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En este artículo voy a hablar de los métodos que utiliza el sistema del 78 para mantenernos en el aborregamiento más absoluto, evitando así las protestas que deberían darse por la actual situación de descontrol, caos, latrocinio y ruina económica. No olvidemos que la chispa que prendió la guerra de la independencia norteamericana fue la subida de los impuestos del té por parte de la corona. Aquí nos suben la factura de la luz un 35% en un mes y no pasa nada. Y cuando hay protestas es por un rapero rico venido a menos.
En primer lugar voy a hablar de la sobredosis futbolera. Antes de nada decir que soy del Sevilla y que sigo la competición con interés. Pero de ahí a que lo único importante para el país es que si Messi se va del Barsa hay un trecho. Tenemos partidos todos los días y las radios interrumpen sus programaciones para tenernos bien surtidos de nuestra droga favorita. Las tertulias de los bares se ven colmadas por el monotema, cuando el país debería estar ardiendo por las últimas felonías cometidas contra las adormiladas clases medias españolas.
Y no digamos la cantidad de dinero que se nos va al extranjero gracias a la loca política de fichajes de nuestros clubes. Dinero que se debería estar destinando a la investigación espacial se nos va de las manos en grandes cantidades para traernos a las estrellas de turno. Y así todos los clubes, hasta la segunda división B. Fichajes de cientos de millones de euros son moneda corriente en los veranos españoles.
Y mientras tanto, el pueblo entretenido con estos temas futbolísticos se deja expoliar sus cada vez más exiguas rentas sin el menor quejido. En Francia, la actual situación de España haría arder las calles, pero aquí estamos más interesados en la uña del pie que se le rompió a Cristiano Ronaldo. Cosas veredes amigo Sancho.
La segunda droga que adormece a las masas es la también sobredosis de programas del corazón. Quitando alguna excepción de programas hechos con dignidad y respeto por los personajes de los cuales viven, asistimos a una inmensa tertulia marujil en los que se pone a caldo a nuestros famosos, que han hecho sus carreras con sacrificio y esfuerzos.
El caso es que tenemos toda una cadena de televisión dedicada a contarnos las aventuras y desventuras de básicamente dos o tres familias. Los Pantoja, los Jurado y alguna más. Tertulias y más tertulias, llenas de homosexuales en su mayoría, en las televisiones y las radios, le dan vueltas y más vueltas a las andanzas de nuestros famosos sin ningún tipo de consideración y respeto, en otro asalto burdo y nada sutil a la excelencia y al mérito.
También tenemos como tercera droga del pueblo el consumo de sexo. Con el otorgamiento de leyes favorecedoras de su uso cada vez a edades más tempranas, como la del aborto, se persigue contentar a una sociedad con su dosis de soma y que esta no esté atenta al latrocinio que esta sufriendo ni al estado calamitoso de las cuentas estatales y privadas.
Y en cuarto lugar tenemos los botellones, donde nuestra juventud gasta los fines de semana emborrachándose a bajo precio. Esta es otra forma de tener a las masas en estado comatoso y que no den muchos problemas. Jóvenes cuya mayor ilusión es la borrachera del fin de semana no miran por la patria ni sus carencias. Mientras, los ayuntamientos se preocupan de ofrecerles botellódromos incluso.
Si a todo esto que he enumerado le añadimos las paguitas y subvenciones del estado a sus compinches formando amplias redes clientelares que proporcionan votos seguros a cada elección, tenemos ya completo el mecanismo que impide que la gente proteste por el actual estado de cosas y que haya una revolución.
Mientras nos vamos deslizando por esa peligrosa pendiente del atraso en la investigación, la desindustrialización, la ruina económica y el paro que nos lleva al abismo.
En cualquier sociedad mínimamente sana, los cinco millones de parados, el latrocinio por parte de las clases extractivas, el retraso en la modernización del país y la deuda pública que estamos dejando a las generaciones venideras harían arder las calles, pero aquí, nuestro drogado pueblo solo se levanta a protestar por un esquizofrénico rapero y aprovechar de paso el pillaje y el robo.
Pero la situación no da más de sí. Los carteles de los locales comerciales de Se vende y Se traspasa colman las céntricas calles de nuestros pueblos y ciudades, anunciando lo que se nos viene encima. Por mucho que quieran tenernos entretenidos en banalidades el hedor es ya insoportable y la situación calamitosa. Las colas del hambre se forman kilométricas y no se ofrecen soluciones para ello.
Por eso espero que en unos cuatro o cinco meses la gente recapacite y vean de una vez en que nos hemos convertido en los pedigueños de Europa. Ya ni siquiera en la cantina de Europa sino en unos molestos e insaciables pedigueños.
Supongo que eso será así, por que cuando de verdad rugen las tripas no hay droga capaz de ocultarlo. Así que espero que surja alguien capaz de canalizar el descontento.
Y ya termino por hoy. Voy a mis labores campestres, a echar herbicida a las parcelas, para evitar que estas se llenen de malas hierbas que arruinen la cosecha.
Ojalá que las malas hierbas que arruinan nuestras cosechas se vean pronto despojadas de sus puestos de privilegios y prebendas. Por el bien del país.
Y que salgamos pronto del sopor que producen estas drogas que les he contado que se juntan a las drogas auténticas, de las cuales hay también un excesivo consumo. No perdamos la fé y la esperanza.
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