno de estos vibrantes artículos probablemente el último que ha escrito hasta ahora, cargado de sentido histórico y de reflexión actual, con el título «Una lanza por la Andalucía cristiana», en el que pone en guardia contra las veleidades neoislamizantes de «quienes se han dejado seducir por los dólares de los magnates petroleros» y pretenden introducir el culto mahometano en la mezquita de Córdoba, olvidándose de que fue «originariamente un templo Cristiano confiscado a los cordobeses por Abderramán I».

Don Claudio, por escribir eso sería hoy usted acusado de xenófobo, islamófobo y fascista. Usted que tanto hablaba de libertad, igualdad y fraternidad. Puede usted revolverse en su tumba. Hágalo, está perfectamente justificado.

En el mismo Prólogo tenemos estas otras palabras suyas:

No he pasado como una sombra por la vida española del siglo 20. He sacado a la luz los orígenes de la nación española y de sus instituciones hace un milenio y he develado el enigma histórico de España.

Pues ha fracasado: los suyos le han apagado el micrófono y cada vez cuenta menos en los ambientes académicos. Sus hallazgos históricos, sus planteamientos, no interesan ya porque se oponen a los designios de quienes están detrás de la libertad-igualdad-fraternidad que usted agitaba durante toda su vida y que ahora es asunto superado porque la revolución tiene que seguir adelante.

El Prólogo también tiene una referencia al diálogo de Sánchez Albornoz con Azaña en 1937, en el que don Claudio trascribe unas palabras de Azaña que este no recogió en sus memorias:

Albornoz, la guerra está perdida, pero si por milagro la ganásemos, en el primer barco que saliera de España tendríamos que salir los republicanos, si nos dejan.

Me trae a la memoria el chascarrillo de los dos amigos a los que le sirven de cenar dos pescados uno grande y otro pequeño. Se están dando uno a otro la precedencia para elegir hasta que finalmente uno de ellos se sirve el pescado grande. Cuando el otro le afea la conducta, el que se sirvió primero le pregunta cuál hubiera elegido él. Y como el otro respondiera que por supuesto el pequeño, el primero la réplica que perfecto; ahí lo tiene. Pues eso: si hubieran tenido que huir en el caso de que hubieran ganado los suyos ¿por qué se quejan del exilio que emprendieron cuando ganaron los otros?

En la Advertencia, don Claudio nos indica que el libro es una colección de estudios y ensayos históricos agrupados en dípticos por sus temas. El primero de ellos se titula Dos maestros, Incluye Mi deuda con Asín y A la muerte de Menéndez Pidal. El primero trata de Miguel Asín Palacios, nombre que quizás suene a algunas personas. Se trata de un arabista y sacerdote de principios del siglo XX:

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Asín formaba, con Ortega y Gasset y Menéndez Pidal, la trinidad de los auténticos grandes de España en el campo de la filosofía, las letras y la historia.

¿Cómo no indignarnos contra esa concepción peyorativa del pasado de España si todavía hoy algunos profesores ilustres escriben, con error evidente, acerca de nuestra postura tangencial en el mundo moderno y se atreven a negar que contribuyera decisivamente a nuestra ruina la presión exterior de la jauría de nuestros enemigos?

España ha cumplido en la historia, por dos veces, una misión ingrata y decisiva: la de facilitar con su propio sacrificio los contactos culturales indispensables para el surgir de las dos civilizaciones que han presidido durante cerca de un milenio los destinos del mundo.

Buscaré algo sobre Asín Palacios. Veo su obra “Abenházam de Córdoba y su historia crítica de las ideas religiosas” (cinco volúmenes), mencionada en el artículo de Sánchez Albornoz, a 260 lereles de los de ahora.

El otro artículo de Sánchez Albornoz es un obituario de Menéndez Pidal (A la muerte de Menéndez Pidal) al que pone por las nubes, aunque también les falta algún pellizco:

Hombre de izquierda, faltó a don Ramón valor para sumarse al grupo de los que hemos preferido el exilio a la vida bajo el régimen que triunfó en la guerra civil. Si él, Ortega, Marañón, Pérez de Ayala, Américo Castro y otros como ellos hubieran permanecido insumisos y al margen, habría habido una tercera España que habría quizás cambiado los destinos de todos los hispanos.

La tercera España… Me temo que sea víctima de su propio sesgo ideológico. Por ejemplo un poco antes leemos:

Siempre favorecido por Dios tuvo la fortuna de que su casa y su biblioteca y sus tesoros bibliográficos se salvarán de los desastres de la época roja y de la época fascista…

¿Época fascista? Por Dios, don Claudio, y por la Virgen María, ¿de qué me habla?

Continuará.

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Alberto Mallofré

Sánchez Albornoz era un hijo de p… que cuando volvió del exilio (voluntario, como todos los exilios) dijo que el Caudillo era «el hombre más funesto que ha tenido España». ¿Qué se puede esperar de semejante tipejo?

Carlos Andres

En el pecado ha tenido su penitencia. Tiene que estar revolviéndose en su tumba sin encontrar acomodo al ver lo que la «democracia» que tanto quería ha traído a España: de vuelta a la división de los 30, incluso a la invasión islamita.

Dacasper

Es que tenía razón

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