En tanto un gobierno ilegítimo y seguramente ilegal surgido del fraude electoral, de la mentira, del carroñero propósito de beneficiar el más nauseabundo sectarismo pretende normalizar una situación aberrante de criminalidad tras siglas políticas repartiéndose las carteras ministeriales, España regresa Ferraz con enérgica repulsa, apuntando a los causantes de los males que se han soportado cinco años y advirtiendo que el delincuente de La Moncloa ya no engaña a nadie que no sea de su cuerda repulsiva.
Decimonovena protesta frente a Ferraz, más pacíficos que cuando los madrileños pasaron a cuchillo a la carga de los mamelucos. Entonces los enemigos eran extranjeros cuando los de ahora son traidores emergidos de las más apestosas entrañas del oportunismo y la inmoralidad. La España rebelada lo hace pacíficamente pese a las hostilidades sucias de quienes mueven los hilos de la corruptela política.
Es difícil imaginar cómo un golpista, marrullero, psicópata al descubierto y la pandilla de forajidos que lo secundan rastreramente, van a gobernar una España que los aborrece por sus andanzas criminales que han quedado en evidencia para siempre. Las pestilencias de 179 diputados son demasiada evidencia como para considerarlos legítimos. España se rebela civilmente contra la excrecencia política.
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Las manifestaciones antigubernamentales funcionan en tanto en cuanto se mantengan el tiempo y rompan la omerta del sistema.
Es la primera vez que esto sucede de manera que cualquier español bien nacido las aplaude y si puede se apunta